Sandra Arenas

Ecumenismo


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importancia consiste en tres principales factores: el crecimiento del conocimiento mutuo y de la formación de la conciencia ecuménica; el diálogo sobre cuestiones pastorales y doctrinales (sobre todo en los 14 encuentros de los dirigentes de iglesias de 1974 a 1982); la toma de posiciones comunes sobre cuestiones sociales. En el aspecto teológico-doctrinal, el principal resultado de ese período fue el acuerdo sobre el mutuo reconocimiento del bautismo, realizado entre católicos, luteranos y anglicanos (16/05/1978).

      c) El tercer y actual período va desde la creación del Consejo Nacional de Iglesias Cristianas de Brasil (Conic) (1982) hasta hoy. Es el momento de consolidación de iniciativas tomadas en los períodos precedentes, como el incremento de las preocupaciones teológicas y de la acción conjunta. Dos hechos acreditan esto: 1) Los seminarios de estudios sobre temas como el Bautismo, Eucaristía y Ministerios (BEM, Curitiba, 1985), la doctrina de la justificación por la fe (Porto Alegre, 1998), la hospitalidad eucarística (Brasilia, 1999), el bautismo común (2006), la misión en perspectiva ecuménica (2014), la opción por el diálogo interreligioso (2014). 2) La cooperación en la acción, como la actuación de cristianos evangélicos en las pastorales sociales de la Iglesia católica; el establecimiento de áreas comunes de misión en algunas regiones de Brasil (Morro de Santa Teresa, Porto Alegre) y la Campaña de la Fraternidad Ecuménica, realizada en el período cuaresmal en los años 2000, 2005, 2010 y 2016. En este período, es a través de Conic que acontece el diálogo multilateral sobre temáticas teológicas y pastorales, siendo ese organismo la evidencia de un importante progreso del ecumenismo en Brasil, esperando que el proceso de la unidad, aunque avance con dificultad, sea irreversible.

      Cosechando los frutos

      En este camino, algunas etapas ya fueron superadas: 1) El diálogo que buscaba un “panprotestantismo” de los primeros tiempos del movimiento ecuménico en Brasil. El diálogo ocurre hoy en un esfuerzo de desarme de los espíritus de polémica y apología poco caritativa, adoptando actitudes de humildad y de respeto mutuo. Junto con la afirmación de la propia identidad, el diálogo exige una disposición de apertura para “descubrimientos inesperados” (UUS 38) de la verdad cristiana, reconocidos en la identidad de los otros. 2) La tendencia a la uniformidad. Hoy se busca valorizar la pluralidad en los modos de participar del diálogo. De aquí la posibilidad para entender la diversidad como legítimas expresiones de la única verdad del evangelio. 3) El ecumenismo apenas de cúpula. Se busca desarrollar en las comunidades de los fieles la conciencia de que el ecumenismo es una responsabilidad común de todo bautizado, conforme a las potencialidades y límites de cada uno. 4) En las comunidades, la convivencia, el respeto mutuo y la cooperación van superando el prejuicio y el distanciamiento entre cristianos de diferentes iglesias.

      Por esa razón, es posible afirmar que: a) existe en Brasil un camino rumbo a la unidad cristiana, la que permite verificar los horizontes de unidad y la intensidad del compromiso de los cristianos en ese proceso. El camino es lento y difícil, pero la experiencia del diálogo local afirma la posibilidad del encuentro y de la reciprocidad. b) La cuestión ecuménica no es afrontada por modismo, sino por los desafíos que presenta la respuesta de fe al deseo de unidad manifestado por Cristo: “que todos sean uno” (Jn 17,21). c) La búsqueda de la unidad en la fe está directamente relacionada con la búsqueda de la unidad visible de la iglesia. Lo que se busca es la unidad de todo el pueblo de Dios en una comunidad una, santa, católica y apostólica, unida por el Espíritu en torno a un solo pastor, Jesucristo, para la gloria de Dios Padre. d) En su naturaleza más profunda, la iglesia es comprendida como la realidad de koinonía. Aunque sin definir con claridad, el diálogo local entiende que la koinonía, en la perspectiva cristiana, tiene a la Trinidad como principio y modelo, y aparece como algo que va más allá de toda uniformidad y de la simple diversidad reconciliada, cuya mayor expresión sería la comunión eucarística, celebrada por pastores cuyo ministerio sea mutuamente reconocido. e) El diálogo es contextualizado, posibilitando la vinculación entre unidad en la fe y la construcción de una sociedad justa y solidaria. f) Los frutos están apareciendo: en las relaciones entre los dirigentes eclesiásticos existe la localización de puntos de encuentro y la mutua búsqueda de acercamiento a nivel teológico-doctrinal, se llegó a acuerdos como el mutuo reconocimiento del bautismo y el establecimiento de una base común para el diálogo, sobre todo entre las iglesias de Conic. g) Entre las características generales de diálogo local, se puede afirmar que este es universal, por la pluralidad de las cuestiones abordadas; diferenciado, por la diversidad de sus sujetos; recíprocamente abierto, por la convicción de que el ecumenismo no se construye a una sola mano.

      Desafíos que persisten en el movimiento ecuménico en Brasil

      Los límites del diálogo ecuménico en Brasil también se hacen notar. Existen elementos divergentes en la comprensión de la unidad de la iglesia, lo que significa diferencias tanto eclesiológicas como variaciones en las exigencias para la unidad según la doctrina de las iglesias en diálogo. La verificación de los elementos constitutivos de la unidad eclesial (como la fe, los sacramentos y los ministerios) no significa consenso sobre la naturaleza teológica de estos y el modo de expresarlos en las instituciones eclesiásticas. Por esas razones, en cuanto el ideal de la unidad aparece como algo confirmado, el “modo” de concretarlo no encuentra aún consenso, exigiendo un discernimiento apurado y perseverancia en el diálogo teológico.

      Los desafíos que más se manifiestan son: ad intra al movimiento ecuménico, la centralización más en personas que en las instituciones y los conflictos entre carismas e instituciones; las tensiones inherentes al posicionamiento ecuménico de las iglesias y las dudas sobre las reales intenciones ecuménicas de algunos liderazgos eclesiásticos; la tensión entre la perspectiva cristiana de la unidad y el diálogo interreligioso; las diferentes concepciones de unidad cristiana, a veces demasiado ligadas al confesionalismo; la tensión entre la defensa de las identidades y la apertura a lo diferente, aun cuando existe la afirmación de elementos comunes en la fe, como en el Credo y en las “notas” de la iglesia, lo que no significa consenso en su interpretación y su aplicación a nivel práctico. Ad extra del movimiento ecuménico los principales desafíos son la realidad social y la pluralidad del campo religioso brasilero; el proselitismo, sobre todo en el medio pentecostal; la frágil unidad interna de algunas comunidades; la pérdida de sentido de pertenencia eclesial y la privatización de la práctica de la fe de los cristianos; el tránsito de los cristianos de una confesión a otra en búsqueda de una experiencia religiosa satisfactoria; el reciente posicionamiento dogmático de algunas iglesias, que avalan el clima de apertura, respeto y transparencia en el diálogo.

      Caminos por recorrer

      La superación de los desafíos verificados en el ecumenismo en Brasil exige, entre otros:

      1) La intensificación de los esfuerzos ecuménicos en todas sus direcciones, estrechando el diálogo entre los liderazgos eclesiásticos y organismos ecuménicos, entre el camino teológico/doctrinal y el pastoral, entre la búsqueda de la unidad cristiana, el diálogo interreligioso y los esfuerzos por la promoción humana. Esto implica renovar y fortalecer el diálogo ecuménico en Brasil, de modo de hacer compatibles creativamente tanto la necesidad de estructuración y funcionamiento como la capacidad de innovación y cambio. Además, implica que las iglesias y organismos realicen un esfuerzo decidido por explicitar las convicciones teológicas que fundamentan su compromiso ecuménico.

      2) Tal hecho exige que la práctica del ecumenismo sea sustentada por motivaciones de fe consistentes. De este modo, se vuelve clara la especificidad de la acción ecuménica de los cristianos y cómo esta se relaciona con su condición de ciudadanos. Se crea así una visión ecuménica como principio de vida, radicada en la vivencia comunitaria de la fe. De aquí la importancia de explicitar también los principios epistemológicos que pueden guiar la comprensión de la unidad cristiana en Brasil.

      3) Las diferentes formas de participación en el movimiento ecuménico necesitan estar fundamentadas en la conciencia de los elementos ya comunes entre las iglesias. Esa conciencia posibilita la comprensión de la unidad como un constitutivo original de la fe cristiana, de las causas de división y de los modos de superarlas, así como la comprensión de que lo que es diferente en los demás implica respetarlo, aunque aún no sea posible compartir su posición, y el rompimiento con toda pretensión de superioridad. Concretamente, esto es posible