en Europa.
Durante la ocupación alemana abandonó la capital francesa y sus primeros pasos los encaminó a defender los intereses de los mexicanos residentes en la Francia no ocupada, pero pronto protegió también a otros grupos, como a los republicanos españoles que trataban de huir de los nazis. De hecho, se le atribuyó que fue quien convenció a Cárdenas para abrir las puertas de México a los republicanos españoles en 1937. Establecido en Marsella tuvo que hacer frente al hostigamiento de las autoridades pro alemanas francesas, al espionaje de la Gestapo, del gobierno de Franco y de la representación diplomática japonesa, que tenía sus oficinas en el mismo edificio de la delegación mexicana. Al romper su país las relaciones diplomáticas con el Gobierno de Vichy, la sede del consulado fue tomado por la Gestapo que confiscó ilegalmente el dinero que la oficina mantenía para su operación. Junto a su esposa María Luisa Manjárrez y sus hijos Laura María, María Teresa y Gilberto Froylán y el resto del personal, 43 personas en total, fue trasladado hasta la comunidad de Amélie-les-Bains y más tarde, se le llevó al pueblo Bad Godesberg, cerca de Múnich, donde el grupo encabezado por él se le recluyó en un hotel como prisionero de guerra hasta que en 1945 fue canjeado por prisioneros alemanes en un acuerdo con el presidente Manuel Ávila Camacho.
Muchos años después, el 9 de abril de 2014, una exposición celebrada en el Instituto de Estudios Mexicanos de Madrid rememoraba el recuerdo y la memoria de Gilberto Bosques, el heroico cónsul que firmó 40.000 visas a perseguidos por el fascismo y refugió a numerosos republicanos españoles, entre los que se encontraban varios artistas. Aquellos republicanos tomaron fotografías testimoniales de todas sus peripecias y elaboraron unos cuadernos, con extensos pies de fotos, incluidos, que más tarde entregaron en señal de agradecimiento a su protector, y que se mostraron en esta exposición que conmemoraba el 75 aniversario de la llegada en 1939 de los exiliados españoles a México. Al mismo tiempo, se proyectó el documental “Visa al paraíso”, de Lillian Liberman, en el que se relataba la historia y la de muchos otros casos en los que Bosques permitió a otros perseguidos durante la II Guerra Mundial salir de Francia con destino a México.
Y tampoco se puede dejar a un lado el importante papel que desempeñó la República Dominicana que, a pesar de tener un gobierno dictatorial, también se mostró receptiva a acoger en su legación parisina a los artistas republicanos ya que consideraba que sus conocimientos podrían ser de gran utilidad para el desarrollo infraestructural, cultural y artístico del país. Entregó numerosas visas y pasaportes, facilitó pasajes para poder embarcar hacia el puerto de Santo Domingo. No obstante, la hospitalidad que ofreció la legación dominicana en París estuvo ensombrecida por la actuación de algunos de sus responsables como su agregado Porfidio Rubirosa, un dominicano de proyección internacional, yerno del dictador Leónidas Trujillo y esposo de su hija Flor de Oro, un famoso gigoló seductor, reconocido jugador de póquer, campeón mundial de vehículos de carreras y play boy. Nacido en una familia de clase media de la República Dominicana en 1909, Rubirosa comenzó su ascensión al convertirse en un joven y atractivo oficial de la guardia pretoriana de Trujillo. De él se enamoró perdidamente Flor de Oro, la hija del dictador, y con él la casó su papá. Flor, de 17 años, fue la primera de las cinco esposas que tendría. Trujillo nombró diplomático a su yerno y le dio un puesto en Berlín, donde la “principesca” pareja dominicana compartió el palco de Hitler en los Juegos Olímpicos de 1936. Luego lo mandó a París, y allí, durante la II Guerra Mundial, Rubirosa se haría con dinero vendiendo visados dominicanos a los republicanos españoles, refugiados antifascistas judíos que querían escapar del Holocausto. Rubirosa y Flor se divorciaron, pero Trujillo no hizo lo que solía hacer con quien le contrariaba, matarlo, y siguió protegiendo a su exyerno. Comenzó así la carrera de Rubirosa como el playboy internacional por antonomasia de los años cuarenta, cincuenta y sesenta del siglo XX.
Se decía que había hecho una gran fortuna con la venta de visas a los exiliados. Durante el periodo que estuvo al frente de la legación dominicana, Porfirio Rubirosa conoció en una partida de póquer al artista refugiado sefardita-español Fernando Gerassi Story, que se había establecido en la capital francesa a finales de 1938 después de haber combatido en la guerra civil dirigiendo algunas unidades militares republicanas, como la 150 Brigada Internacional y mantenía una fuerte relación con un grupo de intelectuales parisinos, entre ellos Simone de Beauvoir, Jean-Paul Sartre, Ilya Ehrenburg, André Malraux, Alexandre Calder, Pablo Picasso, Joan Miró. Le atrajo su simpatía, su conocimiento de idiomas y su capacidad de buen negociador, por lo que le ofreció el cargo de secretario de la embajada de la República Dominicana. Al producirse la guerra contra Alemania una denuncia hecha por el pintor de origen ruso Nicolás de Staël, le llevó a incorporarse como coronel de un regimiento del ejército francés en el frente de Les Vosges y tras la derrota y su desmovilización regresó a París donde volvió a su antiguo trabajo en la legación dominicana.
Pablo Picasso, protector de los artistas republicanos.
Durante la ocupación alemana Gerassi proporcionó numerosos visados y permisos no sólo a los refugiados republicanos, sino a extranjeros antifascistas y judíos que trataban de huir de los nazis. Aprovechando su falso pasaporte diplomático dominicano en verano de 1941 cruzó con su mujer de nacionalidad ucraniana Stepha Awdykovich y su hijo Juan, los Pirineos, atravesó España y llegó a Lisboa, donde fue objeto de un atentado. Embarcó con destino a Nueva York en septiembre de ese año y a pesar de viajar con documentación falsa fue captado por agentes al servicio del general William Joseph Donovan para trabajar en labores de espionaje y descodificación de material cifrado de la Oficina de Servicios Estratégicos (Office Strategic Services, OSS), futura CIA, por su dominio de varios idiomas y sus conocimientos militares fruto de su experiencia como combatiente en la contienda española.
La embajada Dominicana intercedió en la puesta en libertad de los campos de concentración y cárceles y en la salida del país de varios artistas tanto republicanos españoles, como judíos y antifascistas que huían de los ocupantes nazis. El caso más emblemático fue la ayuda prestada a los artistas e intelectuales surrealistas que se encontraban alojados en la Villa Air-Bel de Marsella. Aunque la iniciativa fue de Emergency Rescue Commite, que contaba con el apoyo financiero de la millonaria estadounidense Mary Jayne Gold y el apoyo del patronato dirigido por Eleonor Roosevelt, la colaboración de la legación dominicana fue fundamental, ya que les facilitó visados y pasaportes. De esta manera pudieron entrar en la isla un grupo considerable de artistas e intelectuales surrealistas con sus mujeres y sus hijos, incluidos sus parejas sentimentales, y entre los que figuraban Varian Fry, Theo y Daniel Bénédite, Mary Jayne Gold; Víctor Serge, su compañera Laurette y su hijo Vlady; André Breton, su mujer Jacqueline Lamba y su hijo Aube y también Arthur Adamov, Hans Bellmer, Victor Braunner, Rene Clar, Fréderic Delanglade, Marcel Duchamp y Max Ernst. Igualmente estaba el fotógrafo André Gomés; la millonaria Peggy Guggenheim; el comediante Sylvain Itkine; los pintores Wilfredo Lam, André Masson, Wols, Yila, Óscar Domínguez y Remedios Varó y los poetas Benjamín Peret y Tristán Tzara.
Pero sobre todo hay que destacar aquí la gran ayuda que prestó a los artistas el Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles o Servicio de Emigración de los Republicanos Españoles (SERE) que, creado en febrero de 1939 en la capital francesa, fue el primer organismo verdadero de auxilio a los refugiados republicanos a causa de la guerra civil y adscrito a la dirección de Juan Negrín. Su presidente fue Pablo de Azcárate, quien durante la guerra había sido embajador de España en Londres, aunque el verdadero control estuvo en manos del ministro de Hacienda en el exilio, Francisco Méndez Aspe. Presionada por el gobierno francés, desapareció a comienzos de 1940, siendo disuelta oficialmente el 16 de mayo de ese año.
Y poco tiempo después entró en servicio la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE) que se había fundado en Francia el 31 de julio de 1939 por la Diputación Permanente de las Cortes republicanas, ya en el exilio, aprobando sus estatutos. Su finalidad era la de “administrar cuantos recursos y bienes pueda y deban destinarse al auxilio de quienes emigran de España por defender las Instituciones democráticas de nuestro país”. Estuvieron representados todos los partidos exiliados excepto el PCE y el PNV por decisión propia. Su creación, sin embargo, fue un acto de clara oposición al ya citado