destacó por la agudeza en captar rostros, miradas y fisonomías. En 1932 el ayuntamiento le encargó el dibujo de la portada del programa de Ferias y en 1933 participó en la I Exposición de Primavera de Girona promovida por su Ateneo, en la que coincidió con Rafael Benet, Joan Colon, Francesc Domingo, Pere Creixams, Grau Sala, Feliu Elías, Joaquim Mir, Rafael Llimona, Joan Miró, Xavier Nogues, José Mompou, Josep Obiols y Josep de Togores.
A finales de septiembre de ese año Josep Aguilera abandonó su piso de la calle de la Força y se trasladó a otro mucho más espacioso en la calle del Carmen, donde residió hasta el final de la guerra. Su prestigio como retratista se puso de manifiesto cuando en 1936 la Generalitat de Catalunya le adquirió diversas obras, entre ellas, los retratos de Francesc Maciá, Manuel Azaña y Lluís Company.
En la guerra Josep Aguilera se adhirió a la causa republicana, colaboró en diversas tareas propagandísticas, participó en exposiciones colectivas y realizó diversos dibujos sobre el conflicto. Del 12 al 22 de julio participó con Pep Colomer, Eduard Fiol, Francesc Gallostra, Ignasi Genover, Moises Giralt, Pere Perpinyá, Ramón Reig y Antoni Vares en una exposición colectiva celebrada en la Escuela Municipal de Artes e Industrias de Palafrugell.
A finales de ese año, Josep Aguilera fue elegido por el claustro director de la Sección de Bellas Artes de la Escuela de Bellas Artes, entonces repartida entre el local de la calle del Norte y el edificio de las Escolapias. En 1937 impartió clases en la sala de estudio del desnudo y de dibujo superior y de pintura. Por haber ocupado cargos docentes oficiales y haber participado en labores de propaganda a favor de la causa republicana, optó por abandonar con su familia la ciudad y cruzar la frontera francesa, situada a escasos kilómetros.
El 3 de febrero de 1939, antes de que las tropas nacionales ocupasen la ciudad, tomó el último autobús que salió de la Girona republicana, llegando a su destino Perpiñán, siendo detenido con su familia por la gendarmería que lo trasladó por ferrocarril al campo de concentración de Argelès-sur-Mer, de donde unos meses más tarde fue trasladado al campo de Nerck Plage, en Boulogne-sur-Mer, en Pas-de-Calais.
Con la amenaza, a finales de año, de la entrada de los ocupantes alemanes, desalojaron el campo y fue trasladado nuevamente con su familia al campo de Bram, en el Aude. En este lugar su hija menor Rosa María enfermó de tifus, y poco después enviaron a su mujer y a su hija menor a realizar trabajos de sirvientes en varios lugares, mientras su hijo Francisco trabajó de pastor de ganado en las montañas.
El 21 de diciembre de 1940 el comisario de policía del campo le expidió un permiso para que él, su esposa y sus hijas abandonasen Francia y regresaran a España. Establecido en Barcelona abrió su estudio y se dedicó a realizar retratos que le encargaban las galerías por mediación de Lluís Vilasau, quien hacía las veces de su marchante. Un trabajo de retratista mal remunerado que se prolongó hasta 1947 en que le propusieron sin éxito viajar a Sudamérica.
Su primer reconocimiento público como pintor se produjo cuando en julio de 1949 el Ayuntamiento de Salt le dedicó una exposición de homenaje en la misma casa consistorial. Murió el 29 de octubre de 1955, a los 73 años. A partir del fallecimiento de Franco y la instauración de la democracia su nombre comenzó a ser rescatado, valorado y considerado como el pintor cívico de Girona.
Jaume Passarell i Ribó (1889-1975)
El artista barcelonés Jaume Passarell i Ribó pasó a la historia del arte español del siglo XX por ser un buen periodista, agudo escritor de libros de memorias y divulgación, autor de exquisitos textos infantiles pero, sobre todo, un formidable dibujante caricaturista que, sin ser especialmente un innovador, ni tener una técnica notable, demostró que poseía una vena sarcástica, un gran poder de observación y un toque muy personal, por su excepcional talento, su gracia, su capacidad histriónica en indagar en la psicología de sus personajes, ya fueran políticos conocidos, intelectuales, científicos, empresarios, militares, aristócratas, artistas, tipos populares y deportistas, que lo convirtieron en un humorista muy leído en las revistas, semanarios y la prensa catalana.
Jaume Passarell vino al mundo en Badalona, el 2 de noviembre de 1889, en el seno de una familia modesta que residía en el número 148 de la calle de San Pedro, siendo sus padres Salvador Passarell i Recassent, carpintero y tramollista y María Ribó i Viltró, ama de casa. Cursó estudios primarios en el Ateneo Obrero de Badalona y amplió su formación en una academia privada. De ideología ácrata, en el sentido más idealista, pasó su juventud y adolescencia entre Badalona y el pueblecito de Tiana, donde un tío suyo tenía arrendado el Café de Dalt. Por mediación de su progenitor, concejal del ayuntamiento de su ciudad, ingresó como ayudante de maestro en la escuela pública que dirigía Jaume Giralt.
Jaume Passarell abandonó durante un breve tiempo el hogar y el trabajo docente y se trasladó a París en un deseo de encontrarse consigo mismo y, sobre todo, de asentar de una vez por todas su vocación, hasta entonces muy poco definida. Al tiempo que trabajaba para ganarse la vida como ayudante de maestro se le despertó gradualmente una fuerte inclinación dibujística, que fue afianzando de forma autodidacta y también por la influencia de los grandes dibujantes que publicaban en las revistas ilustradas de la época, de las que era un entusiasta consumidor.
Colaborador de revistas ilustradas catalanas como La campana de Gràcia y L’Esquella de la Torratxa, así como en la mayoría de las publicaciones editadas por Inocencio López Bernagossi. Se dio a conocer como dibujante en una exposición colectiva que se celebró en septiembre de ese mismo año en el Teatro Zorilla, coincidiendo con la Fiesta Mayor de la localidad y en la que también participaron los alumnos del pintor Eduard Fió i Guitart. Se entregó igualmente al cultivo del dibujo, la ilustración gráfica y la acuarela convencional, publicando algunos de sus trabajos entre 1910 y 1911 en diversas revistas y semanarios barceloneses.
Pero fue en el ámbito de la caricatura donde gradualmente comenzó a darse a conocer en su ciudad natal y a obtener sus mayores logros. Su primera exposición individual de caricaturas la celebró en junio de 1911 en el local de la Unió Federal Nacionalista Republicana que, si bien fue muy bien acogida por el público, provocó ciertas reservas en la crítica de arte que le consideró un principiante inexperto.
A mediados de agosto de 1912, durante la Fiesta Mayor, junto a Llorens Brunet, expuso en el Centro Badaloní una serie de caricaturas de tipos populares y personajes célebres, editando en aquella ocasión un catálogo que recogía una presentación de su amigo el poeta Marc Giró i Ros, en la que destacaba su solidez y su madurez como artista. En mayo de 1913 decidió abandonar definitivamente su actividad docente como ayudante de maestro para dedicarse por entero a su verdadera vocación a la que se había entregado los últimos años con tanta ilusión y esfuerzos como artista aficionado.
La necesidad de ampliar sus perspectivas laborales le hicieron mudarse a Barcelona, una ciudad cosmopolita en desarrollo y crecimiento, donde las editoriales, revistas de información general, semanarios satíricos, periódicos, agencias de publicidad y otras publicaciones ofrecían mayor oportunidades. Por mediación de su amigo Ramón Reventós “Moni” empezó a colaborar en L’Esquella de la Torratxa, que publicó su primera caricatura en la contraportada en mayo de 1913 y comenzó a enviar trabajos a otras como “Papitu”. En 1915 se incorporó como redactor en La Campana de Gràcia, lo que le permitió tener un sueldo seguro y la posibilidad de seguir colaborando en otras publicaciones como El poble català, El liberal y La Publicidad y con textos infantiles en El Sol de Madrid y La Mainada.
Jaume Passarell trabajó de periodista y publicó sus caricaturas y sus ilustraciones en los diversos medios catalanes y participó en distintos certámenes y salones. En enero de 1916 concurrió al I Saló dels Humoristes celebrado en la sala Mozart de Barcelona y el 3 de junio de 1917 inauguró una individual en el saloncito de “La Publicitat” en la que reunió varias decenas de caricaturas. Al conseguir con su trabajo cierta estabilidad financiera y emocional decidió regresar a su ciudad natal, Badalona, donde el 25 de octubre de 1922 contrajo matrimonio en la Iglesia de Santa María con su prometida Eulàlia Fartró i Estrada. En 1930 se incorporó como redactor de La Publicitat y prosiguió como era habitual en él publicando sus dibujos de contenido crítico en La Esquella