José Kentenich

La corriente del Padre


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hablo sobre el tiempo sin padres. En las dos o tres siguientes sobre la renovación del padre y de la imagen del padre. En ese contexto, por su incremento de atención parece que les hace especialmente bien lo siguiente: en la imagen del padre hay cosas que cambian y, sobre todo, cosas inmutables. Cuando de alguna manera ilustro lo inmutable mediante una meditación sobre el Padre Dios, todos se comportan como si fueran un solo oído. Cristo aparece como la más perfecta transparencia del Padre, al que podemos captar más fácilmente en un padre, en parábolas sobre el Padre. Esto se les encarga para el trabajo ulterior.

      »En la tercera plática se aborda la pregunta de cómo se presenta hoy la imagen del padre. Aquí hay cursos no schoenstattianos que se familiarizan por primera vez con Schoenstatt. Como vemos en la historia de la Iglesia, Dios envía siempre de nuevo a personas y movimientos que imprimen su rostro a la Iglesia para los siglos subsiguientes. Así sucede hoy una vez más: nuestra imagen del padre es acorde con la época en la formulación paternidad sacerdotal, es por eso que siempre tiene buen recibimiento.

      »El tema se aborda también en la meditación final, que apunta a la autoeducación y que propone preguntas como: ¿cómo me educo para ser padre? ¿cómo me educo para ser hijo? La meditación sobre el hijo en sí misma breve, también es siempre singularmente actual para los varones. Al final de la meditación resuena la transición hacia el próximo curso: un hijo de Dios ejemplar tiene que contar asimismo con María, la Santísima Virgen, que es quien mejor podrá ayudarle.

      »En el cuidado posterior el párroco se ocupará de que se formen grupos y registrará en especial quiénes de entre los varones están dispuestos a participar en ejercicios en Schoenstatt. Esta práctica espiritual local se convierte en un gran éxito en el plano de la gracia tal y como hemos podido experimentar una y otra vez durante este año. Desde luego el curso sobre el padre ha adquirido un carácter marcadamente schoenstattiano en los círculos de varones pertenecientes a Schoenstatt. Estos cursos no son tan exigentes. »Trabajo también de auxiliar con la juventud masculina. Allí estoy todavía en mi antigua especialidad.

      »Ahora le hablaré un poco de los docentes. Actualmente se está formando una primera red en Liebfrauenhöhe. Los comienzos han sido pequeños, insignificantes y de considerable dificultad. Cuanto más tiempo pasa, tanto más va adquiriendo todo un aspecto definido. Para el próximo curso en marzo, espero a una gran cantidad de varones.

      »Después, seguramente habrá desarrollos en la diócesis de Limburgo. El 17 de diciembre comencé en Schwalbach con el párroco Ries. Por el tema establecido verá usted qué es lo que está ocurriendo: el maestro como educador en la actual crisis de autoridad y la respuesta de Schoenstatt para solucionar esta crisis. Los docentes me acompañaron bien. Para el futuro tenemos prevista la formación de círculos en las zonas de Fráncfort, de Wiesbaden, de Limburgo, etc. Presumiblemente ampliaré para esos círculos el tema mencionado. En la Semana Santa preveo que tendrá lugar una jornada pedagógica de cierta magnitud; ya le hablaré en otra ocasión sobre el tema. Todo va en la misma línea; estoy pensando en el tema “padre-maestro”, “maestro con profesión principal de padre”, etc. subdividiéndolo así: verse a sí mismo a la luz del Padre, ver todo, todo a la luz del Padre. ¿Cómo me educo como hijo de forma schoenstattiana?, o algo semejante.

      »Para el año próximo en nuestro equipo de trabajo de la rama de varones queremos poner acentos. Yo me he hecho cargo de Aquisgrán, Colonia, Münster y Wurzburgo. Creo que está bien así. El único problema es que para los docentes no veo todavía ningún acento marcado, pero eso se verá seguramente el año próximo.

      »No debo acaparar ya por más tiempo su atención. Pero seguramente usted se alegra de que nuestra MTA en el santuario esté atrayendo a cada vez más y más varones. Ahora bien, que justamente yo esté siendo en alguna medida un instrumento para eso es más que tres veces admirable…».

      Y así sigue.

      Solo he querido que tomen conciencia de esto a fin de llamarles la atención sobre la fuerza con la que prende la idea del padre, y en la forma en que hemos hablado. Seguramente les interesará saber también con cuánta fuerza ha prendido la corriente del Padre en toda la Familia de Schoenstatt. En Navidad se nos llamó la atención sobre el hecho de que hemos alcanzado una cierta culminación, definida con acierto por la expresión «fusión de corazones de la Familia con el Padre Dios» o como lo formularon ya desde hace años las señoras de Schoenstatt, Patri unita. ¿Podemos alegrarnos de eso? Sí, sin lugar a duda.

      Al llegar aquí me entregaron una cartita —ahora la he arrugado [risas], ya no hay nada que hacer—. Era del profesor Revers5, que señala que poco a poco ha llegado a un cierto cénit en sus estudios científicos. Subraya lo que yo dije en los años treinta sobre los vínculos emocionales en toda la educación y dice después: si eso mismo no fuera cierto en todas partes, todo humanismo religioso incluyendo el cristianismo, no sería más que un montaje engañoso. Sin embargo, con esto tocamos un tema científico del que no vamos a ocuparnos ahora. Quien tenga algo de conocimiento sobre lo que hoy en día es práctica corriente afuera en la ciencia —sobre todo cuando se trata de la pedagogía— se extrañará de oír de nuevo una vieja expresión que nosotros enunciamos innumerables veces en el pasado: que a los tres años el niño ya está educado. Completamente. ¿Qué quiere decir eso? Que a los tres años la dirección de la esfera emocional del niño tiene ya una determinada consistencia. Sin esos vínculos, sin ese organismo de vinculaciones —así lo llamamos y es tal vez la mejor forma de hacerlo— cuyas bases deben sentarse ya en la más temprana infancia, una educación permanente no sería posible de verdad. Pero como he dicho, no quiero abordar estas cuestiones científicas ahora.6

      Pero todavía tengo aquí otra cartita, es del Dr. Schulte7 y si se la leo a ustedes es con una intención especial. Como habrán notado ahora se trata solamente de dejarnos rodear por la atmósfera común, para que no estemos aquí solos ni tampoco en representación de nuestras ramas, sino que tengamos la conciencia de que toda la Familia está compartiendo nuestro sentimiento. Escribe el Dr. Schulte:

      «Le habría informado con mucho gusto al final del año sobre mi actuación práctica a favor de nuestra gran causa». Tal vez todos ustedes conozcan al Dr. Schulte; dirigió durante años de manera espléndida el movimiento de varones en Alemania, tiene una actitud moderna en grado sumo, ha intervenido creativamente en todas partes y ha utilizado después en todos lados nuestras viejas expresiones con el espíritu de un niño. «Pero, lamentablemente, todavía no estoy en condiciones de cooperar de nuevo de manera activa. La intoxicación renal que tuve en Bad Wörishofen era más peligrosa y el período de recuperación más prolongado de lo que yo había pensado. Así pues, solo he podido colaborar en la construcción de nuestro reino con la oración y a través de mis aportes al capital de gracias». Naturalmente esto daría ocasión para hablar sobre la depuración del lenguaje, pero no vamos a hacerlo todavía. «Con gran alegría he podido experimentar este año en el que desde Schoenstatt se ha trabajado enérgicamente en la construcción de nuestro movimiento con ideas buenas y útiles». Y ahora viene algo…: la nueva revista, ¿cómo se llama? Sí, hoy en día casi no se puede existir sin Basis. «La nueva revista Basis me da mucha alegría. Creo que de esa manera podemos llegar a mucha gente.

      »De corazón le agradezco también —y sé que lo hago en nombre de muchas personas— todo lo que usted nos ha regalado en los últimos años. No hace mucho, en respuesta a una circular que yo había enviado a todos los eclesiásticos con la petición de que hubiera un diálogo lleno de confianza entre jóvenes y mayores, nuestro obispo8 me escribió diciéndome que ahora nos haría falta un Movimiento como el que era Schoenstatt en los años treinta».

      Y así es: eso es lo que tenemos que volver a ser. Pero, como ustedes saben, no puedo tratar ahora mismo todo eso. ¡Cuánto significó Schoenstatt en aquel tiempo para los golpes del destino y para los destinos del mundo y de la Iglesia! Pueden estar seguros de que hoy tenemos la misma tarea. Me permito reiterar una expresión atrevida, piis auribus offensivum9: lo que los jesuitas significaron para el Concilio de Trento creemos significarlo nosotros para el Vaticano II. ¡Es en verdad una frase atrevida! Pero aguarden solo un instante. Los hilos se van entretejiendo lentamente. Y si permanecemos mutuamente fieles como hasta ahora,