AAVV

Universidades, colegios, poderes


Скачать книгу

gobierno en dificultades»,25 o como más detalladamente señala Enrique Krauze:

      La principal preocupación del gobierno era entonces obtener el reconocimiento diplomático norteamericano, pero sin necesidad de ceder en los puntos centrales de la Constitución. Cualquier presión era válida en esas circunstancias y Obregón discurrió organizar las fiestas del Centenario de la Consumación de la Independencia invitando a todos los países que habían reconocido ya a su gobierno y evidenciar de esta manera la injusta actitud de los Estados Unidos. Como parte del tinglado, el Presidente de México aceptó que el presidente de los estudiantes [Daniel Cosío Villegas] convocara a un Congreso Estudiantil Internacional que coincidiera con las fiestas.26

      Fue así como desde julio de 1921 el rector convocó a todos los países amigos a participar en un sínodo estudiantil, al que acudieron trece países además de la Liga Panamericana de Estudiantes de Nueva York, el Grupo «Ariel», también de Nueva York, y una amplia representación de «delegados adherentes», cuya mayor parte eran mexicanos. Estos últimos estaban conformados27 por aquello estudiantes o exestudiantes, con no más de tres años de haber abandonado las aulas, que desearan inscribirse para las deliberaciones, aunque únicamente tendrían derecho a voz. Buena parte de ellos empezaban a destacar en los distintos ámbitos de la vida política y cultural del país.

      Entre las representaciones que acudieron al primer congreso destacaron Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y, por supuesto, el país anfitrión, y todos ellos contaban ya con una Federación de Estudiantes. El primero de ellos estuvo representado por cuatro grandes figuras, entre las que sobresalen Héctor Ripa Alberdi, presidente de la delegación, y anteriormente miembro de la junta representativa de la federación universitaria argentina, y Arnaldo Orfila Reynal, quien había sido presidente del comité de la huelga grande de la Plata, secretario del comité pro afianzamiento de la reforma educacional y de la asociación de exalumnos de la Universidad de la Plata. Por Colombia estuvo el escritor José Eustasio Rivera, ampliamente conocido por su libro La Vorágine; mientras que Perú envió una representación formada por un grupo de jóvenes con varios años de actuación estudiantil, acompañados por el doctor Víctor Andrés Belaunde. Por lo que toca a México, el país anfitrión, tuvo como representantes a Daniel Cosío Villegas, Raúl J. Pous Ortiz, Rodulfo Brito Foucher, Francisco del Río y Cañedo y Miguel Palacios Macedo.28

      Para orientar las deliberaciones de la asamblea se estableció un temario conformado por diversos puntos, los que dieron lugar a interesantes discusiones y resoluciones, tanto desde el punto de vista económico como político y moral. Particularmente importante es que se acordó hacer a un lado todas aquellas «cuestiones sentimentales y sin importancia», pues se consideró que únicamente darían lugar a discursos fáciles y sin contenido. La agenda concertada se constituyó de los siguientes puntos:

      a) Función social del estudiante

      b) Método más adecuado para establecer esa función

      c) Objeto y valor de las asociaciones de estudiantes

      d) ¿Convendría la organización de una federación internacional de estudiantes?

      e) Bases sobre las que debieran descansar las relaciones internacionales en opinión de los estudiantes

      f) Ejecución de las resoluciones del Congreso29

      En atención a las características, antecedentes ideológicos y militancia universitaria con que contaba buena parte de los participantes, así como a las directrices que normaron los debates, estos condujeron a seis resoluciones sumamente ambiciosas y complejas, cuyo cumplimiento significaba cambios radicales en aspectos medulares de la organización del país. Al respecto, concluye Enrique Krauze: los delegados «llegaron a las regiones más sublimes de internacionalismo estudiantil […] Era una borrachera mística, la primera gran fiesta civilizada después de diez años de fiesta de las balas».30

      Solo por dar una idea del tipo y nivel de las cuestiones abordadas, a continuación citamos algunos de los acuerdos que se alcanzaron, los que sin lugar a dudas rebasaron con mucho el temario original. El primero de ellos proclamaba que la juventud universitaria lucharía por el advenimiento de una nueva humanidad, fundada sobre los principios modernos de justicia, tanto en el orden económico como en el político. Para lograrlo, los estudiantes se proponían luchar por la abolición del «concepto de poder público», ya que este se traducía en el dominio de los menos sobre los más; por destruir la explotación del hombre por el hombre y el sistema vigente de propiedad y por la integración de los pueblos en una comunidad universal. De manera optimista, ante los graves problemas que entonces agitaban al mundo, prometían luchar por una nueva organización social, la que a su vez conduciría a la realización de los fines espirituales del hombre.

      El segundo se refería de manera directa a la relación entre la escuela y la política, una de las principales motivaciones de los congresistas:

      …debiendo ser la escuela la base y garantía del programa de acción social ya aprobado, y considerando que actualmente no es el laboratorio de la vida colectiva sino el mayor de los obstáculos, las asociaciones de estudiantes en cada país deberán constituirse en el censor técnico y activo de la marcha de las escuelas, a fin de convertirlas en garantía del presente y en institutos que preparen el advenimiento de una nueva humanidad. Al efecto, lucharán por la enseñanza en general, y en especial la de las ciencias morales y políticas.31

      Dentro de la misma resolución se hacía hincapié en la importancia que significaba la difusión de la cultura a través de la extensión universitaria, al mismo tiempo que se convocaba a fortalecer la solidaridad estudiantil como el medio idóneo para constituir «una fuerza efectiva y permanente que sostenga e impulse, con el pensamiento y con la acción, todo movimiento constructivo o destructivo a favor de ideales proclamados antes y conforme al método que al efecto establezcan las federaciones o centros estudiantiles».32 A partir de entonces, sería obligación de los estudiantes el establecimiento de universidades populares, libres de todo espíritu dogmático y partidista, además de que se sancionaba la participación de los jóvenes en el gobierno universitario y la libre docencia.

      Si creemos la versión de Pacheco Calvo, los resultados del congreso fueron bastante cuestionables; el desarrollo de las sesiones fue por demás irregular, primero por la inasistencia de un buen número de delegaciones y segundo por los festivales y ceremonias organizados en honor de los congresistas, lo que motivó que estos se distrajeran y avanzaran poco en sus respectivas tareas, además del problema que significó la comunicación entre los delegados europeos y los americanos, ya que de las universidades de Asia, Oceanía y África únicamente se presentó a la primera sesión un estudiante chino quien después «desapareció».33

      Por último, expone el mismo autor, el congreso «fue francamente socialista», lo que le valió duras críticas por parte de la prensa estudiantil e incluso provocó que Benito Flores, presidente de la Federación de Estudiantes de México, desconociera públicamente las resoluciones adoptadas. Total, concluye el escritor, en la mayor parte de los países estas no pasaron de letra muerta, aunque en el caso de México las cosas tomaron tintes más graves, pues motivaron la escisión de los delegados locales y el que rechazaran los acuerdos del congreso bajo los siguientes argumentos:

      Que las conclusiones, si fueran adoptadas por la Federación, crearían para ésta la obligación de luchar por destruir la actual organización política y económica de la sociedad, cosa que no solo estaba fuera de sus finalidades, sino que era contraria a las disposiciones expresas de los estatutos. Que estando la Federación integrada por individuos de todos los credos, no podía imponerse cualquiera de ellos.34

      Krauze, en cambio, reconoce en la «romántica generosidad» del congreso internacional de estudiantes la influencia de Vasconcelos: la del tono, la emotividad y el énfasis en el latinoamericanismo. Vista de manera aislada, añade el historiador, no pasaría de ser una nueva versión, colectiva y algo teatralizada, del Ariel de Rodó. Añade que el ejemplo de Vasconcelos, expresado más en obras que en buenas razones, sirvió de contrapeso reduciendo el romanticismo juvenil a sus justas dimensiones. «Su herencia