Comienzo a llorar mientras me deslizo hasta el suelo. Me abrazo las piernas sintiendo la seda del vestido bajo mis manos. El vestido que hasta hace poco me hacía sentir hermosa, ahora me hace sentir insegura, como si le diera fácil acceso para atacarme.
No quiero estar sola.
Estoy asustada.
Va a venir por mí.
Él vendrá.
Con la mano temblorosa, saco del bolso mi celular y toco el marcado rápido. Tiemblo mientras espero a que conteste. Derramo lágrimas, pero no hay sollozo. Él podría escucharme.
—¿Hola?
—No quiero estar sola. —Mi voz tiembla—. ¡Está molesto! Vendrá por mí.
—¿Naomi? ¿Qué sucede?
—Ronald vendrá por mí. Está enojado. Nivel cinco, si llega a diez va a matarme. ¡Me lo dijo! ¡Me lo dijo antes!
—Bonita, respira, no llores. —Ahora suena preocupado—. ¿Dónde estás?
—En mi apartamento, estuvo aquí. ¿Y si está oculto? ¿Y si vuelve? Va a matarme. Está enojado.
—No está en tu apartamento. No está. Repítelo.
—No… No está en el apartamento.
—Cierra bien la puerta, pasa la llave. No abras a nadie. Cuando toque preguntarás quién es y solo abre cuando te diga que soy yo. Estoy bajando… Estaré pronto en el auto y entonces iré. Iré contigo.
—No quiero estar sola.
—No estás sola. Me mantendré al teléfono. Estoy saliendo ya del edificio.
—No cuelgues.
—No, no, bonita. Me mantendré aquí contigo. Ahora, pasa la llave.
Me pongo de pie y mi mano temblorosa tras el segundo intento logra insertar la llave para pasarla.
—Ya… Ya lo hice.
—Bien. Ya estoy en camino. Estoy rompiendo el límite de velocidad, pero será nuestro secreto.
—No le diré a nadie.
—Bien, bonita. Nuestro secreto.
—¿Y si vuelve?
—Yo llegaré primero a ti, lo prometo.
No puedo evitar llorar de impotencia y terror. Aun puede hacerme daño. Él aun me hace daño. Tomo la nota en mi mano libre y cierro mis dedos alrededor de ella.
»Por favor, no llores, por favor.
—Lo odio. Lo odio. Lo odio tanto.
Comienza a contarme sobre la primera vez que condujo bicicleta, está distrayéndome. Casi quiero reír cuando dice que por pocos centímetros no golpeó a Doug con la bicicleta mientras aprendía, pero que igual Doug lloró y se arrojó al suelo diciendo que estaba herido. Reiría, pero tengo tanto miedo.
—Estoy estacionándome.
Me pongo de pie y recargo mi frente de la puerta. Escucho su respiración agitada, pasa al menos un minuto.
—Naomi, estoy aquí. Puedes abrir la puerta.
Abro la puerta desesperada y dejo caer mi celular para arrojarme a sus brazos. Me abraza y con una de sus manos presiona mi cabeza en su pecho. Lloro.
—Estoy aquí. Te dije que llegaría primero a ti.
Me niego a soltarlo mientras lo abrazo con fuerzas buscando seguridad. Llegó a mí primero, llegó primero que él.
»No va a hacerte daño, no lo dejaré. Estoy aquí —repite.
Mantiene un brazo a mi alrededor y con el otro cierra la puerta. Nos guía hacia el sofá y cuando intenta sentarme a su lado, subo a su regazo. No quiero que me suelte.
—¿Qué estás sosteniendo, Naomi?
Noto en ese momento que una de mis manos se encuentra hecha un puño. Con delicadeza me hace abrirla. Toma la nota. La lee en voz baja.
»¿Es él? —pregunta.
—Es Ronald… Cuando… cuando me golpeaba me decía su nivel de molestia, así sabría diferenciar que tan fuerte estaba de recibir su enojo.
—Maldito enfermo. Vamos a guardar esto como evidencia.
La pone sobre la pequeña mesa frente al sofá y luego sus dedos limpian mi mejilla. Comienzo a tranquilizarme, vuelvo a sentirme tranquila.
—Maquillaje a prueba de agua, ¿eh?
—¿Ah?
—No, creo que solo eres tú que incluso llorando sigues siendo preciosa.
Bajo la vista a mi vestido, es como si la gala hubiese sido en un día muy pasado y no hace tan solo unas horas. Luego lo observo a él, está llevando pijama. Un pantalón holgado y una camiseta.
—Estabas durmiendo. Lo siento, solo enloquecí.
—No te disculpes, puedes llamarme siempre que lo necesites.
—Estoy sentada sobre tu regazo. El regazo de mi abogado.
—Será nuestro secreto.
—Otro secreto.
—Podemos tener muchos secretos.
—Había sido una noche estupenda, la gala, la conversación con Lysander, el arte y esto lo arruinó.
—No. No permitas que te arruine lo que fue una gran noche para ti. Te divertiste, te ves hermosa y ahora estás sentada en el regazo de tu atractivo abogado.
Rio mientras que él sonríe, luego ladea su cabeza hacia un lado y pregunta acerca de quién es Lysander.
—Un arqueólogo que estaba en la exhibición, es un hombre muy sabio.
—Ah, qué bueno.
—Pero creo que lo he dejado plantado.
—Buenísimo.
No puedo evitar recargar mi frente de su hombro mientras tomo respiraciones profundas.
—Gracias por venir, Jeremy.
—Eres mi favorita, siempre que me necesites vendré.
—Incluso en pijama.
—Incluso desnudo —declara haciéndome reír. Sus dedos acarician mi espalda y suspiro relajándome.
No decimos más nada y creo que mi agotamiento me hace cerrar mis ojos. Recargo mi mejilla de su hombro y lucho contra el cansancio y ganas de querer dormir.
—Duerme, bonita. Estás a salvo —susurra.
—A salvo —repito dejando de luchar contra el sueño.
Capítulo cinco
Jeremy
3 de junio de 2013
—Entonces, ¿qué se siente?
Naomi se gira hacia el sonido de mi voz y me observa con confusión mientras termina de comer una galleta y toma un trago de su gaseosa. Le sonrío y tengo la impresión de que quiere devolverme el gesto.
»¿Qué se siente verse tan hermosa con tan solo estar de pie?
Por un momento solo me observa como si poco a poco estuviese sopesando mis palabras. Termina por sacudir su cabeza y mostrar una leve sonrisa.
—Tú no tienes remedio —termina por decir.
—Yo no quiero un remedio, Naomi, a mí me gusta ser como soy.