y otros siguen con retiros de tipo tradicional11.
Primera oficialización y crisis
En un contexto de represiones a la sociedad civil y a miembros de la Iglesia católica por parte de la dictadura stronista de 1954 a 1989, el 21 de agosto de 1970 mons. Ismael Rolón, de Asunción, nombra al Padre Mario Cleva como Director de la Acción Ecuménica de la Arquidiócesis. Este reanudó los encuentros ecuménicos y durante 3 días llevó a cabo un estudio sobre eclesiología comparada dedicando 4 días para abordar el cristianismo y el compromiso social. En un informe de 1972, habla del alejamiento de algunos evangélicos con respecto a la parte católica, y los dividió en 3 grupos: el primero se desarticuló por problemas internos y por roces que no pudieron ser superados; el segundo se trató de alejamiento de pastores y misioneros pentecostales por falta de acuerdo, ya que no todos aprobaban la apertura ecuménica; y el tercero trataba la disminución en número de los que seguían trabajando con ese enfoque socioreligioso, aunque la línea del grupo era “perfectamente aceptable”12.
Por otro lado, se señala que algunos grupos evangélicos contaban con el apoyo del Gobierno, que apreciaba la predicación de un cristianismo sin política. Allí asistían las autoridades locales y los apoyaban económicamente. Se afirma que esos grupos actuaban sobre todo en la franja fronteriza del Río Paraná y en el Chaco, a orillas del Río Paraguay. Se habla de una contrapredicación en el campo social13.
En el archivo de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) hay documentos que revelan “la campaña de algunos protestantes en el país y la reticencia de estos con respecto al movimiento ecuménico”, y a continuación, se recomienda la formación de agentes pastorales en cuanto a la “recta inteligencia de los documentos conciliares sobre el tema”. Además, se encuentra una investigación sobre sectas en el Paraguay con una síntesis de cada doctrina y se sugiere trabajar coordinadamente con los departamentos de comunicación y catequesis para programar actividades comunes14.
Luego de 2 años de silencio —porque no se publican documentos en 1975 y 1976— la Jornada Mundial por la Paz del año 1977 impulsó a la iglesia —e incluso al Estado— en el camino ecuménico. Se llevó a cabo del 6 al 9 de enero de 1977, y en el mensaje navideño de 1976, el presidente de la república había anunciado la realización de la Jornada, dándole así un carácter nacional.
Dos años más tarde, la secretaría de la Acción Ecuménica estuvo a cargo de una laica, la señora Serafina Ferreira,, y el obispo responsable era mons. Claudio Silvero. El equipo encargado de la tarea ecuménica estaba compuesto por 8 personas, de las cuales tres eran laicas. El plan de trabajo era amplio y ambicioso, pues contemplaba la formación en ecumenismo, estudios sobre iglesias cristianas y no cristianas, el fomento del diálogo ecuménico, madurar la fe del pueblo cristiano para evitar supersticiones, realizar estudios sobre sociedades secretas y sobre no creyentes, organización de un archivo con documentos locales y publicaciones foráneas, organización de una biblioteca, vínculos con otros centros ecuménicos nacionales y extranjeros, entre otras actividades15. Pero en esos mismos años 70, en un clima de fuertes represiones, con campesinos presos, algunos muertos y otros desaparecidos, con torturas y el establecimiento de la Cárcel de Emboscada como campo de concentración, aparece también una acción ecuménica diferente. En paralelo al equipo nacional de ecumenismo en franca recesión por lo ya expuesto, en 1976 surge el Comité de Iglesias para Ayudas de Emergencia (Cipae), en el que la defensa de los derechos humanos se torna fundamental. Lo forman la Iglesia católica y dos iglesias cristianas no católicas16.
Red ecuménica de comercialización
Entre 1979 y 1981, las actividades ecuménicas siguieron en la misma línea. En cambio, entre 1982 y 1984, con mons. Juan Bockwinkel como responsable del ecumenismo, el equipo entra en relación con el Comité de Iglesias para Ayudas de Emergencia. Se nombra secretario al Padre Roberto Howood, de nacionalidad estadounidense, quien inicia contactos con la Unión de Cristianos para la Evangelización en América Latina (Ucelam)17.
En el plano de actividades concretas, son dos las más relevantes: la programación anual de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos en el ambiente católico, la que fue difundida por la prensa asuncena diariamente; y la creación de la Fundación para Ayuda de Artesanos Paraguayos a través del Mercado (Fapam). Mediante esta red ecuménica, una importante cantidad de artesanía paraguaya pasó al mercado exterior (y también interior) para beneficio de pequeños productores del país18.
Hubo también otros aspectos resaltantes en los años 80, como los que a continuación mencionamos. Contactos regionales con el Celam y con otros organismos para encuentros ecuménicos sobre sectas tanto en Salta, Argentina, en 1985 y en Ecuador en 1987. Oraciones ecuménicas en la Iglesia Luterana del Río de la Plata, en la Catedral de Asunción y en la Asociación Cristiana de Jóvenes (ASO)19. Por otra parte, la Iglesia católica, debido a ciertos desacuerdos con los demás representantes evangélicos del Cipae, abandona la institución en 198520. Con todo, se estrecharon lazos entre varios pastores de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata y obispos católicos para concretar el proyecto denominado Diálogo Nacional. Este fue propiciado por la misma Iglesia católica ante la creciente tensión en los últimos años de la dictadura stronista como medio para analizar la situación y hallar soluciones, apelando al diálogo entre diversos sectores. Se trabajó en forma conjunta sobre un cuestionario matriz para tal diálogo21. Igualmente, se tomó contacto con las Sociedades Bíblicas y con los monjes de Taizè para la realización de un taller ecuménico y con la Misión de Intercesión del Espíritu Santo para la realización de encuentros y oración en común. Digno de ser resaltado en lo social fue que la Fapam organizó a fines de 1986 dos grandes ferias, con buenas ganancias para los artesanos paraguayos, en la Parroquia Perpetuo Socorro y en el Colegio Americano22.
Monseñor Mario Melanio Medina, quien asumió la responsabilidad del equipo, afirmaba que el proyecto principal era “realizar actividades pastorales y sobre todo de compromiso social, por ejemplo, con los pobres, obras sociales, etc. ”; que en segundo lugar estaba la reflexión teológica y, por último, la celebración litúrgica. También informa de contactos regulares con los Discípulos de Cristo y con la Iglesia Evangélica del Río de la Plata. Al referirse a las dificultades externas, señala que para la venida del papa al Paraguay (mayo 1988), de 28 iglesias (la mayoría muy pequeñas), se invitó a 8, pero solo acudió la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.
Al cierre del año 1988, y no obstante su visión un tanto pesimista, el padre Valpuesta habla de relaciones cordiales con el Comité de Iglesias, con las ya mencionadas iglesias regulares, la Asociación Cristiana de Jóvenes, las Sociedades Bíblicas y la Iglesia anglicana23.
En 1989, mons. Agustín van Aaken —responsable ahora del ecumenismo— informa las siguientes actividades: experiencias de oraciones ecuménicas, encuentros de formación sobre sectas, encuentros bíblicos en las Sociedades Bíblicas del Paraguay y encuentros sobre inserción social y laboral de desplazados con participación de ecumenistas de Argentina, Chile, Uruguay en la Asociación Cristiana de Jóvenes en Asunción. En cuanto a la difusión, se publicaron entrevistas en la Revista Acción y en el semanario Sendero (1987) y hubo algunas entrevistas en Radio Cáritas sobre el tema ecuménico