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Espais i imatges de la Generalitat


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Martín de Viciana, que se detiene en la narración de los hechos con aporte de documentación, y proporciona como número de fallecidos doce caballeros y ciento cincuenta infantes del bando realista y unos dos mil quinientos del agermanado, señala el lugar preciso del monumento:

      El esquadrón de Valencia estaba donde es la torre de don Juan de Villarrasa señor de Faura: y el duque tenía su gente a cien brassadas de los enemigos: de sta manera que la cruz que nombramos de la victoria que por la memoria desta batalla, la pusieron: esta en el medio de donde los dos exércitos estaban.39

      Entre una y otra referencia documental, la madera se deterioró, por lo que el gobierno municipal, el 22 de junio de 1542, decidió recordar la citada batalla con un monumento en piedra: la Creu de la Victoria.40 Los jurados querían dejar memoria de cómo en

      temps de les comucions populars contra Sa Magestat’ […] Dios quiso dar el triunfo ’al Exmo. Señor duch de Sogorp e als fels de Sa Magestat contra los pérfidos agermanats en la cruel batalla que entre aquells fou entre Morvedre e Almenara. Fonch feta en lo terme de Morvedre en lo lloch de la tant senyalada victòria una creu nomenada de la Victòria, la qual per ser de fusta es cayguda. Per ço, per conservació de la memòria de tan senyalada victòria en honor y reverència de Nostre Senyor Ihesucrist e en sufragi de les ànimes dels fells defunts en dita batalla, attés que en la villa de Morvedre contribueix en los càrrechs de Murs y Valls, proveheixen perco que de nou sia feta e construïda una molt solempne creu de pedra en la qual y sien posades les armes della present ciutat de València e del Exmo. Senyor duch de Sogorp, e en la qual se ajen descriure los noms y cognoms dells obrers y officials de Murs y Valls e de les magnífichs jurats que huy son. E cometen la obra e constructió de dita creu al noble don Lluís de Villaraza, obrer per lo extrem bras militar.41

      El maestro elegido para erigir el monumento fue mosén Joan Baptista Corbera, que como hemos señalado tuvo un destacado papel en el edificio de la Generalitat y otras obras de la misma institución, así como en las empresas constructivas del municipio. En 1542 dirigía la construcción del nuevo puente de Serranos, que servía de principal entrada a la capital, y gran parte de los trabajadores participaron en una y otra fábrica, en gran medida desde la capital valenciana. El jornal para el maestro de la obra era de cinco sueldos, para el escultor de cuatro y medio, para los canteros de cuatro y para el personal no cualificado de dos. Entre el 11 de julio y el 4 de agosto se constata la participación de los canteros Pedro Burdeus, Pedro Navarro, Bernat Francés y García de Gamecho, y el escultor Baltasar Fortuny. El último día citado de agosto se ordenó que parara la actividad a Lluís de Vilarasa (o Villarrasa), señor de Faura y obrero de la junta por el brazo militar que supervisaba la gestión de la obra.

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      Figura 6. Cruz de la Victoria. Fotografía publicada en Archivo de Arte Valenciano, 1928, p. 79.

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      Figura 7. Cruz de la Victoria, Sagunto. 2018.

      Para esta última decisión no tenemos justificación, simplemente llamamos la atención sobre el hecho de que se apartara de la obra municipal al representante del brazo militar, aquel que con mayor naturalidad se podía vincular la memoria de la evocada batalla y que, además, era señor del lugar donde aquella se celebró. Precisamente, como constatan las crónicas, el ejército agermanado estaba en la torre conocida en tiempos de Viciana de don Juan de Vilarasa, señor de Faura, y entre los doce caballeros que murieron en la batalla figura Pedro Remón de Monsoriu, señor de Faura, y su hermano Jerónimo.42 Motivos más que suficientes para inferir que estaba altamente implicado en una obra que tenía un sesgo municipal. La obra fue inspeccionada por el jurado mosén Jerónimo Almunia y el noble don Lluís de Castellví, canónigo, obrero por el brazo eclesiástico en la junta y en este tiempo clavario de la Diputació.

      El día 29 de agosto el cantero Pere Vilanova aportó la piedra blanca de Barxeta para la cruz, así como su fuste, por cinco y una libras, respectivamente. El día 30 el carpintero Miquel Ravanals hizo el andamio para trabajar. El 5 de septiembre se ratificó el lugar sobre el que debía asentarse el monumento. Desde el día 18 se remuneran los trabajos bajo la dirección de mosén Joan Baptista Corbera, y en este mes trabajan los canteros Bernat Francés, Pedro de Burdeus, Miquel de Liarte, Martín de Speyta (Azpeitia?), Bernat Calmont y Francí Many, así como el escultor Ramón Strampe, que además talló los escudos de la ciudad. El día 30 el carpintero Miquel Ravanals cobró por dos molles para las columnas de la cruz, lo que parece indicar que estaría cubierta.

      Resulta altamente indicador un hecho: la decisión municipal de la Junta de Murs i Valls de erigir un monumento a la batalla de Sagunto se produjo justo la víspera de la apertura oficial de las cortes en Monzón, a las que la propia junta llevaba su reclamación de una deuda de once mil ducados. Las cortes se prorrogaron en la catedral de Valencia desde enero de 1543. Por este traslado, Carlos V y su hijo el príncipe pasaron por el monumento en construcción antes de hacer entrada en la capital valenciana a comienzos del mes anterior. En el primer cuatrimestre de 1543 la cruz tal vez se cubriese, y se cerrase con puertas la capilla del basamento a la que se accedía bajo un arco de medio punto, y se acabaron las labores escultóricas. El cantero Pere Vilanova cobró setentaicinco libras por la piedra, su trabajo y transporte. Corbera diciocho ducados por las armas del duque de Segorbe, así como por la piedra y la inscripción, cuyo texto aportó Pere Antoni [Beuter], reverendo maestro en Teología. El maestro escultor Ramón Cascant cobró dos libras por tallar en la cruz a la Virgen y Jesús en la cruz. Estas labores de talla se realizaron en Valencia. Las cuentas se cerraron el 5 de septiembre de 1543, cuando el maestro Corbera cobró treinta jornales a cinco sueldos cada uno.

      La Cruz de la Victoria se acabó cuando se sucedían los llamamientos a la defensa del reino ante las tensiones con Francia y la amenaza de la Armada turca, que volvía a hacer presente la necesidad de unidad frente al exterior, tal y como en su día denunciaron corrientes del humanismo erasmista. Los representantes municipales evocaban una victoria contra el ejército de Valencia, formado por los que ellos mismos llamaban «pérfidos agermanats», y el resultado se asociaba al perfil estamental del reino: la cruz con representación de Jesús y, sobre todo, de la Virgen, en la omnipresencia de la religión, aludía al eclesiástico y a la legitimación divina de la victoria; la armas del duque de Segorbe al militar; y el escudo de la capital y los nombres de los cargos de la Junta de Murs i Valls de dicho año principalmente a los tres estamentos, pero con cuantitativa presencia del real presente en la ciudad de Valencia. De modo elocuente, la estructura del monumento presentaba un inusual soporte de tres lados.

      El monumento honraba a los difuntos fieles a la causa vencedora, y con su planta triangular evocaba en el gobierno terrenal a los tres brazos, mientras que en el espiritual lo hacía a la Trinidad. Este aspecto, que reafirmaba la identidad cristiana frente a la musulmana, era relevante, puesto que el monumento erigido para recordar a los fieles servidores de Su Majestad en la batalla debía incluir a los mudéjares. En esta y otras batallas, ellos fueron las principales víctimas entre las filas del bando real, molta morisma como decía Soria en su dietario y Viciana en su crónica. Sin embargo, tras la victoria del grupo en el que se adscribían, en 1525 se les obligó a ser cristianos. La inusitada forma triangular del monumento, a su vez, no distaba de la estructura que presentaba sobre el contemporáneo puente de Serranos el casilicio que cobijaba una cruz, el primero erigido en Valencia. Estructura, al mismo tiempo, que actualizaba el patíbulo romano, pues presentaba la forma de una tradicional horca de tres vigas, como la que estaba instalada en la plaza del Mercado de Valencia y puede verse también en la vista de Wyngaerde. Un posible efecto psicológico aleccionador frecuente en los caminos, y acorde con la semiótica de la justicia y el castigo que en este caso hacía mención al destino de los sublevados: los agermanados, pero también los mudéjares, pues si bien combatieron en el bando real, la posterior conversión forzosa hizo que algunos se alzaran en armas y corrieran parecida represalia.

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      Figura 8. Cruz de