Ángeles Finque Jiménez

La intervención del socialismo en la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)


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lo que proponía Indalecio Prieto, partidario de una acción beligerante contra la Dictadura.

      La organización socialista no simpatizó con el régimen dictatorial, pero quería evitar una confrontación directa con Primo de Rivera y se adaptó a las circunstancias políticas. Además, opinaban en su seno que no existía ningún sistema de gobierno merecedor para cambiar de postura, como se expresó en el editorial de periódico El Socialista del 27 de septiembre de 1923:

      Esa nuestra «actitud serena y expectante» no es, pues, simpatía, asentamiento ni esperanza.

      Es que en política, y más en las presentes circunstancias, conviene perfilar las actitudes con trazos muy firmes para evitar que se esfumen los contornos. Y la que de momento han adoptado nuestras organizaciones tiende a impedir que se nos crea unidos por ningún vínculo a lo que acaba de huir. Pero eso no significa, ni mucho menos, uncimiento a lo que le reemplaza.

      Persuadidos de que no nos es posible implantar en este instante los propios ideales, hay en nuestra generosidad y en nuestro instinto político impulso bastante para prestar nuestra fuerza —la única seriamente organizada de España— a una solución de profundo avance y de positivo progreso. Mas, ¿por dónde asoma? No lo vemos en los huecos del edificio viejo; pero tampoco en el andamiaje del nuevo tinglado, ni en los solares colindantes.

      La disposición de neutralidad de la Ejecutiva socialista decepcionó notablemente a otros dirigentes como Indalecio Prieto, Teodomiro Menéndez o Fernando de los Ríos, que no entendieron la actitud pasiva de sus correligionarios hacia Primo de Rivera. Representaron una posición minoritaria y muy crítica hacia la decisión de la organización socialista y entendieron que debían unirse a fuerzas liberales y republicanas para luchar contra la Dictadura, lo que provocó dos posiciones enfrentadas en el seno del socialismo, que se acrecentaron y fueron irreconciliables cuando posteriormente intervinieron en el gobierno autoritario.

      Primo de Rivera tendió puentes con el movimiento obrero no revolucionario; al mantener una actitud de inacción, prometió una mejora en las condiciones de vida y trabajo. La nota del 28 septiembre de 1923 dirigida a los obreros por parte del Dictador, en la cual expuso su intención de resolver los problemas sociales mediante una legislación que beneficiaría a la clase trabajadora, fue muy positiva para encauzar las relaciones con un sector del proletariado, deterioradas por la conflictividad entre los agentes sociales. Primo de Rivera intentó acercarse al socialismo invitando a sus partidarios a que colaborasen en la política social del Régimen para alcanzar una equitativa reglamentación del trabajo. Esto influyó en algunos dirigentes, especialmente en Largo Caballero, que, moderado y pragmático, se propuso obtener el máximo beneficio para la clase obrera y para la organización socialista. No tenía muy arraigado el concepto democrático dentro de su ideario, y su máxima preocupación era el desarrollo de la UGT, lo que motivó su actuación en el sistema autoritario.

      El gobierno dictatorial fue cada vez más tolerante con los socialistas, por el empeño de Primo de Rivera de captar a la clase trabajadora pacífica; con ella a su lado, su gobierno saldría reforzado, pues el socialismo constituía un segmento social y político destacado dentro de las masas obreras. Alcanzó su propósito otorgando concesiones a la organización socialista para mantenerla participativa dentro de su régimen. Para el socialismo, el sistema dictatorial representó la posibilidad de preservar los intereses de la clase trabajadora, además de obtener una legislación social apropiada para el desarrollo de la misma. Igualmente, para adquirir preponderancia como fuerza política dentro de la Administración del Estado.

      De este modo, de la actitud pasiva y de neutralidad inicial, se pasó a intervenir dentro del Régimen. Primo de Rivera atrajo a los socialistas para actuar en su gobierno, sobre todo, en el desarrollo de la legislación social y laboral. La ausencia de hostilidad del socialismo español hacia el gobierno autoritario se tradujo en colaboración con un sistema dictatorial.

      60. Vid. El manifiesto «Huelga general de veinticuatro horas. A todo los trabajadores de Vizcaya», El Liberal, Bilbao, 14-9-1923.

      61. Vid. Memoria del XII Congreso del Partido Socialista, p. 89.

      62. «El Partido Socialista, la Unión General de Trabajadores y la Casa del Pueblo recomiendan serenidad y abstención», El Sol, 14-9-1923.

      63. Vid. «Serenidad, trabajadores», El Socialista, 13-9-1923.