Darlis Stefany

Conquistando a Jeremy


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su amigo durante un tiempo a mis espaldas.

      —Qué tonta.

      —Gracias por sobar mis sentimientos.

      —Y bien, a todas estas, ¿qué ibas a decirme al llegar?

      Era algo referente a unas movidas del abogado de Ronald, pero ella está tan relajada en este momento que sé que no hay necesidad de decírselo porque es algo que como abogado debo encargarme por mi cuenta. Quizá solo vine a decírselo porque tenía ganas de verla.

      Y no es correcto. Puedo ser un eterno coqueto porque me gusta halagar a las mujeres, pero involucrarme con alguien a quien estoy asistiendo legalmente nunca ha sido una opción. Hasta ahora.

      —Nada, solo quería ver qué hacía mi favorita.

      —No sería una visita de Jeremy McQueen sin coqueteo.

      —Me sentiré halagado ante esa declaración.

      Se ríe de nuevo y observa de nuevo a los niños. Suspira.

      —Apuesto a que serás una madre estupenda.

      —¿Eso crees, eh?

      —Estoy muy seguro.

      No me responde pero sonríe y espero que alguna vez tenga la oportunidad de tener esa experiencia, de vivirla y ser feliz.

      ◌◌◌◌

      10 de abril de 2013

      —Entonces…

      —¿Qué? —pregunto dejando de leer unos papeles para ver a Doug.

      —¿Cómo van las cosas con Naomi?

      —Bien. El abogado del imbécil no hace más que poner excusas para alargar el proceso, pero se ha metido con el abogado equivocado.

      —Eso está bien, pero yo hablaba de cómo va todo entre ustedes.

      —¿A qué te estás refiriendo?

      —Ah, claro, Jeremy con su mente inocente no sabe de lo que hablo. —Deja su celular y se sienta en el mesón de mi apartamento—. Ya, en serio. Siempre te dedicas a tus casos, pero justo ahora estás muy enfocado.

      —¿Qué? Ahora que vas a ser papá y tienes a la chica de tus sueños. ¿Te crees listo para ser Cupido?

      —Es obvio que el hermano divertido soy yo.

      —El hermano con una tuerca perdida.

      —Ya, en serio, ¿hay algo sucediendo?

      —Nada sucede.

      —Pero te gusta y te excita. Se te levanta.

      —¿Hablaremos de mi pene?

      —Si tú quieres. —Se ríe cuando golpeo la parte baja de su nuca.

      —Siendo serio. Ella es una mujer asombrosa a la que le ha tocado pasar por malas cosas. A cualquier hombre le gustaría, es hermosa, ingeniosa y…

      —Hace yoga.

      —Ignoraré que dijiste eso.

      —¿Por qué? Ya sabes, hace yoga. Yoga.

      —Lo capto, rubia.

      —Creo que te gusta.

      —Claro que me gusta. ¿Por qué no iba a hacerlo? Pero ella no está lista y yo no voy a incomodarla. Solo se trata de algo platónico de mi parte. No es algo serio.

      —Ya… pero, Jeremy.

      —¿Sí?

      —¿Me permites darte un consejo?

      —Me asustan tus consejos.

      —Cabrón, no olvides que gracias a mí conseguiste salir de la casa de una chica cuando entraste en pánico por amanecer en su casa.

      —Y eso te hace sabio —digo con ironía.

      —Total y absolutamente. Pero en serio, pasé años pensando que la chica de mis sueños solo me había visto como un enamoramiento adolescente y perdí mucho tiempo que pude pasar con ella.

      »Con honestidad te digo que si alguna vez es más que atracción no dudes en ir por ello. Incluso si eso amerita conquistar a la chica. Porque en serio, es genial. Serás feliz, tus erecciones tendrán una dueña y el sexo será asombroso.

      —Gracias, me alegra saber que estás teniendo sexo asombroso.

      —No te sientas gruñón sobre solo estar teniendo acción con tu mano.

      No puedo evitar reír, Doug puede resultar ser raro, un idiota y demasiado inventor para su propio bien, pero es un hermano genial con el cual admito yo no podría vivir.

      —Tomaré en consideración tu consejo cuando eso me suceda con alguna mujer.

      —Bueno, entonces me siento complacido de que me hayas escuchado.

      —Ahora dime tú, ¿Cómo está mitad Dilary con su faceta de mujer embarazada?

      —Hermosa. Caliente. Deslumbrante y jodidamente siendo mi novia.

      —Te tiene como perro en celo babeando.

      —Ella me puede tener como quiera siempre y cuando siga siendo mi chica y así tan ella.

      —Es como si escupieras flores. Es raro, perturbador y divertido.

      —Solo estás envidioso de que ahora yo sea el romántico mientras estás en el banquillo de espera.

      —Puedo imaginar tu estilo de romanticismo. Pero en serio me alegra que seas tan feliz Doug.

      —Gracias, antes nuestra vida no fue fácil. —Mira hacia sus manos frunciendo el ceño—, pero creo que por fin tenemos la vida que merecemos, ¿verdad?

      —Verdad, hermano.

      Lo veo asentir, a Doug aun lo aterra la idea de Paul, lo sé. Y lo aterra aún más ser como él, me lo dijo una vez y lo noto en su mirada. Yo espero que Paul nunca decida volver, porque pude parar en un pasado, pero ahora, siendo sincero, no sé si lo dejaría vivir.

      Capítulo cuatro

      Naomi

      17 de mayo de 2013

      Quiero fingir que no he visto a mi jefa con su mano en la entrepierna del nuevo asistente. De verdad, como que deseo lavar mis ojos con cloro, o algo así de fuerte. A veces tengo la teoría de que ella es un monstruo maniático sexual, de otra forma no me explico por qué desea acostarse con cada portador de pene que trabaje para esta galería.

      Puesto que Claudia está ocupada masturbando a su nuevo asistente, me decido por dejarle el informe de los avances a su cachorrito detestable: Robert.

      Lo encuentro en su oficina con el ceño fruncido frente a su computadora. Aclaro mi garganta llamando su atención.

      No puedo quejarme de Robert porque la primera vez que llegué si bien se insinuó, luego captó que no me interesaba y todo ha sido profesional, sin embargo, no sucedió lo mismo con Hilary, y se ha liado con otras trabajadoras.

      —Hola, Robert. Acá tengo un informe que es para Claudia.

      —¿Y por qué no se lo das a ella? —Se mantiene con la vista en la computadora pareciendo preocupado.

      —Porque está ocupada.

      —Bueno, tiene un asistente.

      —También está ocupado.

      Deja de ver la computadora para observarme, le sonrío. Al juguete no le gusta que su dueña juegue con otros. Él hace las sumas y rápido entiendo por qué esos dos están ocupados.

      —Ocupados —dice