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Empuje y audacia


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verlo como esas muñecas rusas que tanto nos fascinan.

      [2] En el caso de los MMNA, esta asistencia se afronta desde los recursos de acogida (Curbelo y Rosado, 2014), a los cuales en la mayoría de casos se accede por canales de urgencia, ya sea por la actuación de dispositivos de seguridad o de atención social y deriva, si se dan determinadas circunstancias (devolución o no al país de origen) en una situación de desamparo la cual, a su vez, puede traer aparejada la obtención de documentación y acceso a una institución residencial.

      [3] El fenómeno en Cataluña se ha visto enmarcado en un crecimiento desigual que disminuye durante la crisis económica, pero aumenta nuevamente cuando esta última remite. Los recursos son insuficientes (Síndic, el Defensor de les persones, 2018) y, en algún momento, la mayoría de estos son de primera acogida. Ello permite disipar o disimular la problemática social que la presencia del colectivo dispara, pero genera una estructura de embudo dado que los dispositivos residenciales o de inserción son insuficientes y están saturados. Resulta lógico deducir que tal saturación afectará a la calidad de la atención a los menores.

      [4] La Fundación Idea es una entidad comprometida en la promoción de la integración social como ciudadanos de pleno derecho de los niños y niñas y jóvenes en riesgo de exclusión social [https://www.fundacioidea.net/es/].

      IV. HUIR DEL FUEGO PARA CAER EN LAS BRASAS

      Niñas y jóvenes transmigrantes con destino a Europa

      Esther Torrado Martín-Palomino y Celsa M.ª Cáceres Rodríguez

      Universitad de La Laguna

      1. Introducción

      Este capítulo refleja la necesidad de partir de los enfoques de género en los estudios de las migraciones en general y en las de los menores en particular. El título «Huir del fuego para caer en las brasas» refleja cómo muchas de las niñas y adolescentes migrantes configuran sus proyectos migratorios de forma precipitada o forzadas por la necesidad de evadirse de normas patriarcales en sus comunidades de origen, siendo víctimas de múltiples violencias y en ocasiones quedando atrapadas en redes de trata con fines de explotación sexual o simplemente desaparecidas.

      Resulta importante resaltar las especiales dificultades que se presentan para identificar y compilar los datos sobre los menores extranjeros no acompañados y en especial de las niñas y jóvenes, que son especialmente invisibilizadas por ser un colectivo estadísticamente minoritario y por la escasa tradición en los estudios sociales para investigar con perspectiva de género, a pesar de ofrecer proyectos y movilidades migratorias diferentes. Por eso, es preciso, que se aborde desde las cartografías de las realidades de las supervivientes y desde el análisis de los proyectos migratorios de las niñas y adolescentes migrantes en las fronteras intercontinentales y las marcadas diferencias con respecto a las migraciones de los varones. Las niñas migrantes suelen ser objeto de violencias múltiples con mayor asiduidad y los costes migratorios son mayores. Muchas de ellas no son interceptadas por las instituciones de protección de menores y acumulan mayores factores de riesgo y vulnerabilidad para ser captadas en origen, trayecto y destino por las redes de trata con fines de explotación sexual.

      Por ello, es de alta relevancia, comprender y visibilizar las peculiares características de las migraciones de mujeres y niñas. En ese sentido, uno de los paradigmas más completo para explicar las migraciones de mujeres desde la perspectiva de género, es el modelo teórico explicativo de Lim (1993). Desde este modelo, se analizan los elementos determinantes para que una persona emigre, y relaciona el proceso decisivo individual, añadiendo factores y resultados de la inmigración, tales como la influencia de los roles de género de sociedades que definen la posición de las mujeres con respecto a los hombres y sus relaciones de poder en los países de origen y destino.

      2. La necesaria identificación de las niñas, jóvenes y adolescentes migrantes no acompañadas. Visibilizando el género en los estudios de las migraciones

      Además de la escasa tradición de nuestro país en este tipo de migraciones de menores sin acompañamiento de un tutor legal o mal acompañados, existe una dificultad añadida en la correcta interceptación e identificación de estos menores y en particular de las niñas y adolescentes que llegan a España. Esto se debe a varias cuestiones: por un lado, una de carácter general que afecta a varones y mujeres, pues no todos los menores son identificados por las autoridades y en aquellos casos que sí lo son, no tienen la misma representatividad estadística; y por otro, al hecho de que las niñas y adolescentes comienzan a aparecer, con posterioridad a los varones alrededor de los años 2006-2010, existiendo un vacío en cuanto a la compilación de datos sociodemográficos y en especial en las edades y procedencias (Quiroga 2010; Torrado, 2012).

      Asimismo, existen causas de carácter específico y que tienen que ver con la escasa tradición de las ciencias sociales y de los estudios sobre migraciones en investigar con enfoque de género, cuando sabemos que ser mujer o varón modula las decisiones, trayectorias y consecuencias de la migración (Martínez, 2011). Pues, hechos como que la decisión sea personal o familiar, quién es el sujeto que migra y sus causas, así como los factores de integración en los países de acogida, no son iguales en el caso de las mujeres que de los varones (Pérez et al., 2008). Algunos autores han hecho referencia a la importancia de hacer un análisis exhaustivo sobre la capacidad de agencia y las motivaciones a la hora de planificar el proyecto migratorio, así como el impacto en los trayectos y llegadas de los migrantes adultos y menores varones (Gimeno, 2013; Naïr, 2010). Otros, han afinado más el análisis incorporando el enfoque de género para analizar las diferencias que se producen en las migraciones internacionales, considerando, además de la procedencia, el hecho de ser mujer o varón; así, en el caso de las migraciones femeninas, la necesidad u obligación de migrar va a acompañada de riesgos, miedos y vulnerabilidades, que se duplican en el caso de las niñas y adolescentes menores de edad (Palacios, 2016; Sansset, 2010; Torrado, 2012).

      Con esa idea de que el sexo y los mandatos de género definen destinos y comportamientos en las movilidades internacionales, vemos como los y las menores, especialmente las niñas y adolescentes, están sometidas a procesos de mayor invisibilidad, vulnerabilidad y violencia que en el resto de las migraciones clandestinas. También, tal como menciona Mercedes G. Jiménez Álvarez en el Capítulo 1 de este libro, se puede observar cómo sus movilidades han sido estudiadas con menor frecuencia, a pesar de ser un grupo que presenta novedosas especificidades en sus proyectos y trayectos migratorios con respecto a los varones. Esta infrarrepresentación estadística de las niñas y adolescentes se puede observar en aquellas que han sido tuteladas en España, durante el año 2014 representaron el 25% del total, es decir, uno de cada cuatro menores tutelados eran niñas o adolescentes. Sin embargo, esta cifra ha ido disminuyendo progresivamente hasta el 10% del año 2017, las razones no son debidas exclusivamente a la disminución de las migraciones en esa época, sino a que estas menores son cada vez más invisibles a su interceptación por parte de los Estados y de las instituciones de protección. Quizá se deba a que son relegadas con mayor frecuencia a espacios de riesgo vinculados a las redes de trata de seres humanos (Save the Children, 2018; Torrado, 2012) o tal vez porque el número de chicos que llegaron a nuestro territorio en el año 2017 es mayor.

      Es evidente que las mujeres migran en menor medida que los varones y que ello tiene relación con los roles tradicionales de género en sociedades altamente patriarcales, las expectativas de futuro y los controles a su movilidad en sus países de origen. También, está vinculado con el hecho de ser mujeres, lo que las relega a una doble situación de vulnerabilidad, no sólo estructural con la exclusión de derechos como el de la educación o el empleo, sino de sus libertades, sometiéndolas a múltiples violencias y riesgos que se reproducirán en origen, trayecto y destino. Es lo que denominamos «riesgo acumulado», que implicará efectos directos en su salud física, psicológica y sexual, en su integración en las sociedades de acogida y en la posibilidad de mantener los vínculos afectivos o sociales con sus comunidades de origen. En este sentido, las