Manuel Almendro

Psicología y psicoterapia transpersonal


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y soberbio confort materializado que se ahoga en su propio propósito.

      La psicología transpersonal se une a los parámetros emergentes de su tiempo, a lo cuántico y relativista, deja atrás el positivismo newtoniano del conductismo y del freudianismo, sin negarles un sitio en el espectro psicológico. Es decir que algo nuevo emerge en la concepción cultural actual, a pesar de las posibles divergencias. Materia=consciencia=energía se transconceptualizan, y los hechos lo prueban. Lo meta –y lo trans– son prefijos que claman una urgente dirección, pues las condiciones de este hermoso pedrusco así lo requieren, sólo con escuchar el menú de los telediarios. De todas formas, los cambios no son de un día para otro.

      Lo transpersonal trabaja para reconocer esa realidad divina que subyace en la materia, sin vincularse a la mezquindad de un materialismo ciego. Es el objetivo de la filosofía perenne. La influencia filosófica de los tiempos actúa poderosamente sobre el tipo general de vida, de ahí que para que la vida cambie haya de cambiar la perspectiva que asumen los habitantes. El pensamiento newtoniano concibe el ser como una máquina biológica dirigida por impulsos instintivos y el universo como un autómata hecho de materia inerte. El cartesianismo separa la res cogitans de la res extensa, mente y cuerpo, separatividad de gravísimas consecuencias. Todo ello lleva a considerar a la consciencia como un producto de la materia; no hay sentimientos, no hay amor, no hay consciencia espiritual; la vida es producto del accidente, del azar; el mundo es concebido exclusivamente como competencia y supervivencia del más fuerte. La escala de estos valores se mide por la acumulación y el éxito material, en el que la ciencia llega antes que la consciencia, con una negligencia del enfoque holístico que confunde crecimiento con evolución, hoy preocupante por el poder de destrucción de nuestros inventos. La utilización de Newton y Descartes ha sido parcial, pues Newton era además astrólogo y, junto con Descartes, se fundamentaba en la unidad de Dios. Todo este pensamiento científico se ha ocupado de lo cuantitativo y deja de lado lo cualitativo, considerándolo casi degradante; e incluso al científico que se aparta y genera controversia, hay quien lo tacha de enfermo mental. En la ciencia oficial se abre un abismo entre sujeto y objeto, el científico ocupa la plaza de un dios inmaculado organizador de un entramado que no parece afectarle, sus sentimientos son tabú, incluso para él mismo. El mecanicismo ciego de reacciones químicas aleatorias que confunde los fallos en los componentes del televisor con la programación debe su reconocimiento a sus aplicaciones tecnológicas indudables, pero al carecer de un sentido de globalidad, de holismo interrelacionador, tiene visos de convertir a este planeta en un basurero de residuos, todo ello unido a la desacralización existente que ha tapado el sentido de la vida, despreciando el proceso natural del conocimiento interior y potenciando un proceso acumulativo de saber, de objetos. etc. La psicología materialista considera a los procesos mentales como reacciones del organismo ante el medio, o lo supeditan todo a flujos cerebrales. Las respuestas científicas de personas como D. Bohm, Ilya Prigogine, Sheldrake, Pribram, etc.,de las que se podrían obtener las críticas expresadas, y que estaban sugeridas en otros como Einstein, Bohr, Oppenheimer, comienzan a expandirse a pasos agigantados, tal vez porque hay necesidad de ello.

      La psicología transpersonal se mueve dentro de estos presupuestos. Como tradicionalmente sabemos, psicología viene de Psijé (espíritu, alma, vida, aliento), lo que está un poco lejos de sumar y restar ratas. “Trans” significa más allá de, a través de y “persona”, máscara. Muy importante lo de “a través de”, pues en ningún momento se pretende una evasión de lo personal. Con ello entramos en que lo transpersonal busca, a través de la práctica en estados que transcienden el ego, integrar lo transcendental o espiritual en las dimensiones personales, realizando nuestra dimensión profunda, fluyendo en el devenir pero siendo sensibles a los destellos de lo eterno. Como dato cronológico tenemos que a finales de los sesenta la psicología transpersonal surge de la psicología humanista, al acercarse hacia la espiritualidad oriental. Anthony Sutich, colega de Maslow, editaría los primeros Journal of Transpersonal Psychology.

      La psicología transpersonal está fundamentada en el indeterminismo atómico, en la relación cuántica más allá de la materia, en la tendencia hacia la unificación de sujeto-objeto. Omnijectividad que supera los estados arcaico, mágico y mítico de la escala de Wilber, prepersonales y prerracionales; después vendrá lo personal, para llegar a una omnijectividad transracional y transpersonal. Unificación que empieza con una interrelación de influencia mutua. La psicología transpersonal pretende contactar con la consciencia que organiza la materia, desde lo más burdo hasta lo más sutil, inteligencia del ADN, procesos celulares, moleculares, subatómicos, en el eje cuerpo-consciencia-cosmos, en un trabajo que persigue descubrir la trama (el tantra) cósmica en el interior personal, que así devendrá transpersonal. Lo emergente en la cuarta fuerza se interesa por los estados del ser, del devenir, autorrealización y expresión de metanecesidades individuales y de la especie, los valores últimos, la experiencias cumbre, éxtasis, experiencias místicas, asombros, la consciencia cósmica, la sinergia, con investigaciones sobre ello, corroborándolo en aras de una pedagogía fundamentada.

      Podríamos concretar que la psicología transpersonal se centra por una parte en un aspecto vertical a través del cual se accede a planos diferentes del físico, contactando con las “entidades” que en ellos habitan, lo que supone una conexión con la antigua sabiduría de la tradición y el mundo arquetípico, hoy desechado por el materialismo rentable. Por otra parte, el aspecto horizontal conlleva la identificación con los demás seres y con la Tierra, al desaparecer las barreras del ego, es decir al desaparecer la concepción de ser encapsulado en la propia piel, en una interexistencia que evoluciona de la coexistencia a la convivencia y de la comunicación a la comunión. Verticalidad y horizontalidad son así concebidas en una relación más allá del ego y se interpenetran mutuamente. Lo transpersonal, de carácter más amplio por ser interdisciplinar, abarca la interrelación multidisciplinar. Ya no está sola la psicología transpersonal, como se puede comprobar en la física moderna, la biología, etc., con científicos que asumen la concepción tranpersonal de sus investigaciones, como son D. Bohm, R. Sheldrake, etc.

      Por otra parte, en toda esa explicación de lo que significa lo transpersonal, John Rowan especifica en una lista que lo transpersonal no es lo extraperso-nal, que lo transpersonal tiene que ver con el yo superior, el ser profundo (Starhawk), el testigo interno, el ser transpersonal (psicosíntesis), arquetipos superiores de Jung, el alma (Hillman), la superconsciencia (psicosíntesis), la creatividad (ser entregado), experiencias cumbre, intuición, algunas curaciones, experiencias cercanas a la muerte, chakras elevados, guía personal, el sí mismo, el ser transfigurado, sistemas de energías sutiles. Lo extrapersonal tiene que ver con la levitación, la percepción extrasensorial, clarividencia, telepatía, radiónica, radiestesia, caminar sobre el fuego, lo paranormal, fakirismo, telekinesia, experiencias fuera del cuerpo, trabajos con cristales, etc. Yo creo que Rowan apunta a que lo transpersonal no tiene nada que ver con el uso de poderes psíquicos, con el circo y con el lucro personal derivados de ello. Rowan también diferencia en lo ya mencionado como prepersonal, como lo que aún no ha llegado a la lógica formal, lo encuentre incomprensible o lo niegue. Es decir como lo que no ha llegado aún al desarrollo de lo racional. Lo transpersonal va más alla de los límites de las categorías ordinarias de pensamiento y encuentra que éstas son inapropiadas e insuficientes para su trabajo. A consecuencia de que no se ha de identificar lo transpersonal exclusivamente con el cerebro derecho, Rowan argumenta que se ha de tener un concepto globalizador. Lo transpersonal no es la New Age por su mezcolanza. No es una religión, por cuanto tiene que ver con experiencias y descubrimientos personales que pueden no expresarse en la terminología religiosa, dedicada al culto, al rito y a los dogmas.

      Lo transpersonal para Rowan tiene que ver con:

      Voces interiores, no con las subpersonalidades distorsionantes del individuo, sino las que son guías para el crecimiento, y que además son canales abiertos hacia y más allá del yo superior. Tomando a Gandhi como ejemplo conocido, diferencia la intuición entre la del pequeño yo que confunde fantasía y realidad, la del de yo mágico que niega la soledad y el aislamiento (pre-personales), la del yo-rol que busca un sitio en la sociedad donde pueda ser recompensado, la del yo autónomo enfatizado en la solución de problemas y que supone un acercamiento a lo transpersonal (personales), la del yo entregado, que surge del sí mismo a través de la