Óscar Rodríguez Barreira

Miserias del poder


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pasando mal... (Mercedes) Exacto [...] mientras tanto nos dejaban las cestas que me acuerdo yo del chocolate, mi hermano y yo nos peleábamos por el chocolate.91

      En cualquier caso, esa actuación convirtió a estas personas en fantasmas y su actuación en novelas policíacas. Precisamente ese carácter oculto e intrigante era rechazado por algunas de las personas que tuvieron protagonismo en Falange durante los cuarenta. El carácter fascista casaba poco con el misterio:

      Yo no he estado en eso del Socorro Blanco. Esas eran organizaciones con mucho misterio. Yo tenía una amiga maestra, que tenía mucha gracia, que era del Socorro Blanco (Rojo), pero ¡era de derechas!, lo que pasa es que era una hipócrita. Yo, para eso, no he valido en la vida [...] Estaba el Socorro Blanco, pero que yo sepa... Habría cuarenta cosas ocultas. El Sindicato de la Aguja lo he conocido yo después de guerra, a Carmen Góngora, que tampoco le tenía yo mucha simpatía, esa es la verdad. Fue un poco egoísta, abusaba de la gente que tenía...92

      Esta perspectiva, seguramente, se encuentra condicionada por dos elementos: nuestra informante no obtuvo ayuda alguna durante la Guerra Civil (más aún, su padre estuvo preso por ayudar a otros) y durante los años cuarenta las nuevas camadas falangistas tuvieron conflictos con los sectores vinculados al tradicionalismo y al catolicismo.93 Muy distinta era la perspectiva de aquellas «familias de los presos nacionales que se encontraban necesitadas».

      Como explicó Antonia Rodríguez Tuset, el Socorro Blanco se ocupaba preferentemente de ellas pidiendo ayuda en metálico y en especie a las familias pudientes de la capital para que Carmen Góngora la distribuyese. Una vez detenida la líder, la organización continuó con otro carácter. Su nuevo jefe sería Manuel Fernández Aramburu.

      Este señor además entregaba a la declarante dinero para que a su vez lo entregase al Sacerdote José Garín, que era el que se encargaba de entregarlo a una religiosa que había sido obligada a abandonar su Convento por los rojos [...] y a una mujer llamada Remedios González Amezcua que eran las que personalmente distribuían el dinero entre las personas necesitadas.94

      En el reparto de víveres estaba implicado Antonio Rodríguez García, que, años más tarde, llegaría a ser delegado provincial de Información e Investigación. Al parecer, el jefe directo de Antonio Rodríguez era Miguel Juárez, jefe de la Guardia Municipal de Almería y enlace directo con Carmen Góngora. Tanto Miguel como su hermano, Carlos Juárez, confiaban en Miguel Artero, que acabó denunciándolos al SIM.95 En definitiva, toda una red asistencial que no solo actuaba en la capital, sino en toda la provincia, y que contaba con conexiones tanto en el Levante peninsular como en Málaga, Cádiz y Granada.96

      A pesar de lo dicho, el Socorro Blanco era una organización limitada a la asistencia. No sería hasta que se convirtiera en Falange clandestina y se conectara con el SIPM cuando su actividad cambiara de carácter. En esa conversión desempeñaron un papel fundamental dos personajes: Manuel Fernández Aramburu y Manuel Mendizábal Villalba. Tampoco debemos desdeñar la gran importancia que tuvieron dos factores: el tránsito de la guerra de milicianos a la guerra total y la centralización de los servicios de información franquista en el SIPM.97

      Según la declaración de Manuel Mendizábal, tras la detención de Carmen Góngora, las redes de asistencia a derechistas quedaron dispersas y descabezadas, de modo que Manuel Fernández Aramburu se ocupó de la reorganización. El trabajo de Aramburu fue más allá, pues no se contentó con reorganizar la clandestina, sino que la puso en contacto con el SIPM, le dio una nueva estructura tripartita y vinculó la organización a un funcionariado en un principio indiferente y, tras dos años de conflicto, filofranquista. La nueva organización, conocida como Red Hataca, contaba con un coordinador jefe: el funcionario de Hacienda Manuel Fernández Aramburu, y tres jefes de rama: el también funcionario de Hacienda Manuel Rodríguez Jerez (Socorro Blanco), el maestro nacional Manuel Trujillo Galera (Milicias) y el ingeniero agrónomo Manuel Mendizábal Villalba (Información de guerra).98 Manuel Rodríguez Jerez, que en la posguerra sería secretario provincial de la CNS, tenía una íntima amistad, seguramente por cuestiones laborales, con Fernández Aramburu, de manera que el Socorro Blanco en realidad era dirigido por este último.

      Sobre las funciones de cada una de las ramas, Manuel Mendizábal explicaba lo siguiente:

      El socorro blanco tenía la conocida misión de ayudar a las personas perseguidas por los rojos, para lo cual se recogían fondos no solamente de los miembros de la organización sino también de personas simpatizantes de la causa nacional.

      La rama de milicias tenía por finalidad controlar y encuadrar a elementos jóvenes dispersos por los distintos pueblos y en la capital y los cuales podían constituir una reserva utilizable en un momento oportuno. Los miembros de las milicias de la capital pertenecían en su mayoría a la caja de reclutas y batallón de ametralladoras de guarnición en Almería.

      Y, finalmente, la rama del servicio de información, dirigida por el que declara, tenía por misión recoger las máximas informaciones de carácter militar y suministrarlas, por los medios posibles, al bando nacional a fin de que este las utilizara en la forma más eficaz en beneficio de las operaciones de guerra.99

      Esta nueva estructura, con sus diferentes funciones, suponía un salto cualitativo con respecto a la organización de Carmen Góngora. Ya no se trataba de auxiliar material y espiritualmente a los derechistas. Ahora se trataba, además, de impedir la movilización antifascista y de crear una milicia antirrepublicana. Existían tres fines:

      Primero, suministrar datos de importancia militar para la zona nacional; este servicio era propiamente de espionaje. Segundo, practicar el socorro blanco y tercero organización militar interna de la organización.100

      Como se puede observar, se trataba de un esquema mixto que mezclaba las funciones de las cuatro secciones del SIPM y las de las milicias y los servicios de información de FET-JONS. Cosa lógica, dada la mezcolanza que hemos defendido más arriba. La última sección mencionada por Mendizábal se ocupaba no solo de los frentes en la provincia de Almería, sino que también abarcaba los sectores de Murcia y Cartagena. Para poder ocuparse de tan vasto territorio, la sección de información tenía agentes enlaces en Almería (Santiago García), Murcia (Antonio Martín) y Cartagena (José Montoya). Además, Luis Ciarán, infiltrado en el Ejército republicano, ejercía el mismo puesto indistintamente en Murcia y Cartagena.

      Una vez Mendizábal reunía y clasificaba los datos recogidos, se los transmitía a Fernández Aramburu, quien se encargaba de cursarlos a la zona nacional «utilizando para ello los guías que suministraban el Servicio de Policía e Investigación Militar de la zona nacional, sector S7».101 El contacto con el SIPM del bando nacional se estableció gracias al pase desde Almería a Melilla de Juan Eugenio Iglesias, quien una vez allí informó a la inteligencia del Ejército de la existencia de una organización clandestina en Almería. Además, según Emilio Salvador Guijosa, también tuvieron importancia las redes familiares, ya que «un familiar del Sr. Fernández Aramburu residente en zona nacional se puso en contacto con él por medio de un enlace [seguramente Juan Eugenio Iglesias]».102

      La vinculación de Manuel Trujillo con Aramburu y su Red Hataca fue aún más rocambolesca. Al parecer, Trujillo pertenecía a FE-JONS y se infligió una herida para esquivar la represión republicana. Al ser trasladado a un hospital en Lúcar, comenzó a formar un grupo de derechistas utilizando el sistema triangular de la primitiva FE-JONS a fin de sabotear al Gobierno Rojo. Fue entonces cuando conoció la existencia de «una organización que presidida o dirigida por el Sr. Fernández Aramburu estaba controlada por el SIPM nacional, apresurándose a ofrecer a dicho Sr. su colaboración y la del grupo que el dicente había organizado».103

      En principio el grupo de Trujillo gozaba de cierta autonomía, pero conforme fue pasando el tiempo, Fernández Aramburu imprimió a toda la organización una férrea disciplina. Las milicias tenían un cuadro de mando compuesto por Manuel Trujillo como jefe principal y Juan Ruiz Alarcón y Fructuoso Pérez Barceló como sus ayudantes principales. Además, las milicias tenían sus ramificaciones en el campamento Álvarez de Sotomayor y en la capital. Los encargados de ambos grupos eran