miembros de varias iglesias. También se mencionan las reuniones con el Canciller Nacional, Eladio Loizaga, y miembros de la Organización de Estados Americanos para armar un frente de defensa de la vida con motivo de la celebración de la reunión de la OEA en Asunción para tratar, entre otros, el tema de la legalización del aborto. Se realizaron manifestaciones multitudinarias en aquella ocasión (se estima que acudieron unas 40 000 personas). Entre las dificultades se señalan el escaso tiempo para la formación en temas ecuménicos y la distancia entre las diócesis, lo que imposibilita la participación de agentes pastorales del interior del país en los eventos formativos, celebrativos, etc. Y como desafíos se mencionan el lograr la adhesión de jóvenes y laicado en general a la tarea ecuménica y que las pastorales parroquiales incluyan el ecumenismo, involucrando en el mismo a grupos juveniles y movimientos eclesiales32.
Desde el 2015, durante la secretaría de la señora María Celia Taboada, se menciona como un logro importante la reunión del equipo católico para ecumenismo con miembros de las Asociaciones Evangélicas del Paraguay (Asiep) y la Asociación de Pastores Evangélicos del Paraguay (APEP) para elaborar un comunicado a la sociedad paraguaya en repudio al secuestro de Abrahán Fehr y Edelio Morínigo33. Esa reunión se llevó a cabo en la Parroquia Evangélica del Río de la Plata, en donde además se realizó una oración comunitaria. El comunicado expresaba la solidaridad con los secuestrados y se les solicitaba a las autoridades los esfuerzos necesarios para la liberación de estos, así como también la expansión de una cadena de oración para una convivencia pacífica, justa y libre en el Paraguay. Entre los desafíos para el trienio se menciona el seguimiento de la formación del equipo, la realización de encuentros y celebraciones ecuménicas, una mayor adhesión del laicado a la tarea ecuménica y el establecimiento de objetivos comunes para beneficiar a la sociedad paraguaya.
El año 2016 se inició con el cambio del obispo responsable del ecumenismo, pues mons. Claudio Giménez fue destinado a otras tareas. Asumió mons. Adalberto Martínez. La característica resaltante de ese año fue la participación de los miembros del equipo en encuentros formativos en el campo ecuménico tanto en Paraguay como en Argentina. También se realizaron oraciones ecuménicas con la participación de varios pastores, público en general y la familia franciscana, conmemorando con eso el encuentro de Juan Pablo II en Asís. No obstante, entre las dificultades se mencionan la falta de formación adecuada para el ecumenismo tanto en la pastoral en general como en el laicado en particular. Los desafíos señalados son la realización de reuniones formativas, encuentros ecuménicos para el conocimiento recíproco y el establecimiento de objetivos comunes para beneficiar a la sociedad, celebraciones ecuménicas y el hallazgo de referentes en otras diócesis para expandir la tarea ecuménica. Para esto se efectuaron visitas a Encarnación, Ciudad del Este y San Lorenzo34.
Conclusiones
Luego de la intolerancia religiosa propia de la Colonia, con la independencia nacional desde 1811 los primeros gobiernos promulgaron leyes que flexibilizaron esa postura. Pero fue la Constitución de 1870 la que introdujo la libertad de culto, razón por la cual los hermanos separados sitúan el comienzo del protestantismo en el Paraguay con esa Constitución. Entre los primeros misioneros estuvieron los miembros de las iglesias metodista, anglicana y luterana.
Por su parte, el movimiento ecuménico nace en el Paraguay por influjo del Concilio Vaticano II y se desarrolla durante los primeros años mediante retiros en común que propiciaron la estima recíproca. Pero con el clamor de Medellín en relación con la opción por los pobres, de a poco surgieron posturas encontradas en torno a ella y el grupo se dividió. Esto fue potenciado también por algunas acciones gubernamentales concretas que alentaron a grupos no católicos a realizar una predicación exenta de toda denuncia ante los abusos cometidos contra los derechos humanos. Con todo, en medio de tal situación nace en 1976 el Cipae, con el fin de velar por los derechos humanos, y en los años 80 el Fapam, para lograr una comercialización justa para humildes artesanos del Paraguay.
En esos primeros años las actividades ecuménicas más frecuentes son las oraciones en común, los encuentros de formación del equipo católico y algunos de formación conjunta sobre temas sociales. En cambio, el año 1992 reunió a católicos y no católicos en torno a propuestas para la nueva Constitución que sería promulgada, sobre todo con relación a la defensa de la vida desde la concepción, acción que resultó en que el tema se introdujo en el capítulo 4º de la nueva Carta Magna. Así se cerró el primer cuarto de siglo del ecumenismo en el Paraguay.
En cambio, en los últimos 25 años abundan actividades celebrativas y formativas, pero no se llevaron a cabo acciones sociales conjuntas promovidas por el equipo ecuménico dependiente de la CEP relacionadas con la opción preferencial por los pobres, puesta de relieve nuevamente en los últimos años en la Iglesia católica. Los temas que aglutinaron el frente común ecuménico fueron los relativos a la moral, tales como la defensa de los derechos del no nacido y el matrimonio entre varón y mujer.
Sin embargo, luego de una pausa, en relación con la participación de la Iglesia católica en el Cipae, en 1994, una diócesis católica pasa a integrar parte del Comité y a partir del 2000 lo integran también otras diócesis para acciones ecuménicas en beneficio de la sociedad. Esto ha sido un logro importante en lo que a compromiso social se refiere.
En el ámbito del ecumenismo promovido por la CEP, entre los principales logros del último cuarto de siglo hay que señalar la traducción de la Biblia al guaraní, la ley a favor de la objeción de conciencia frente al servicio militar, la ley de adecuación fiscal favorable a las iglesias y la estima recíproca entre las iglesias que poseen una relación regular y predisposición para la mutua colaboración.
Los desafíos señalados para adelante son, entre otros, la necesidad de expandir a nivel nacional el espíritu ecuménico, la adhesión al ecumenismo de parte de jóvenes y laicado en general, la participación de los miembros de la Confederación de Religiosos del Paraguay (Conferpar) para fortalecimiento de su tarea y el hallazgo de espacios en los cuales el compromiso social apunte a la opción preferencial por los pobres.
Todavía existen estos dos espacios ecuménicos paralelos, que caminan sin vinculación alguna en sus programas y acciones: el Equipo de Ecumenismo de la CEP y el Cipae. La pregunta que surge al ver este panorama y mirando la historia del ecumenismo en Paraguay es si la opción preferencial por los pobres seguirá dividiendo a los cristianos en el ámbito ecuménico como 50 años atrás cuando surgió el clamor de Medellín. ¿No estaremos perdiendo el tiempo y las fuerzas al no unirnos en torno a ese clamor que todavía hoy es una urgencia? El gran desafío es hallar puntos de encuentro en que cada equipo pueda aportar sus fortalezas. La CEP posee ricas experiencias en celebraciones litúrgicas, reflexiones espirituales y en acciones, sobre todo a favor de la moral. En cambio, el Cipae posee una importante tradición en el compromiso social concreto. Una vez obtenido el enriquecimiento mutuo, el siguiente paso sería extender el ecumenismo fuera de las cúpulas para contribuir cada vez más a la unidad de los cristianos.
La historia nos reclama. Tenemos dos opciones: o seguimos los signos de los tiempos y luchamos unidos por una sociedad más justa y fraterna, o seguimos en compartimientos estancos, faltando así a una crucial cita con la sociedad.
Notas:
1 Investigadora y docente de la Universidad Católica de Asunción, Paraguay, y secretaria de ecumenismo de la Conferencia Episcopal Paraguaya desde 2007 a 2011.
2 R. Plett, El Protestantismo en el Paraguay. Su aporte cultural, económico y espiritual, Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos, Asunción 1987, 10 y ss.
3 M. Durán, La Evangelización en Crónica Histórica Ilustrada del Paraguay, Quevedo, Asunción 1997, 228.