Sebastián Blaksley

Elige solo el amor: La morada santa


Скачать книгу

bondadosos. Extiende la dicha del cielo que mora en ti. De esta manera permitirás que tu consciencia comience a recibir la realidad del amor y sus frutos en un grado cada vez mayor. Te darás cuenta de que puedes cambiar un corazón roto por uno alegre. Contemplarás como tu hermana o hermano llega a ti con lágrimas en los ojos y sale del encuentro santo contigo con el rostro sereno, la frente lisa y una sonrisa afable en su boca.

      Haz que todo el que viene a tu encuentro salga de él más feliz y mejor. Tienes el poder de hacer eso. En efecto, ya lo has hecho muchas veces. Lo que ahora te pide tu madre celestial y toda la creación es que hagas de esto un hábito tan natural, que sea tu única manera de vivir en el mundo. Te pido esto porque te aseguro que esa es la única manera de vivir en el cielo. Así es como juntos traemos el cielo a la tierra. Lo traemos con júbilo y paz. Traemos la dicha de ser al mundo.

      Existen muchas maneras de ser, aunque solo una es la manera de Dios.

      Ve por los caminos del mundo mostrando a tus hermanos la belleza de lo que son. Cuéntaselos una y otra vez. No pierdas ni una sola oportunidad de hacer eso. Puedes hacer esto de innumerables maneras, todas ellas son necesarias. Sé tú mismo a cada instante de tu vida. No busques otra guía que no sea la de tu corazón. Yo, el dulce corazón inmaculado de tu María, en unidad con tu Jesús seremos siempre tus compañeros amorosos y alegres. No estarás solo en esta meta de traer a la tierra la alegría del cielo. Toda ella reside en tu corazón.

      ¡Qué dicha es tener certeza! Ahora recordamos nuevamente cuál es nuestra meta eterna. Ser quienes hacen que nuestros hermanos y hermanas en Cristo se despierten y permanezcan despiertos en la alegría que Dios es. Vamos por el mundo, o por donde sea que decretemos ir en unión con Dios, contando historias felices. Historias verdaderas. Historias basadas en la belleza de las almas. Mostramos la nobleza del espíritu, la misericordia de un Dios de puro amor. Sonreímos a cada instante con el alma llena de amor y permitimos que la sonrisa de Cristo se dibuje en nuestros rostros.

      ¡Qué alegría es haber encontrado la verdad que tanto buscábamos! Ahora sabemos lo que somos. Somos alegría. Somos luz. Somos santidad perfecta. Somos uno con Dios. Ahora vamos por la vida con el corazón contento y lleno de alegría. Caminamos seguros por los caminos que el amor nos traza. Vamos rodeados de ángeles de Dios y del cielo en su totalidad.

      Allí donde vamos está el cielo. Allí donde pisamos transformamos la tierra yerma en tierra santa llena de vida. El universo, en su infinita sabiduría, envía a nuestro camino a aquellos que desde hace mucho tiempo andan buscando el solaz del amor puro.

      Ahora somos guiados por el espíritu, quien actúa en nuestra vida. En su viento, nos lleva a quienes tenemos que ir y nos trae lo que es conforme a la benevolencia divina. La poderosa energía del amor y su hija, la alegría, atraen a sus semejantes hacia nosotros con una fuerza mucho más grande que la de un inmenso imán atrayendo a un pequeño alfiler. Se unen a nosotros las creaciones santas. De ese modo, creamos un vórtice de amor. Un portal a la dicha celestial.

      Hoy es día de júbilo. Hoy es el día en que decidimos conscientemente canalizar, ya no solo la sabiduría de Cristo, sino su júbilo perfecto, su quietud imperturbable, su fuerza vibrante y, con ello, los tesoros del reino. Reconocemos que somos la alegría de Dios extendiéndose en la creación. Permanecemos unidos a la alegría de Cristo. Recordamos a cada paso que es dando como se recibe, y con esa verdad como santa compañera de vida damos alegría a cada paso. Extendemos amor. Les recordamos a nuestros amados y olvidadizos hermanos la santidad que son en verdad. Inundamos la tierra con la alegría del espíritu santo. Dejamos que la alegría de la creación se exprese a través de lo que somos en verdad.

      ¡Qué felicidad es saber que ya no tenemos que ir en busca de pecados o de sombras que iluminar! Ahora la luz ha ocupado todo espacio. Recordamos que la alegría es un modo de ser, tal como lo es el amor.

      Hijo que recibes estas palabras que brotan del corazón de Dios. Te pido, con todo el amor y la dulzura de mi corazón inmaculado que escuches lo que a continuación te dice la madre de los vivientes en nombre del tres veces santo.

      Ya no existe sombra alguna de pecado en tu corazón, tal como nunca existió ni existirá en el mío. Todo tu ser, tanto en tu humanidad como en tu divinidad, están iluminados. No existe ya un solo rincón de tu alma que no esté embebido por el flujo de la divina santidad. Eres todo luz. Todo lo que yo soy, lo eres tú. Acepta esta verdad y de ese modo me aceptas plenamente a mí en tu corazón. En el reconocimiento de la verdad de estas palabras es como permanecemos unidos para siempre en el amor de Dios y permitimos que el mismo Cristo brille en toda su gloria y esplendor.

      Hijas e hijos de María dulce, madre de Dios. Os envío al mundo una vez más para que extendáis la dicha del cielo y seáis felices en la alegría del compartir. Gritad al mundo: la alegría es la manera de Dios.

      5

      Palabras de vida eterna

      Un mensaje de la santísima virgen María

      I. Preludio

      ¡Hijo amado, dulzura de mi ser! Una vez más me uno contigo en el tiempo y espacio de este modo particular. Lo hago en la voluntad del Padre, quien te ama con inmenso amor divino. En nuestros diálogos el mundo se ilumina más y más. El cielo se extiende hasta la tierra por medio de nuestra relación santa. Soy tu madre y te amo con un amor sobrenatural.

      Me manifiesto de este modo por razones que la mente humana no puede comprender. Existe un plan divino y yo soy parte de ese plan, como lo eres tú que recibes estos escritos. Nada ocurre por casualidad. Estas palabras están llenas de vida eterna. Proceden de la unidad de mi corazón inmaculado, el sagrado corazón de Jesús y el tuyo, en cuya realidad existen todos los corazones.

      Dentro de la relación santa, que es la relación tierna que existe entre tú, Jesús y yo, existe todo lo que Dios creó como extensión perfecta de su divina unión. Me he manifestado siempre a la humanidad. Lo he hecho de incontables modos y todos ellos tienen una razón de ser dentro de la sabiduría que no es del mundo. Allí donde está el amor, siempre estoy yo.

      Tú que eres receptor de estos mensajes, eres mensajero de luz, amor y verdad. Eres mensajero de la paz. Recibe este don bendito. Deja que las palabras toquen tu corazón y en él harás que sean palabras de vida eterna. Tu corazón es uno conmigo y con el corazón de Dios. En él todo se hace santo en razón de lo que eres. En el centro de tu ser existe el poder de Dios. La potencia divina es tan inmensa que todo lo que se acerca a él queda fundido tal como lo hace cualquier elemento de la tierra que se una al sol.

      Nadie puede mirar cara a cara al sol, tampoco unirse a él sin quedar convertido en cenizas de luz. Lo mismo ocurre con el amor de Dios. Su fuerza es tal que, si no dosificara su extensión hacia ti, no podrías resistirlo. Ni tú, ni nadie. El poder de mi amor es literalmente infinito, tal como lo es el tuyo, puesto que existe solo un amor santo.

      No os preocupéis por los efectos de esta obra, ni de sus símbolos. La potencia de mi voz, que es la voz de Cristo, está más allá de toda palabra. Estamos haciendo milagros en cada rincón de la tierra por medio de esta expresión viva del amor de Dios que vive en nuestra relación. Te aseguro que estas palabras darán vuelta al mundo y transformarán millares de almas. Tantas que no podrán ser contadas. Lo hará de modo misterioso, tal como ya se ha dicho. Recuerda que la palabra de Dios no tiene barreras, nada puede limitarla. Con esta obra atraerás más almas a la unión con Cristo que la cantidad de estrellas que existen en el cielo.

      II. Permanezco en ti

      ¡Hijo nacido de las entrañas mismas del amor! Ya no hay vuelta atrás. Esta madre de todos no descansará hasta ver a sus hijos resplandeciendo plenamente en la gloria del Padre. Allí donde están mis hijos estoy yo. Del mismo modo en que allí donde yo estoy están los que aceptan la verdad de la filiación conmigo. Nadie está obligado a unirse a mi inmaculado corazón. Nadie está obligado a amar. En efecto, nadie está obligado a nada.

      Esta es una invitación abierta para todo el universo. Es la estrella de María que está iluminando