críptica donde las palabras se convertían en hirientes puntillas y las imágenes en un enigmático testimonio y referencia de lo que veía en su entorno. Su fama le precedía antes de ser recluido en el campo, ya que durante los años veinte y treinta fue uno de los más relevantes dibujantes caricaturistas españoles, colaborando en diversos diarios y revistas satíricas, donde su firma alcanzó una gran popularidad. Destacó además como pintor de caballete, siendo autor de excelentes paisajes, retratos y composiciones de figuras, que la crítica especializada y el público siempre valoró.
Francisco Rivero Gil nació en Santander, el 12 de febrero de 1899, en el marco de una familia numerosa de la clase media con grandes inquietudes intelectuales. Su padre, Jesús Rivero Herreria, delineante del puerto de Santander y profesor de Dibujo en la Escuela de Artes y Oficios, le despertó muy pronto su vocación artística y le proporcionó los primeros consejos. Siguiendo sus pasos cursó los primeros estudios artísticos en la Escuela de Artes y Oficios de Santander, y a los 18 años ganó una plaza de delineante del Catastro y fue destinado a Segovia, y más tarde a Sevilla, donde completó su formación en la Escuela de Bellas Artes.
Comenzó a colaborar como caricaturista en las páginas del periódico maurista El pueblo cántabro, donde a partir de 1917 sucedió como viñetista humorístico e ilustrador gráfico al pintor Gerardo Fernández de la Reguera “Areuger” que se había trasladado a Madrid. Concurrió a la Exposición de Artistas Montañeses celebrada en el Ateneo de Santander, en 1918, donde, tras mostrar sus caricaturas en 1922, volvió a exponer en 1925, participando en el Salón de Humoristas de Madrid en el que recibió el segundo premio del Concurso de Carteles del Noticiero Sevillano, en 1935.
Como pintor se sintió atraído por el paisaje y los tipos santanderinos relacionados con Puerto Chico y su ambiente de pescadores y pescadoras, además del mundo del espectáculo y de los bajos fondos, y también por el fútbol. Sentía lo popular y lo autóctono de una manera muy especial. Escenas y tipos montañeses comenzaron a partir de la segunda mitad de los años veinte a aparecer en las páginas de los rotativos en los que colaboraba, además de estar presente en los diseños para la cartelería. Ejecutó anuncios publicitarios como por ejemplo para la marca de papel de fumar Abadie y diseñó carteles para diferentes acontecimientos regionales, como los concebidos para “El Día de Santander” (1924) organizado por la Asociación de la Prensa de Cantabria o en la campaña Santander en verano para ese mismo año. Realizó además portadas para la editorial Espasa Calpe (1925-1935) y otras para libros particulares de sus amigos, como los de Manuel Llano, El sol de los muertos (1929) y Brañaflor (1931).
Fuertemente comprometido con el ideal republicano abrazó el 14 de abril de 1931 la proclamación de la II República y participó en algunas de sus iniciativas para llevar el arte y la cultura a todos los rincones del país. Pronunció el 29 de febrero de 1932, en el Teatro Español de Madrid, una conferencia ilustrada con sus dibujos sobre los últimos acontecimientos de la historia de España que repitió más tarde en el Ateneo Popular de Santander justo el año en que la edición de Flor de leyenda, de Alejandro Casona, ilustrada por él, recibió el Premio Nacional de Literatura. Colaboró con sus ilustraciones y dibujos, en diversos diarios y revistas madrileñas, como Sol y Libertad.
Al estallar la guerra como un activo militante socialista que era salió en defensa de la República y tras permanecer en Madrid un breve tiempo se trasladó a Valencia donde realizó el cartel de propaganda “¡Atención! Las enfermedades venéreas amenazan la salud. ¡Prevente contra ellas!”, por encargo de la Jefatura de Sanidad del Ejército e impreso en Litografía J. Avino –UGT-CNT. Se mostraba a un combatiente republicano, en un simbólico color rojo, que contrastaba con la blanca mujer que lo abrazaba. A manera de metáfora visual se pretendía que los soldados al contemplar esta aparentemente escena amorosa comprendieran la terrible amenaza de muerte que podía transmitir el contagio por sífilis por parte de prostitutas no controladas sanitariamente.
Se mudó a Barcelona acompañando al gobierno republicano y con la caída del frente de Cataluña se trasladó a Francia siendo capturado por la gendarmería que lo recluyó en el campo de Argelès-sur-Mer donde permaneció 18 meses hasta que fue puesto en libertad.
Junto con cinco de sus hermanos, entre los que estaban Jesús Rivero Gil, emigró a la República Dominicana donde la familia se dividió al trasladarse unos a México, otros a Colombia y otros a Venezuela. Un hermano suyo Luciano Rivero (“Chano”), el menor, se quedó en España herendando el cargo de delineante del Puerto santanderino.
En Santo Domingo, Francisco Rivero Gil entró en contacto con otros artistas y caricaturistas republicanos, entre ellos, Antonio Bernad “Toni”. Se trasladó más tarde a Colombia y finalmente a México. El poeta León Felipe le consideraba su ahijado. Allí frecuentó la tertulia del Café Sorrento, a la que además asistían León Felipe, José Domingo Samperio, Jesús Revaque, Alfonso de la Mora. Colaboró como ilustrador en la revista La Montaña, órgano de la colonia montañesa en México y con dominical Claridades (1950-1955).
En 1946 ilustró el libro de Antonio de la Villa, Manolete, otra época del toreo, junto a Ricardo Marín. Para muchas de las películas realizó carteles publicitarios y mantuvo una cordial relación con la bailaora Carmen Amaya, gitana y santanderina de adopción. Murió en esta capital, el 24 de enero de 1972.
Frederic Sevillano i Doblanc (1902-1996)
Al término de la guerra civil española cuando el ilustrador, dibujante y autor de cine de animación catalán Frederic Sevillano i Doblanc gozaba de un enorme prestigio y era muy respetado, cruzó la frontera, siendo capturado y recluido en este campo de concentración, donde verdaderamente adquirió plena conciencia de su condición de desterrado republicano que siempre le persiguió y de la que nunca renunció. Pero, sobre todo, fue su experiencia concentracionaria en aquel lugar hostil lo que verdaderamente quedó grabado en su mente y congeló de forma estremecedora sus recuerdos convertidos muchos años después en verdaderas pesadillas. A diferencia de la mayoría de sus colegas refugiados, no quiso quedarse, ni viajar a otras naciones, ni establecerse en el país que le había ofrecido asilo, tal vez el temor y la propia seguridad que él mismo presentía por el inicio de la II conflagración mundial. Y con su asumida decisión de repatriarse evitó la ocupación alemana y la posibilidad de ser detenido por la Gestapo y enviado a un campo de exterminio como muchos de sus compatriotas dada su condición de combatiente republicano.
Frederic Sevillano i Doblanc nació en Barcelona, el 18 de julio de 1902. Se formó como dibujante en diversas academias de su ciudad natal y colaboró en numerosas revistas y publicaciones satíricas barcelonesas. En la guerra civil abrazó la causa republicana, alistándose como voluntario en el Ejército Popular y combatiendo en diversos frentes. Al término de la contienda, en 1939, cruzó la frontera francesa siendo arrestado por la gendarmería y recluido en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer donde realizó numerosos apuntes y bocetos acerca de la vida cotidiana de los prisioneros republicanos.
A su retorno a España fue detenido por la policía franquista, juzgado por “Auxilio a la rebelión” y condenado a muerte, una pena que le fue conmutada gracias a la mediación de un sobrino militar por una larga condena a prisión. Una experiencia carcelaria que se prolongó nueve meses en la cárcel modelo de Barcelona que le afectó mucho y cuyo testimonio recogió en un álbum de fotografías y dibujos.
Cultivó preferentemente el dibujo satírico, la ilustración y también trabajó de animador en los estudios madrileños “Chamartín”, que se habían construido en 1935, en el número 5 de la Avenida de Burgos, en Chamartín de la Rosa (Madrid), por el arquitecto Rafael Bergamín, arquitecto modernista, que se paralizaron al estallar la contienda, para inaugurarse oficialmente el 17 de abril de 1941 y en el que llegaron a trabajar 255 empleados.
Destacaban las películas de dibujos animados Don Cleque va de pesca (1940); Don Cleque de los monos (1941); Los reyes magos de Pituco (1943); Garabatos Ramper (1943) i Garabatos Valeriano León (1944); Don Cleque, en el Oeste (1944); Don Cleque y los indios (1945); Érase una vez… (1950) y Fisiología de la respiración (1956). Falleció en Barcelona, el 17 de agosto