interesado en consolidar su poder local y quien sería atraído tardíamente a la causa angevina. Para el monarca la guerra se presentaba dura y larga. La isla de Ischia junto con Gaeta, tomada por el infante Pedro el 25 de diciembre de 1435, se convirtieron en las principales bases de los ejércitos y galeras del rey. Inicialmente fracasó en su intento por acabar pronto la contienda con un golpe decisivo (fallido asedio de Nápoles en otoño de 1438 en el que pereció su hermano, el infante Pedro); pero la inesperada muerte de Jacobo Caldora (noviembre de 1439) favoreció la decisión real de ir estrechando un cerco sobre Nápoles que comenzó con las operaciones de 1439-1440: las conquistas de Acerra (diciembre de 1439), Aversa (enero de 1440) y Benevento (diciembre de 1440) extendían una tenaza sobre la capital casi insalvable.
Las campañas de 1441 fueron decisivas para completar el asedio sobre Nápoles ya que buscaron anular a lo largo del verano la oposición armada al este de Nápoles (bases de capitanes de Sforza) dejando vía libre para el asalto definitivo a la capital en otoño. Para llevarlas a cabo el rey disponía a su servicio el mayor potencial armado de sus guerras italianas, y sin la mediación de grandes condottieri –a diferencia de su primera incursión napolitana en 1421–, aunque se trataba en su mayor parte (73 %) de fuerzas aportadas por nobles, capitanes y hombres de armas napolitanos e italianos.[100] Un potencial armado, de hecho, muy elevado. A través del cotejo sistemático de los pagos de soldada contenidos en las cèdules de la tesorería de enero-febrero de 1441[101] y en las órdenes reales de pago de abril a junio,[102] con los propios pagos efectuados en abril registrados en la contabilidad de la tesorería del periodo marzo-julio del mismo año,[103] cuantifico un ejército real integrado nada menos que por 5.498 caballos (1.832 lanzas) organizados en 289 compañías y 1.600 tropas de infantería (1.400 infantes y 200 ballesteros en un total de 18 condestabilías). En ese ejército no incluyo a los efectivos que, a pesar de tomar sueldo de las finanzas reales, lideraban dos importantes condottieri que servían en otros frentes de la campaña real de 1441 y ejercían sobre sus tropas un mando virtualmente independiente del rey. Por una parte los 2.100 caballos (700 lanzas) y 500 infantes comandados por el principal barón local, el príncipe de Tarento, Giovanni Antonio del Balzo Orsini, gran condestable del reino; y, por otra, el contingente similar (700 lanzas y 500 infantes) a cargo de los condottieri Antonio y Ramon Caldora.[104] Uniendo el ejército real a esos efectivos el global asoldado por Alfonso V en 1441 ascendió a la impresionante cifra de 2.600 infantes y 9.396 caballos (3.232 lanzas). Buena parte de esos efectivos serían los que iniciarían el asedio final a Nápoles a comienzos de noviembre de 1441.
Centrémonos, no obstante, a partir de las tropas articuladas para el verano de 1441, en la movilización del ejército real, sus pagos de soldada y fuentes de financiación, plenamente ilustrativas de la mecánica empleada por el rey en sus guerras italianas. En primer lugar hay que reseñar que el grueso del ejército real de 5.500 caballos y 1.600 infantes no se reclutaba para la presente operación ex profeso sino todo lo contrario. Buena parte de los capitanes y líderes de comitivas armadas, tanto de gente de armas como de infantes, ya venían sirviendo al rey desde anteriores campañas, sobre todo desde 1439, aunque en 1440-1441 tropas a cargo de nobles y caballeros valencianos y sicilianos llegaron a tierras napolitanas a reforzar el ejército real.[105] Era en gran parte un ejército veterano y plenamente movilizado. Es probable que el grueso del mismo estuviese con Alfonso V en enero en Benevento, ciudad que el 19 de diciembre del año anterior había sido rendida;[106] de ahí, la mayoría de las tropas se desplazarían hacia Aversa, mientras que otros contingentes se dirigirían a Capua y a Gaeta, a reunirse con los efectivos que allí permanecían y a abastecerse de caballos de guerra que, regularmente, eran enviados desde Sicilia a esta última ciudad.[107] En el mes de abril el 80 % de las tropas estaban reunidas ya en la ciudad de Aversa donde se encontraba el rey y el resto en Gaeta.[108] Había finalizado una campaña y el ejército se acantonaba esperando la reanudación de las operaciones. Para llevar cabo el siguiente objetivo y mantener dispuestas las tropas, el rey dependía de poder dar el correspondiente pago adelantado de soldada, el acorriment de sou o emprestança, librado regularmente durante la primavera y fijado en una cantidad de 60 duc. por lanza que remuneraba el servicio armado durante el periodo anual de campañas (6-7 meses): sólo ese dinero avanzado permitiría que el ejército se mantuviese operativo. Para ello el tesorero Mateu Pujades fraccionó los pagos en tres tipos de cantidades, 3, 10, 6-7 y 30 duc. por lanza. Mientras entre el 18 y 19 de febrero ejecutaba el primer pago de 3 duc.,[109] a lo largo del mes de abril libraba las tres cantidades restantes: dos entregas de diversas piezas de draps a razón de 10 duc.[110] y otras tantas en metálico por 30 duc. y un complemento de entre 6 y 7 duc. (variable según las compañías).[111] En total había pagado el acorriment o emprestança de 60 duc. la lanza, dos tercios del mismo en dinero (40 duc.) y el resto en draps (20 duc.).
En este pago combinado de los adelantos de soldada en diners, en moneda, y en especie, en draps, hemos de ver uno de los mecanismos de financiación del reclutamiento de tropas más usado por Alfonso V. Aprovechaba una tradición italiana poco difundida, pagar parte de la soldada no en metálico sino en especie (en paños, grano, sal, vino, etc.), readaptándola en su beneficio de forma muy amplia.[112] Procedía a la adquisición masiva de draps de la industria textil de sus dominios peninsulares para complementar el numerario como medio de pago. Con los draps pagaba parte del sueldo de sus tropas evitando los transtornos a la dinámica económica peninsular que hubiera reportado las transferencias de ingentes cantidades de moneda para pagar soldadas sólo en metálico. Aprovechaba la producción textil de las ciudades más importantes de la Corona en favor propio, en sustitución de la circulación de numerario: desde 1425, aunque de forma masiva a partir de 1436 y, sobre todo, 1440-1441, era frecuente que el rey comisionase a oficiales hacia Valencia, Mallorca o Barcelona para que comprasen partidas de paños destinadas al acorriment de sus tropas.[113] El circuito de intercambios entre sus dominios deçà e dellà mar, productos textiles, pero también el tradicional trigo siciliano e incluso sal ibizenca,[114] era rentablemente utilizado por el rey para financiar sus campañas al tiempo que beneficiaba el desarrollo económico de sus ciudades mercantiles y productoras peninsulares.[115]
Pero junto a la adquisición de draps, otra mecánica para evitar la excesiva transferencia de numerario era la utilización exhaustiva de letras de cambio giradas desde Nápoles hacia Barcelona, Valencia o Palermo y utilizadas para anticipar ingresos desde subsidios de Cortes a rentas patrimoniales en los dominios ibéricos y sicilianos.[116] Pero también el propio crédito bancario siciliano jugó un papel fundamental en la dotación de fondos para sufragar la contratación de tropas.[117] A él habría que añadir los frecuentes préstamos realizados de nobles, cortesanos, mercaderes y oficiales que servían al rey en Nápoles (tanto italianos como peninsulares): préstamos, a veces asegurados sobre la asignación de ingresos, que efectuaban para lograr una promoción concreta en el entorno real.[118] En conjunto, en la estructura de los ingresos de la tesorería general de marzo a julio de 1441 se aprecia perfectamente