en 1919, año a partir del cual tomaría el nombre de Teatro Bolívar (Castro 1996b; Domínguez 2004; Herrera 2013a; Reyes 1996). La zarzuela y la ópera llegaron a esta ciudad en la década de 1890 con la Compañía Hispanoamericana Dalmau-Ughetti y la Compañía Lírico Dramática Azuaga, para el caso de la primera, y la Compañía de Ópera Italiana Zenardo, respecto a la segunda (Herrera 2009, 2011). Esta última compañía pertenecía al señor Francisco Zenardo, quien fuera el artífice de la construcción del Teatro Municipal en Bogotá, en 1890.
14 Otras entretenciones de menor trascendencia eran las exhibiciones de equitación, maromeros, pirotecnia y globos aerostáticos (Cordovez Moure 1893), así como las expediciones recreativas al salto del Tequendama (Ibáñez 1917) y las jornadas de cacería de venados en la Sabana de Bogotá y de patos en la laguna de La Herrera (Wills 1935a).
15 Entre 1845-1850 y 1866-1870 las importaciones crecieron a un ritmo anual de 3 %, mientras que durante los años setenta crecieron al 5,9 % anual, manteniendo un crecimiento similar hasta finales de siglo, cuando comenzaron a decaer (Ocampo 1984, 149). Para la década de 1860, los textiles conformaban el 70,2 % de las importaciones del país, participación que disminuyó paulatinamente hasta llegar al 52,7 % en la década de 1890. Por su parte, los bienes de capital constituían el 4,9 % de las importaciones en la década de 1860 y el 11,5 % en la de 1890 (Ocampo 1984, 159).
16 En Madrid esta propuesta escénica era llamada “teatro chico” (Moral 2001).
17 “Preparado el hipódromo en la llanura de La Floresta, al occidente de la ciudad, se reunió en él varias tardes de aquel año numerosísima concurrencia, ávida de gozar de la nueva diversión. Allí se trasladaba en su mayor parte a pie, pues no había en la ciudad vehículos de ruedas, y aunque hubieran existido no se hubieran podido aprovechar, pues el mal empedrado de las calles no permitía transitar sino a los peatones” (Ibáñez 1923, 331).
18 Bogotá era la ciudad más poblada de Colombia y en 1851 contaba con 29 649 habitantes. Esta suma había ascendido a 40 833 en 1879 y a 95 813 en 1884, pero hacia 1898 el número de habitantes se redujo a 78 000. Esta situación se debió a la migración hacia zonas de tierra templada de cultivo de café y a las dos guerras civiles de 1885 y 1895, las cuales ocasionaron traumatismos en la dinámica demográfica de la ciudad (Mejía 1999). Por otra parte, en 1894 la población de Buenos Aires era de 950 891 personas (Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires 2013).
19 Aunque la élite bogotana estuvo compuesta por todos estos grupos sociales, dentro de ellos fueron intelectuales, como José María Cordovez Moure; empleados oficiales, como Genaro Valderrama, y empresarios, como Francisco Zenardo o los hermanos Carlos José y Rafael Espinosa, quienes representaron, adoptaron, impulsaron y difundieron inicialmente las entretenciones de las que se está hablando. La importancia de estos personajes y de algunos otros en el proceso que se está estudiando será comentada en los siguientes capítulos.
20 Aunque a mediados del siglo XIX Bogotá era una ciudad predominantemente mestiza, la población era identificada según criterios raciales por la clase de oficio que efectuaba. De esta forma, los pocos indígenas que había y los mestizos pobres realizaban oficios de peonaje, en el caso de los hombres, y servicios domésticos, en el de las mujeres. Por tanto, las actividades básicas de la ciudad, como el abastecimiento de los mercados, el aprovisionamiento de agua y los cuidados básicos del hogar y de las personas de clase alta, estaban a cargo de estos sectores de la población. De otro lado, un sector mayoritario de los mestizos estuvo conformado por artesanos, tenderos y pequeños comerciantes, quienes con la incorporación paulatina de la economía capitalista fueron acumulando un capital que les permitió ascender socialmente a través de sus hijos, que se convirtieron en profesionales o empleados oficiales. A este panorama se sumaban los propietarios de haciendas y comerciantes que desde la Colonia eran denominados criollos y conformaban la clase alta de la ciudad (Mejía 1999).
21 Tal vez las corridas de toros fueron la única entretención en la que se podían encontrar todas las clases sociales de la ciudad, aunque con seguridad este equilibrio tendió a variar en favor de clases mejor acomodadas en la jerarquía socioeconómica con la construcción de los circos de toros a partir de 1890 y el cobro de entradas a los espectáculos públicos. Por otro lado, es probable que el modelo compacto y no expansivo que presentó la ciudad haya favorecido el sostenimiento durante las últimas décadas del siglo XIX de las corridas de toros como una diversión de todas las clases sociales, pues en la zona central, que era la más poblada, cerca de donde se ubicaba el circo de toros construido en 1890, se concentraba la población sin presentar especialización espacial por oficio o clase social, a diferencia de las zonas periféricas, donde sí se desarrolló algún grado de especialización al ser pobladas por los sectores sociales más pobres. El modelo compacto implicó entonces que en la zona central convivieran todas las clases sociales y se mezclaran todos los usos y servicios de la ciudad: bancos, agencias comerciales, restaurantes, universidades y residencias (Mejía 1999). Es importante aclarar que la marcada división entre prácticas de diversión por clase social se fue difuminando en el siglo XX con la mayor diferenciación de clases sociales a medida que la ciudad se industrializaba, se engrosaban las capas medias, aumentaba la capacidad de consumo de los obreros y se regularizaban las horas del trabajo industrial.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.