que está presente en todo este maravilloso libro donde el relato recupera todo el tiempo las distintas voces de docentes, estudiantes y familia.
Celebro la escritura de este libro, y animo a Ana a seguir dejando su huella escrita para que sea un bien compartido y anime a nuevas generaciones de profesionales egresados de dicha institución. A seguir creyendo, que sólo a través de la educación un pueblo crece, progresa y vive plenamente sus derechos con dignidad.
Elvira Milano, docente, pero por sobre todo, un compartir juntas en la vida la pasión por dar forma a la escuela tal como cada una, soñó la suya…
Lic. Elvira Milano
Directora del Instituto Integral del Sud San Telmo – Capital Federal
Prefacio
El año 2020 marcó un hito en la historia educativa del mundo. Todo se detuvo, nos quedamos en pausa. En educación fue una pausa de quince días, para volver diferentes y a otro tipo de escuelas y aulas. Continuamos trabajando todos los días, conteniendo, enseñando, reimaginando clases con formatos digitales apenas conocidos. Al interior de las casas la cosa se puso complicada, nos transformamos en personas atemporales; las horas del día eran insuficientes, se sumaron las de la noche. Se mezcló el trabajo con las relaciones familiares, los límites se borronearon a tal punto, que era casi imposible establecer horarios y prioridades.
El desborde emocional podía percibirse en estudiantes, familias y profesores, y el fantasma de la deserción comenzó a rondar a las instituciones de enseñanza no obligatoria.
Las instituciones educativas debimos responder a millones de exigencias, mucho más que otras. Día a día se sumaban demandas tecnológicas, curriculares, sociales, familiares y ministeriales; la realidad es que no estábamos preparados para responder con rapidez a ninguna de ellas. Salir de la parálisis y de la incertidumbre fue difícil, pero no imposible. En estas páginas intentaré narrar, con la mayor claridad y exactitud posible, el trabajo que realizamos al interior del nivel superior y cómo hicimos para enfrentar la crisis educativa, responder a las demandas, acompañar a los estudiantes, no perder la continuidad pedagógica, y no morir en el intento.
Este libro, no es una investigación ni es un texto académico. No encontrarán en estas líneas consejos o directrices de cómo deben trabajar en sus escuelas; es la crónica de la experiencia institucional de nivel superior de reinventar el Proyecto Educativo Institucional (P.E.I.) en tiempos de pandemia, que considero de una gran riqueza para compartir. Intenté volcar en estas páginas, las habilidades, las competencias y prácticas educativas, la cultura institucional y por sobre todas las cosas, los aprendizajes que hemos realizado durante el aislamiento. Es nuestra historia reciente.
El trabajo que iniciamos en el 2020 aún no concluye, y como todo en educación, deberá someterse a constantes evaluaciones para mejorar y proponer nuevas acciones.
Este libro está dirigido a los colegas, pero con el pensamiento puesto en que sean los estudiantes los que recojan los beneficios a futuro. Salimos del centro para ponernos al costado, guiarlos en el proceso y aprender de ellos. Muchos de ustedes se reconocerán en esta historia, ya que docentes y directivos, hemos realizado grandes esfuerzos y logrado ricas experiencias en esta contingencia.
El libro tiene varios propósitos, entre ellos:
Que debemos estar atentos a los cambios, innovaciones y transformaciones que puede sufrir el sistema educativo en este siglo.
Que tenemos que acompañar estos cambios con inteligencia, empatía y creatividad.
Que es importante tomar el tiempo para pensar, indagar, planificar, mejorar.
Que es posible crear sistemas propios, sin incumplir la normativa, para la consecución de los propósitos.
Que tener miedo es normal, pero lejos de paralizar, debe ser la plataforma de lanzamiento para crear prácticas transformadoras.
Que hay miles de formas posibles de enfrentar los problemas y las contingencias sin perder el propósito de la educación, ni la vida.
Que el compromiso y el conocimiento son las herramientas fundamentales para la innovación y la transformación educativa.
Tengo la esperanza que este libro pueda motivar algunos cambios en la forma de enseñar y de aprender; a la revisión constante del PEI, como tarea sustanciosa, positiva y de crecimiento para la institución; que la construcción de este importante documento institucional no sea sólo una fecha o dos en el calendario escolar, sino que un trabajo consciente, profundo, de reflexión, que provoque cambios interesantes en el colectivo institucional. La revisión del PEI no se puede hacer en un solo día, es un proceso largo, hay que darle tiempo y parar a pensar cada vez que sea necesario.
Dicen que esta Pandemia por Covid-19 no será ni la primera ni la última de esta década, se avecinan otras, no sabemos para cuándo o cómo serán, lo que si sabemos, es que debemos estar preparados para enfrentarlas. La próxima vez no nos encontrará tan desprevenidos.
Primera parte
¿Hemos podido descubrir el inmenso tesoro que encierra la educación?
“Este 2020 ha sido un año extraño y difícil con un fuerte impacto en nuestras vidas y sociedades, en términos de salud física y emocional, de economía, de educación… pero, a la vez, ha sido un período de nuestra vida que no olvidaremos jamás y que nos ha obligado a replantear miradas, a superar inercias, a rehacer mapas y rutas… ¡Quién nos habría dicho, hace unos años, que en estos momentos nos moveríamos de esta forma!”
Xavier Aragay,
experto y consultor internacional
Pues bien, es verdad que no estábamos preparados para enfrentar una pandemia; pero nadie puede negar que hemos recibido varias advertencias de que esto podría llegar suceder.
Soy una docente como cualquiera. Una entre muchas y muchos que nos levantamos felices cada día, para tirar hacia adelante el carro de un sistema que sabemos es obsoleto. Esta crisis sanitaria, social y económica mundial por la pandemia, no hizo otra cosa que dejar al descubierto las carencias que el sistema educativo siempre ha presentado, pero que ahora, se hicieron mucho más visibles y palpables. Brechas enormes se abrieron entre los que tenían acceso a internet y los que no; los que poseían una herramienta digital y los que no; los que sabían utilizar una herramienta digital y los que no; entre las familias que por factores socioculturales pudieron ayudar a sus hijos y las que no; entre los que tuvieron ganas de aprender y los que no; entre los que hicieron la diferencia con lápiz y papel y los que se quejaron por no poder hacer nada.
Por otra parte, los Estados tuvieron que definir - especialmente en Latinoamérica - si invertían el presupuesto en salud, en seguridad o en educación. Lo cierto es que, de las tres categorías, la menos prioritaria fue la educación. Cada docente, cada familia, cada escuela tuvo que arreglarse con sus propios medios, sus propios elementos, tiempos, presupuestos y espacios. Los docentes, como nunca, tuvieron que aprender a manejar herramientas tecnológicas, contener sus emociones, ser tolerantes, aprendices y super creativos.
Es posible que mucho de lo que pasamos las escuelas a partir del 2020 pudo haberse evitado, especialmente si los gobiernos hubieran estado atentos a lo que los expertos en educación vienen anticipando desde hace décadas; tal vez, estaríamos mejor preparados para enfrentar semejante crisis sanitaria.
Desde hace muchos años, científicos, pensadores y expertos en educación vienen advirtiendo y ofreciendo informes acerca de las tensiones y de los desafíos que debería enfrentar la educación en el Siglo XXI. La UNESCO1, la OCDE2 y la ONU3, han realizado investigaciones profundas en el plano de las políticas educativas y han invitado a los responsables educativos de los Estados a sumarse a las iniciativas, debates, reflexiones y propuestas. Algunos Estados han introducido cambios notables en su sistema educativo y han ponderado las sugerencias recibidas por los expertos internacionales. Otros sistemas educativos más