Sebastián Blaksley

Elige solo el amor: La morada santa


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y llena de pureza los corazones humildes con la luz que procede del sol eterno que es mi divino hijo Jesús, tu Cristo amado.

      He venido para que, por causa de nuestra unión, el ser elevado de la forma, es decir, tu humanidad ascendida, se eleve a alturas inimaginables. No intentes comprender la magnitud del milagro de esta obra. Te aseguro que todo aquel que la recibe es transformado en un nuevo ser tan pronto como acoge estas palabras en su corazón amante de Cristo.

      Recuerda que he dicho que estas palabras no llegan solo por medio de los símbolos de la escritura. Mi voz, nuestra voz, se une al viento del espíritu de amor y hace que vuele a todas las dimensiones de la creación. Esto se debe a que somos una sola mente, un solo corazón, un solo amor santo. Unidos somos la concordia del mundo.

      Desde el instante en que aceptaste tu función como escriba del cielo, en otras palabras, cuando aceptaste escuchar mi voz y seguirla, sin importar cuánto entendiste o no, al darme tu sí, se realizó un movimiento en la esencia divina. Una pequeña onda, que luego fue transformándose en una ola, comenzó a moverse surgida del océano de amor infinito del ser que Dios es. Esa ola creció y seguirá creciendo eternamente en un movimiento sin fin que creará universos enteros de armonía perfecta. Ahora no puedes ver la totalidad, pero la verás.

      Esta manifestación es única. Es en sí un medio perfecto de extensión del amor de Dios. Esta obra es Cristo hecho realidad. Es la esencia divina que ha venido a la tierra. Quien bebe de esta fuente de vida eterna, que son las palabras, espacios y tiempos de esta bendita expresión, recibe en su alma la gracia divina en su totalidad. Estos escritos no son un libro de literatura o palabras que puedan traer simplemente consuelo o iluminar. Son escritos milagrosos. Lo son porque proceden del amor de Dios, fuente de los milagros, y porque llevan dentro de sí el poder del cielo.

      Tú, que has sido agraciado con recibir esta obra, déjate alcanzar por el flujo del amor que brota de cada una de estas palabras. Deja que la energía del ser divino fluya cada vez más hacia ti, al permanecer unido a Cristo recibiendo mi voz de este modo. No tengas miedo a recibir a Dios. Recuerda que nunca puedes recibir demasiado amor.

      El secreto de esta manifestación no reside en la sabiduría que pueda impartir. Tampoco en el conocimiento adormecido que despierta. El poder de esta obra reside en la relación. Todo ocurre dentro de la relación santa. De modo tal que al pasar tiempo leyendo o recordando estas palabras, o escuchando lo que aquí se dice, lo que haces es unirte conscientemente a Cristo. De ese modo haces más visible la relación de unidad divina en la que existes como hijo bien amado.

      Estamos hablando de una dimensión que hasta este momento en el que vive la humanidad no se ha experimentado de modo tan explícito. Estamos hablando de mantener una relación sensible con el espíritu, y por ello con la realidad del cielo de Dios, en tu dimensión humana. Y hacerlo en forma individual y colectiva como nunca antes se hizo, salvo en el origen.

      Estamos diciendo literalmente que la relación santa con el Cristo viviente que vive en ti ha entrado en una fase de toma de consciencia que no tiene vuelta atrás. Esa relación que otrora parecía reservada a unos pocos elegidos ahora es la realidad del plano del mundo.

      III. Aquí estoy

      La expresión “Cristo ha llegado” quiere decir que puedes vivir en la relación que tienes con Dios todos los días de tu vida de modo consciente. Puedes hablar con Dios. Puedes sentir con él. Puedes emprender proyectos juntos. Puedes crear ideas juntos. Establecer relaciones en las que él esté presente. Puedes crear universos de belleza, santidad y perfección en unidad con la fuente creativa que Dios es.

      Lo que estamos diciendo no es una herejía. Tampoco megalomanía, ni la búsqueda de grandilocuencia o aprobación. Es la simple verdad. Cada vez que te unes a esta obra te unes a mi inmaculado corazón. Sin importar si lo haces una o cientos de veces, si respetas una estructura o no. Sin siquiera tener verdadera relevancia el hecho de que entiendas o no lo que se dice.

      Te aseguro que no puedes comprender en su totalidad, la profundidad del amor que suscita esta manifestación. Esto no se debe a que seas incapaz o ignorante, se debe a que existe una dimensión de Dios que es misterio, y así será por toda la eternidad. El misterio del amor sobrepasa todo entendimiento porque está por encima de la mente e incluso del corazón.

      Estamos diciendo que la virtud de esta obra radica en hacerte consciente de la relación directa con Dios y en expresarla. Cuando estableces una relación estableces un diálogo. Una no existe sin el otro. Son una unidad. Podemos decir con perfecta certeza que la capacidad de recuperar tu diálogo con el amor es donde reside el verdadero despertar de la consciencia. Todo lo demás son medios para llegar a este fin, es decir a la relación directa con Dios.

      ¡Hijo de la luz! Puedes acumular mucha información. Puedes participar de muchos retiros, seminarios, eventos y grupos en los que recibas mucha sabiduría. Puedes realizar grandes obras de solidaridad o devoción. Puedes emprender caminos maravillosos de conductas morales muy elevadas. Todo puede ser esencialmente bueno y en su origen procede del recuerdo del amor de Dios. Pero no puede siquiera compararse con el valor y la grandeza que tiene el acceder deliberadamente a la relación unitiva con el Cristo que vive en ti.

      Puedes hacer milagros maravillosos, sanar enfermos y resucitar muertos. Pero si no vives conscientemente la relación directa con Dios, nada de eso tendrá sentido alguno. En última instancia, todas esas cosas serán pasajeras y llegará un día en que se desvanezcan. Pero la relación que tu Padre celestial tiene contigo no se desvanecerá jamás. La relación santa es eterna.

      Hijos de todos los mundos. Mi voz siempre está activa. Me comunico ininterrumpidamente a cada alma, a cada aspecto de la creación universal. Soy la universalidad del amor. Alguno de vosotros pensáis, desacertadamente, que me comunico más con algunos que con otros. Esta diferenciación es imposible, porque mi amor no hace acepción de personas. Soy amor y nada más que amor y, por lo tanto, comunico amor y vida eterna. Todos reciben el flujo divino de amor que fluye eternamente de mi inmaculado corazón. Amo con amor divino. Amo con amor de igualdad. Nadie queda excluido de mi mente y de mi corazón. Nadie está excluido del amor de Dios.

      Mis palabras alimentan el alma y comunican vida eterna. Los corazones cantan, vibran y se alegran al oír la voz del amor. En esta alegría que se siente en las profundidades del alma, puedes reconocer la relación entre el hijo y la madre. Una relación de amor puro que crea vida constantemente. Un amor que no anula la libertad sino que la extiende. Amor perfecto. Amor de gratuidad. Amor salvífico. Amor llagado por los hijos que se van para nunca más volver, como acto de su libertad. Amor agradecido por los hijos que viven en la unión con la madre sin por ello perder su identidad, sino santificándola cada día más en la relación santa.

      6

      La vida es comunión

      Un mensaje de la santísima virgen María

      I. Preludio

      Amados del cielo. Se han abierto las compuertas del corazón de Dios como nunca antes. Sois los depositarios de un amor que no tiene principio ni fin. Un amor que no puede ser enseñado ni aprendido. Un amor que es eterno, vivo y vivificante. Bebed de la fuente del amor hermoso ahora y siempre. Está aquí. Tan cerca de cada uno de vosotros como lo está el aire que respiráis, e incluso más cerca aún. Mi ser es uno con vuestro ser. Estoy en los corazones de todos. Nadie queda afuera de mí.

      Os revelo una gran verdad. Os digo que esta madre no solamente ora todos los días de la vida por cada uno de vosotros, sino que os protege y llama sin cesar. Estéis durmiendo o despiertos, seáis conscientes o no, me comunico con cada uno de vosotros y con cada aspecto de la creación. La verdadera comunicación no es de cuerpo a cuerpo, sino de corazón a corazón. De eso estamos hablando.

      Una comunicación puede ser unidireccional, en cierto sentido. Esto se da cuando el receptor no responde activamente. Este es el caso de aquellos que dicen no oír mi voz. Lo que estoy diciendo es que todos reciben mi voz, de un modo u otro, de lo contrario no seguirían existiendo. Mi voz comunica vida porque es palabra de vida