Fernando Rivas Rebaque

Jesus 33 nombres nuevos


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Aquel a quien la libertad crucificó, porque él se lo consintió.

      Bendito Aquel a quien el leño sostuvo, porque él se lo permitió.

      Bendito Aquel a quien la sepultura contuvo, porque se limitó a sí mismo.

      Bendito Aquel cuya voluntad le trajo al seno,

      al nacimiento, al regazo y a ser educado.

      Bendito Aquel cuyos cambios han dado la Vida a nuestra humanidad

      (San Efrén el Sirio,

      Himno III de Navidad 2-3.5-6)

      En la poesía

      En la Oda 3,1, Horacio exclama: Odi profanum volgus et arceo. Este verso, que vertido al español apenas se diferencia del latín, sigue siendo objeto de interpretaciones sesgadas: «Odio al vulgo profano y me aparto de él». El que escribe esta línea, ¿se siente acaso superior al común de los mortales y los desprecia? Así lo entienden muchos, pero no es cierto. Horacio, defensor humanista de lo humano, desea lo mejor para el hombre y por eso se separa del reino de la cantidad, esa expresión con la que René Guénon denomina a la gran pandemia de nuestra época: la sociedad de masas, la apoteosis del instante, el desprecio de la intimidad.

      INVITACIONES

      • Una excelente película para profundizar en la disidencia evangélica es la última creación de Terrence Malick: A Hidden Life (Vida oculta). En ella, y de una forma desgarradoramente hermosa, se narra la historia de Franz Jägerstätter, campesino austríaco que, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, se resiste heroicamente al río de odio en que cae la mayoría. Su desobediencia, que le llevó a la muerte, es ejemplo de radicalidad, coherencia y, para algunos, de insensata locura. La propuesta es la siguiente: ver la película y comentar, a continuación, aquellos diálogos e imágenes en que se reconoce en la decisión de este hombre la misma opción disidente de Jesús.

      6

      EL DURMIENTE

      Jesús dormía en la barca

      sobre un cabezal (Mc 4,38).

      Había rezado más de una vez en la sinagoga: «Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas. Es inútil que madruguéis, que retraséis el descanso [...] Dios lo da a los que ama mientras duermen» (Sal 127).

      Frente al esfuerzo del albañil y el centinela prefería la gratuidad de lo que no se merece ni se conquista, sino que se recibe en el abandono del sueño. Quizá por eso, mientras los discípulos remaban agitados en medio de la tempestad –centinelas vigilantes, albañiles fatigados–, Jesús dormía sobre un cabezal en la barca (Mc 4,38). Conocía al Dios que, a los que ama, se lo da todo mientras duermen.

      ¿Se le quedaban cortas las horas del día? Sabemos que a veces no tenía tiempo ni para comer (Mc 3,20), que solía rezar de noche (Mc 6,46) y que a veces era ese el momento en que lo visitaba gente que, como Nicodemo, prefería la discreción de la nocturnidad (Jn 3,2). Había nacido en medio de la noche, y los primeros en encontrarle fueron precisamente pastores acostumbrados a la vigilia nocturna (Lc 2,8).

      Muchas de sus parábolas acontecían en ese tiempo que pone a prueba la fidelidad o la desidia de quienes esperan: el dueño de la casa debía estar en vela por si llega un ladrón (Lc 12,39); las muchachas debían tener sus lámparas preparadas para salir al encuentro del novio (Mt 25,10).

      Los siervos que aguardaran ceñidos la vuelta de su señor merecieron una sorprendente declaración de bienaventuranza: «Dichosos aquellos a quienes el amo encuentre vigilantes cuando llegue»; y asistieron con asombro a la reacción de su amo, que se ponía un delantal, les invitaba a sentarse y les servía él mismo la cena (Lc 12,35-40). Permanecer y esperar se convertían en el mejor modo de expresar fidelidad.

      También él supo resistir y mantenerse en vela a lo largo de aquella larga noche que había comenzado cuando Judas salió del Cenáculo (Jn 13,30). La vivió envuelto en las tinieblas de traiciones, detención, juicio, golpes, insultos, negaciones y condena. Estuvo solo, pero se sabía sostenido por su Dueño. Y era un Siervo fiel, capaz esperar en vela hasta la madrugada del Primer día de la semana.

      MARCAS DE PRESENCIA

      En los Salmos

      Si grito invocando al Señor,

      él me escucha desde su monte santo;

      puedo acostarme y dormir y despertar:

      el Señor me sostiene (Sal 3,2-4).

      Yo, por mi rectitud, veré tu rostro,

      al despertar me saciaré de tu semblante (Sal 17,15).

      De noche pronuncio tu nombre, Señor,

      y, velando, tu voluntad.

      A media noche me levanto para darte gracias

      por tus justos mandamientos (Sal 119,55.62).

      En los Padres de la Iglesia

      Se fatigó (cf. Jn 4,6), pero es el reposo de los cansados y agobiados (cf. Mt 11,28). Cayó rendido por el sueño (cf. Mc 4,38), pero se hace ligero sobre el mar, da órdenes a los vientos y, cuando Pedro se hunde en las aguas, lo levanta (cf. Mc 4,39) (San Gregorio Nacianceno, Discurso teológico 29,20).

      En la poesía

      Preguntado acerca del papel del sueño en su poesía, Tomas Tranströmer contestó:

      Un poema no es otra cosa que un sueño que yo realizo en la vigilia.

      El sueño y el poema vienen de la misma persona.

      Tienen algunas leyes compartidas.

      Tengo una relación de mucho amor con el sueño.

      Me voy a la cama como si fuese a una fiesta.

      Tranströmer sufrió una hemiplejia en 1990. Desde entonces y hasta el momento de su muerte no pudo volver a hablar. Sobrecoge que, dieciséis años antes del suceso, escribiera:

      Entonces llega el derrame cerebral: parálisis en el lado derecho con afasia. Pero la música permanece, sigue componiendo en su propio estilo.

      El poeta, que también fue un excelente músico, explicó que estos versos fueron transcripción exacta de un sueño que tuvo. Y, quizá para obedecer al sueño, después de la hemiplejia compuso sinfonías para su mano izquierda.

      INVITACIONES

      • En los evangelios descubrimos diferentes tipos de estar dormidos: el que nace de la confianza en Dios y de saber que no todo depende de nuestros esfuerzos (como Jesús en la barca durante la tormenta) y los que salen de abandonar a quien está vigilante (como los discípulos en el huerto de Getsemaní). ¿En qué momentos has experimentado estas dos formas de dormir y cómo las has vivido con posterioridad?

      • ¿Cómo conciliar estos dos elementos necesarios para la vida creyente: sueño (oración) y vigilancia (compromiso), María y Marta, confianza y esfuerzo? ¿Dónde consideras que debes hacer más hincapié en tu caso?

      • ¿Cómo continuarías una parábola que comenzase: «El reino de los cielos se parece a una persona que está durmiendo plácidamente...»?

      • ¿Cuántas noches sin dormir recuerdas? ¿A qué se debió? ¿Sentiste la presencia de Dios en tu vida? ¿Qué te enseñaron?

      • En el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra «durmiente» es el madero colocado horizontalmente,