rel="nofollow" href="#ulink_98072c45-b309-5c19-9665-4ed31b8b2846">[19b]. Regularmente el lamido de la madre hacia la cría tiene una secuencia que ocurre en el mismo orden, se inicia por la cabeza, tronco y finalmente se centra en la zona perineal orientando a la cría hacia la ubre[17c].
En un estudio reciente en India se observó que las búfalas dedican más tiempo a olfatear y lamer el cuerpo del bucerro (12.35 minutos), en especial el área anogenital (3.62 minutos) durante los primeros 30 minutos posparto, y a medida que se incrementa el tiempo estas conductas fueron disminuyendo hasta las 24 horas (3.78 y 1.34 minutos, respectivamente). Por el contrario, a mayor tiempo posparto aumentaron las actividades de mantenimiento (comer, rumiar, descansar, etc.). Además, se observó una correlación positiva entre el temperamento de la madre y el número de intentos de amamantamiento (0.43; P<0.05), así como en el intervalo entre el hallazgo del pezón y el amamantamiento (0.47: P<0.05), lo que indica que aquellas madres con mayor atención y protección a los bucerros dedican más tiempo a ayudarlos a levantarse y mamar lo más rápido posible[1c].
El lamido contribuye a que la cría se seque rápidamente, disminuyendo el riesgo de hipotermia (principalmente en climas fríos), además estimula el funcionamiento del sistema respiratorio, circulatorio, la eliminación de meconio y orina. Durante este período las búfalas permanecen de pie durante más tiempo para tener contacto cercano con sus crías, con el fin de reconocerlas y amamantarlas adecuadamente[21], [22]. Otra de las conductas observadas en las madres es la placentofagia, que consiste en consumir los restos placentarios momentos después del parto; la función de este comportamiento no se conoce con certeza, pero existen varias hipótesis al respecto.
Una de ellas establece que la placentofagia es una conducta de prevención contra los depredadores, puesto que permitiría eliminar una fuente de olores importante que podría atraerlos al lugar del parto; otra plantea que la placenta es una fuente de nutrientes y que aporta hormonas que facilitan la síntesis de leche; una tercera indica que puede disminuir el estrés y el dolor del parto sufrido por la hembra, debido a que podría potencializar el efecto de los opioides, ya que se ha demostrado que la placenta contiene un conjunto de moléculas que se conocen como «Factor placentario potenciador de los opioides» (POEF, por sus siglas en inglés), que actúa aumentando el efecto analgésico. De ahí que sea posible que esta sustancia esté relacionada con la disminución del dolor posparto[17d].
La ausencia de la placentofagia ha sido asociada con el rechazo de los bucerros por parte de la madre, además de la interrupción del lamido y olfateo de la cría. Por ejemplo, algunas situaciones estresantes en el momento del parto (presencia de perros, aves rapaces o personas que asustan a los animales) pueden obligar a la búfala a alejarse, provocando el rechazo posterior de los bucerros o disminuyendo el tiempo de atención a los neonatos. Asimismo, cuando el proceso de parto se lleva a cabo en corrales con mucho lodo (época de lluvia) o mucho estiércol debido a deficiencias en la limpieza, se puede ocasionar que los bucerros se ensucien y la madre confunda su olor evitando el lamido y olfateo de la cría, por lo que será necesario que el personal limpie al bucerro y que, posteriormente, lo coloque con su madre en un corral seco[23].
Por otro lado, se ha documentado que las hembras de condición corporal baja (delgadas) tienen mayor probabilidad de abandonar a sus crías[21b]. La adopción de otros bucerros por parte de las madres, antes del parto, también podría influir en el rechazo de la cría[21c]. Finalmente, las distocias y la baja vitalidad de los bucerros podrían causar el rechazo de sus madres[19c]. La inducción controlada del parto podría ser una herramienta muy útil para facilitar su observación, así como la detección y corrección de distocias, lo que reduciría las muertes perinatales de los bucerros. Previamente se ha informado que la aplicación de dexametasona combinada con cloprostenol a los 330 días de gestación en búfalas, provocó la inducción del parto entre las 12 y las 47 horas, disminuyendo la retención placentaria y la presencia de distocia. En el caso de los bucerros se observó mayor viabilidad en comparación con el grupo control[24].
Se ha establecido también que las hembras de ganado ovino y caprino presentan selectividad materna, que se refiere a que durante la formación del vínculo las madres solo alimentarán a su propia cría[14b]; sin embargo, las búfalas tienen un comportamiento diferente debido a que suelen «adoptar» o «permitir» el amamantamiento simultáneo por parte de múltiples crías no propias[20b], [25], incluso algunas búfalas proporcionan el mismo cuidado (lamer u oler) a los bucerros ajenos (Figura 2)[2g]. Este comportamiento fue denominado por Murphey, et al.[26] como aloamamantamiento, amamantamiento comunal o colectivo[26b]. Estudios previos han señalado que esta conducta puede asociarse con la falta de experiencia materna en hembras jóvenes, la identificación errónea de la madre por parte del bucerro, el robo de leche porque fueron rechazados por su madre o como consecuencia del hacinamiento en los sistemas de estabulación[2h], [6b], [27].
La conducta de aloamamantamiento en los búfalos resulta muy costosa para los sistemas de producción, aparentemente, ya que la leche de una madre que podría emplearse en la alimentación de su propio bucerro se distribuye a otros, generando una correlación negativa (r = -0.498, p<0.05) entre la aceptación de otros bucerros y la tasa de crecimiento del bucerro propio[28]. Adicionalmente, los bucerros podrían estar más expuestos a contraer lesiones resultantes del comportamiento agresivo de las búfalas que no los llegan a aceptar[29]. Sin embargo, algunos autores mencionan que el aloamamantamiento tiene un efecto positivo sobre la producción diaria y total de leche, ya que las búfalas que tienen esta conducta producen una mayor cantidad en comparación con las búfalas que no lo presentan[25b]. Esto sería útil, ya que si se identifica a las búfalas que son propensas a esta conducta podrían ser usadas como posibles nodrizas y así incrementar la supervivencia de los bucerros huérfanos[28b], además los excedentes de leche que reciben de otras hembras pueden mejorar el peso y proporcionar beneficios inmunológicos como consecuencia del contacto múltiple con otras madres[30] (Figura 3).
Figura 2. Amamantamiento comunal, grupal o aloamamantamiento
A) y B) Las búfalas en lactancia permiten que otros bucerros se alimenten de ellas. Fotografías: Luis Alberto de la Cruz-Cruz.
Figura 3. Sistema de crianza de bucerros con nodrizas en Costa Rica. Se recomienda que cada nodriza tenga entre dos y cuatro bucerros
Fotografía: Luis Alberto de la Cruz-Cruz.
Otro de los comportamientos maternos importantes es el cuidado y protección de la cría, reportes de Venezuela señalan que los búfalos domésticos muestran conductas defensivas similares a las de los búfalos silvestres, independientemente del tipo de sistema de crianza; así, cuando las crías están en peligro, las búfalas forman círculos a su alrededor y los machos se colocan frente a ese círculo manteniéndose vigilantes, actitud distinta a la que asumen los vacunos que más bien tienden a dispersarse[31].
En general, en las especies precociales los recién nacidos pueden