Sergio Hernández Roura

Edgar Allan Poe y la literatura fantástica mexicana (1859-1922)


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República (González, 2000: 655).

      Al contrario de lo que ocurrió durante la República Restaurada, durante el mandato de Díaz, un periodo de 34 años (1877-1911) sólo interrumpido en una ocasión (1880-1884), “contaron más los hombres de la espada que los de la pluma” (González, 2000: 656). A su lado comenzó a gobernar el ala más moderada de los liberales. Los planes de orden económico que durante la República Restaurada fueron ejecutadas “en dosis mínimas” (González, 2000: 650), dieron paso a una dictadura de carácter positivista y maneras afrancesadas dominada por el lema de “poca política y mucha administración”. En líneas generales, el Porfiriato se caracterizó por la estabilidad política (denominada Pax porfiriana) y económica (de la mano de la industrialización) (Katz, 2001: 132).

      Francia se convirtió en el modelo de nación civilizada y moderna en lo cultural, cuyos pasos México debía seguir si quería obtener los mismos beneficios. Su influencia se vio reflejada en el afrancesamiento de la élite, beneficiaria exclusiva de la modernización. La élite, compuesta en su mayoría por terratenientes, militares y algunos letrados, soñaba con formar parte de una metrópoli a la altura de las ciudades europeas, rehusando, ver la situación general del país; “el cacareado progreso material únicamente fue visible en las ciudades” (González, 2000: 704) y la modernidad capitalista convivió con los modos feudales de existencia y de represión.

      La Constitución de 1857 se convirtió en letra muerta; se reconocía que su radicalismo la hacía impracticable, “un noble ideal, difícilmente realizable” (Zea, 1968: 253). Esta concepción supuso la adhesión al nuevo Régimen tanto de la Iglesia como del ejército (Zea, 1968: 280).

      Para la legitimación del régimen en el plano internacional fue clave el papel desempeñado por los inversionistas extranjeros. El gobierno otorgó facilidades y concesiones.

      Esta situación contradictoria queda de manifiesto tanto en el porcentaje de población alfabetizada, como en el tiraje de los diarios. Aunque la censura existía, no fue un impedimento para que los contenidos de las publicaciones se diversificaran. Se tiene documentada la presencia en 1892 de 665 periódicos de carácter variado: “protestantes, infantiles, científicos, socialistas, comerciales, literarios e internacionales” (Bazant, 1997: 212).

      Si bien la dictadura amordazó a la prensa, y consideró “fuera de la ley a todos los periódicos de la oposición” (Katz, 2001: 112), en esa época conviven algunos importantes periódicos, entre los que se encuentran El Universal, El Monitor Republicano, El Siglo XIX, con el surgimiento de otros como El Tiempo, La Voz de México, El Diario del Hogar, El Mundo Ilustrado y El Imparcial, por mencionar algunos. Uno de los hechos más importantes es el advenimiento del periodismo moderno, representado por este último, fundado por Rafael Reyes Spíndola en 1896.

      Un cambio notable fue la evolución de los suplementos dominicales y literarios que se caracterizaron por tener un formato distinto al de la publicación de origen. Una consecuencia directa fueron las revistas literarias, entre ellas la Revista Azul (1894-1896), que apareció el 4 de mayo de 1894, como suplemento literario de El Partido Liberal, fundada y codirigida por Carlos Díaz Dufoo y Manuel Gutiérrez Nájera, miembros de la primera generación modernista. Con la aparición de otras revistas literarias autónomas se inauguró una nueva etapa en las publicaciones de este género, el paradigma es representado por la Revista Moderna (1898-1903), cuyo papel fue central para la segunda generación modernista. Ciertamente, estos impresos iban dirigidos a un público restringido, “selecto, culto, a una élite intelectual y profesional que forma un porcentaje mínimo de la población” (Bazant, 1997: 221).

      En cuanto a las publicaciones literarias predominaron las obras en francés o traducidas de esa lengua, lo cual no fue impedimento para la aparición de importantes obras mexicanas. Gracias a la proliferación de suplementos y revistas, los géneros breves tuvieron un auge y las nuevas corrientes estéticas y artísticas se abrirán paso.

      La caída del “espejismo” en el que vivía el país ocurrió en 1910, cuando al desgaste del Régimen se sumaron la lucha en contra de la reelección y el descontento social. Esto dio lugar a la Revolución Mexicana.

      Notas

      1] La categoría fue reinterpretada por el filósofo Edmund Burke en A Philosophical Enquiry into the Origin of Our Ideas of the Sublime and Beautiful (1757). Para él, el concepto definido por Longino en el siglo III a.C. en su tratado De lo sublime, pasó de ser una teoría retórica a “un nuevo campo de especulación intelectual”. De acuerdo con Molina Foix (1995: 15-16): “Determinados fenómenos físicos (acantilados muy altos, simas espantosas, vastos océanos) o ciertas proezas humanas, y en general todo aquello que ‘suscite las ideas de dolor y peligro, es decir, todo lo que de alguna manera es terrible’, producen en nosotros efectos sublimes, ‘la emoción más fuerte que la mente es capaz de sentir’”.

      2] Si bien la crítica sobre literatura fantástica ha sido casi simultánea a la aparición de textos de creación, fue hasta mediados del siglo XX que los estudios teóricos sobre lo fantástico cobraron relevancia en el ámbito académico, remito al lector interesado a los trabajos de Castex (1951), Louis Vax (1960), Roger Caillois (1966), Todorov (1970) y a la antología de Roas (2001), en la que además de encontrar algunos artículos fundamentales, tiene una amplia bibliografía al respecto; en el caso del trabajo teórico latinoamericano, véase Sardiñas (2007) .

      3] Aunque estoy consciente de que el trabajo de escritores, editores y lectores, a los que se han sumado directores de cine, guionistas, espectadores, dibujantes de cómic, pintores, músicos entre un largo etcétera, ha contribuido a considerarlo como un modo literario, más una categoría estética, y ya no sólo como género literario. Al respecto, véase Ceserani (2004: 288). Me referiré a género puesto que en el caso que estudio, el cuento, cumple con una función estructuradora que en este caso se construye sobre la base de la irrupción transgresora.

      4] Sobre el “efecto de realidad”, Barthes (1968). Al respecto de este concepto: “El productor de un texto construido con leyes propias al modelo de mundo de lo fantástico verosímil tiene como objetivo principal la creación de ese efecto de realidad, efecto que ha de percibir el lector para que se dé la perfecta comunicación literaria” (Rodríguez Pequeño, 1991: 156).

      5] Pese a ello, no será de menor importancia la circulación clandestina de textos prohibidos en la Nueva España, como demuestra Leonard (1953).

      6] Sobre el tema de estas agrupaciones, fundamentales para entender el desarrollo literario de la época, véase Perales Ojeda (2000).

      7] Sierra empleo la autodenominación “liberal conservador” para distinguirse de los adeptos de los principios liberales clásicos, metafísicos, radicales, que se oponían a los defensores de los postulados positivistas (Hale, 2002: 42).

      8] Sobre la recepción de Hoffmann en Francia, véase Castex (1951), Teichmann (1961), Schneider (1964).

      9] “La dicha en el juego, en La Cruz, 1, 15 y 29 de noviembre de1855, pp. 23-27, 86-92, 148-154. “Maese Martín y sus obreros”, en La Cruz, 20 y 27 de diciembre de 1855, 3, 10 y 24 de enero, 7, 21, 28 de febrero, 6 de marzo de 1856, pp. 256-258, 286-291, 320-323, 348-351, 408-413, 480-484, 548-552, 579-581, 604-609. “Haimatocare”, en Museo Mexicano, Segunda época, 1845, pp. 268-273. Los tres fueron reunidos en Obras de D.J. Roa Bárcena, tomo I, Cuentos originales y traducidos, publicado por Victoriano Agüeros en la Biblioteca de Escritores Mexicanos (1897). Estas traducciones fueron recopiladas en Hoffmann (2006).