rel="nofollow" href="#ulink_5e5d93d8-0221-5ac1-93f4-1d68f2891f1f">[69] dependía únicamente del medio millar de caballos (542) aglutinado alrededor de integrantes de la Casa Real,[70] esperando que las tropas que estaban siendo reclutadas y movilizadas por las Cortes de Aragón y de Valencia estuviesen pronto dispuestas.
Para finales de mayo e inicios de junio el rey de Aragón, primero en Cariñena y luego en Tarazona, preparaba una angustiosa defensa, esperando la concentración de las tropas asoldadas y realizando convocatorias de movilización general defensiva, la mayor parte frustradas, en Aragón, Cataluña y Valencia.[71] Contratados directamente por la tesorería no pudo reunir más que 500 caballos[72] y los efectivos acantonados en tres castillos castellanos ocupados (22 hombres de armas y 103 ballesteros entre Cihuela, Deza y Borovia).[73] Los 1.000 combatientes a caballo pagados por los estamentos aragoneses sólo estaban dispuestos para la defensa de Aragón y no para ninguna incursión en Castilla, al igual que los 1.000 caballos sufragados por los brazos valencianos, quienes también se oponían a salir del reino descuidando la defensa de sus fronteras. La situación era dramática: siendo muy optimista sólo reuniría cerca de 3.000 caballos. El 8 de julio salía de Tarazona para acantonarse y defender la frontera sur de Calatayud.[74] La única alternativa posible era una solución negociada. Finalmente la ofensiva castellana no llegó a producirse ya que el 25 de julio se ponía punto final a la guerra con la publicación de las treguas de Majano, acordadas por las embajadas de Castilla y la Corona de Aragón nueve días antes.[75] Las treguas cerraban una guerra no deseada por el rey y aceleraban la desarticulación del conjunto del ejército aragonés.
4. LA EXPEDICIÓN MEDITERRÁNEA DE 1432
En pleno mes de junio de 1430, concentrado en la defensa de la frontera de Aragón, Alfonso V expresaba su anhelo de entrendre en los afers d’ Itàlia ab tot ànim e voluntat en cuanto se liberase de las complicaciones castellanas.[76] Las treguas de Majano abrían la posibilidad de retomar por fin la empresa napolitana. Una posibilidad que no desaprovechó. A lo largo de 1431 se iniciaron intensos preparativos navales y militares en las ciudades de Barcelona y Valencia, centros neurálgicos de la expedición naval de 1432, denominada en la documentación como «lo viatge que [el rey] entén fer vers les parts marítimes per honor e reverència de Deu, exalçament de sa reyal corona e aucmentació de sos regnes e terres».[77] De la experiencia de su anterior operación naval de 1420, el rey había sacado la conclusión de que debía centralizar los dispositivos en las dos principales ciudades de la Corona, y a la vez procurarse una financiación libre de negociación en Cortes en la medida en que fuese posible. De hecho, ni se convocaron los estamentos aragoneses ni los valencianos, pero sí los catalanes: el 20 de julio de 1431 convocaba Cortes en la ciudad de Barcelona que se inauguraban el 18 de agosto.[78] Sin embargo era consciente que tendría que negociar duramente con la sociedad política catalana para obtener un subsidio. Así para proveeerse de capitales con rapidez recurrió desde el principio a operaciones crediticias (en Barcelona con mercaderes y en la ciudad de Valencia, créditos de la ciudad y del obispado asegurados con rentas patrimoniales) que le reportaron cerca de 105.100 flor.[79]
Con estos fondos inició una contratación de tropas que presentó dos frentes de reclutamiento, administrados ambos desde la tesorería, en las ciudades de Barcelona y Valencia, donde a partir de principios de septiembre de 1431 se abrieron las correspondientes taules d’acordament.[80] Correspondió a Barcelona, ciudad en donde Alfonso V permanecía desde mediados de marzo de ese año, inaugurar oficialmente la contratación de tropas, tanto gent d’armes como ballesters, mediante una espectacular ceremonia de apertura el 6 de septiembre. Ese día una solemne procesión, presidida por el rey, secundado por el obispo y clero barcelonés y por caballeros portando los estandartes y banderas de la armada, partía de la catedral de Barcelona hacia la plaza de la Llotja. Ante el portal de la misma, donde estaba instalada la taula d’acordar, se había construido un entarimado para albergar la ceremonia. A la llegada del cortejo, Alfonso V subía al escenario instalándose en un sitial bajo una gran bandera con armas reales de Aragón, mientras los diferentes caballeros izaban los estandartes y banderas a sus flancos. Seguidamente el capitán de la flota, mossèn Ramón de Perellós, arrojaba monedas hacia los asistentes y se dirigía a la taula d’acordar contigua al escenario, depositando 15.000 flor. para contratar las tropas, dando por oficialmente inaugurado el enrolamiento. El objetivo de tan solemne ritual era proclamar de forma grandiosa que el Estado ofrecía sueldo a quien quisiese alistarse pero también, indirectamente, realizar un llamativo acto público para reafirmar el objetivo estatal de monopolizar la conducción y ejercicio de la guerra. En la citada taula d’acordar, el tesorero, Francesc Sarçola, comenzaría a contratar tropas durante dos meses hasta el 6 de noviembre, concentrándose el reclutamiento de las compañías de caballería entre los días 6 y 28 de septiembre. Paralelamente en la ciudad de Valencia, Pere Ferrer, oficial de la tesorería comisionado para administrar allí los alistamientos, abría, desde la segunda quincena de septiembre, una taula d’acordament en la plaza de la Llotja de dicha ciudad para contratar gent d’armes, y desde el 4 de noviembre otra taula d’acordar, ubicada en la plaza de la Figuera, encargada de enrolar la tripulación de la galera real (marinos, remeros y combatientes), la primera inaugurada con una ceremonia similar a la de Barcelona.[81] Al igual que el tesorero, Pere Ferrer comenzaba a contratar compañías armadas el 22 de septiembre tarea que prolongaría hasta el 24 de octubre. En otoño el acordament en Barcelona quedaba concentrado en el reclutamiento de ballesteros, mientras que en Valencia se procedía a iniciar el alistamiento del personal de la galera real: hasta inicios de 1432 ninguna de las taules volvería a contratar compañías de gente de armas. Durante el mes de enero (entre los días 2 y 28) en Barcelona se reanudaba el reclutamiento de compañías, al igual que ocurriría en Valencia entre enero y febrero.
En conjunto se contrató el servicio de tres meses de 1.000 ballesteros, organizados en 40 condestabilías (compañías a cargo de condestables) de 25 efectivos y un total de 239 comitivas de gente de armas que aportaban un contingente de 1.021 combatientes de caballería, entre hòmens d’armes (510) y pillarts (511),[82] en el trancurso de dos ciclos de pagos en Barcelona y Valencia: entre septiembre y octubre de 1431 en adelanto de un mes de soldada (acorriment de sou) y entre enero-febrero de 1432 en cumplimento de dos meses más (acorriment e paga complida). En consonancia con el proyecto de reunión y salida de la flota previsto para finales de marzo, el rey pretendía concentrar las tropas contratadas a lo largo de la primera quincena del citado mes en els Alfacs, a donde deberían ir acudiendo desde Barcelona y Valencia, y donde los respectivos capitanes deberían realizar las mostres o alardes ante los oficiales encargados de pasarles revista, el escrivà de ració y sus ayudantes. A tal fin fueron convocadas, a través de crides publicadas en Valencia y Barcelona, durante el mes de febrero.[83] Sin embargo, la celebración de las Cortes de Cataluña, que entretenía al rey desde agosto de 1431, retardó los planes a la primera quincena de mayo, cuando el monarca pudo concluir las citadas Cortes obteniendo de ellas –tras arduas negociaciones– un substancioso subsidio de 80.000 flor. La inyección de capital a la tesorería que ello supuso permitió ampliar el tiempo de servicio de los efectivos contratados desde el año anterior: así, Bernat Sirvent, el nuevo tesorero que ese mes de mayo sustituía a Francesc Sarçola, pagaba entre los días 20 y 21 la soldada adelantada de un mes más al conjunto de tropas,