Ángeles Finque Jiménez

La intervención del socialismo en la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)


Скачать книгу

que, al estar disueltas las Cortes, ya no ejercía el cargo y no podía hacer nada como representante de dicha institución. No obstante, como dirigente político, Melquíades Álvarez rechazó al régimen autoritario implantado por eliminar las libertades del ciudadano. Y el 12 de noviembre de 1923, Melquíades Álvarez, junto con el conde de Romanones, entregaron un documento a Alfonso XIII en el cual apelaban al deber de convocar las Cortes en un plazo de tres meses. El conde de Romanones describió la entrevista con el monarca «tan breve como poco cordial», pues no le gustó la petición y le reprochó su actitud por cuestionar su función como rey.67

      Los socialistas condenaron de modo pacífico la sublevación militar y requirieron a los trabajadores una reflexiva quietud, ya que entendieron que su finalidad no era luchar contra la sedición militar. No podían exponerse a litigios contra el régimen dictatorial, pues el objetivo principal era evitar a toda costa que se perdieran las conquistas sociales alcanzadas hasta ese momento. No respaldarían un sistema constitucional donde la clase trabajadora no había sido suficientemente reconocida, y el Partido Socialista había intervenido poco en la vida política del país y en la legislación social que tanto repercutía en el sector laboral que ellos defendían. Por ese motivo, aunque el gobierno autoritario eliminara las libertades públicas y privadas, se apeló a la prudencia y no a actitudes beligerantes. Querían permanecer como fuerza política y sindical y no estimaron la propuesta de otros grupos proletarios de crear un «frente único» común.

      El Sindicato Socialista ratificó su posición en el XVI Congreso de la UGT celebrado en 1928. En las ponencias de aquel acto se aprobaron los siguientes puntos, que rechazaban la actuación con otras fuerzas sindicales:

      1º.Que se incurre en un lamentable error al afirmar que existen en España grandes núcleos de organización obrera con los que puedan entablarse negociaciones a los efectos de la unificación de las fuerzas proletarias que luchan por su mejoramiento.

      2º.Que la Unión General de Trabajadores no debe sacrificar ninguna de sus características esenciales en cuanto a táctica se refiere, y mucho menos en aquellas que constituyen su contenido espiritual en orden a la emancipación de la clase trabajadora.

      3º.Que la Unión General de Trabajadores no ha puesto en ninguna ocasión dificultades para que la unidad de los trabajadores pudiera ser un hecho, a condición de que todos los que se agrupasen en su seno coincidieran en la apreciación de aquellas cuestiones fundamentales en las que ha de definirse como colectividad debidamente articulada.

      En definitiva, los dirigentes socialistas se alejaron de cualquier coalición con la CNT y el PC, ya que estas fuerzas no tenían el mismo procedimiento para tratar la problemática social o política. Estimaron que no poseían autoridad moral para solicitar unidad sindical al no adaptarse a la disciplina federativa. Los socialistas entendieron que para alcanzar las verdaderas aspiraciones de la clase social que defendían, la unión perfecta debía ser entre el Partido y el Sindicato Socialista. Ambas organizaciones representaban los mismos ideales e intereses, juntas intervendrían en la vida política del país.