del orden social y moral en la cosmovisión isabelina. El objetivo es restaurar el orden natural debido a que anteriormente Próspero, el mago, fue usurpado de su trono, lo que produjo un mundo al revés en el orden cósmico. La obra comienza precisamente con una tempestad que refleja el caos en el orden natural, un orden que tiene que ser regenerado para restablecer la armonía. Esta obra de Shakespeare está repleta de imágenes que evocan la naturaleza; de ruidos naturales; de tempestades, vientos, truenos y relámpagos; de un mar hambriento capaz de ingerir personas. Asimismo, resalta varios temas de los Siglos de Oro de Europa que convergen en el libro de Agustín Rivero Franyutti: la expansión europea, la época de los descubrimientos de tierras nuevas y las posibilidades que podrían ofrecer, la invención de utopías, lo extraño versus lo asombro y admirable, la importancia de los instrumentos de navegación, los peligros en alta mar, la importancia de la publicación de libros de toda índole y la sabiduría. Se advierte en La Tempestad que, sin sus libros, Próspero sería un tonto. Los temas violentos de guerras, la analogía entre soberanía y conspiración, los intentos de asesinato, los castigos públicos y privados, la venganza, la monstruosidad y la usurpación de tronos son sólo algunos de los que se comparten en La Tempestad y en la cronología que hace Agustín de los Siglos de Oro.
Cada personaje desempeña su papel y es movido como títere por los designios de Próspero, quien busca restaurar el orden natural con la ayuda del espíritu, Ariel. La magia contenida en los libros viene de una herencia medieval, pero mezclada con el asombro, el espectáculo, la maravilla y la ilusión creada por el encuentro con el Otro. Así, tanto en la obra como en la realidad, se crea un sincretismo entre lo nuevo y un bagaje medieval y mitológico que los primeros exploradores llevaban al llamado Nuevo Mundo para inscribir las creencias europeas en los espacios “en blanco”. Así mismo, Shakespeare ensalza los cuatro elementos del mundo natural del Renacimiento (aire, fuego, tierra y agua) y los conflictos entre los de arriba y los que son más terrenales. Ariel representa el aire, mientras el habitante nativo de la isla, engendrado por un demonio y una bruja, representado como un ser entre hombre y bestia y sumamente primitivo; representa la tierra. Su nombre es un anagrama de caníbal (Calibán), palabra del Caribe incorporada a las lenguas europeas, en 1499, por Américo Vespucio en sus Fragmentos del Nuevo Mundo; para reflejar la transculturación y aculturación lingüística de la época. No obstante, es curioso que, en la misma obra, se borren los límites entre los conceptos de barbarie y civilización, entre animal y humano, entre humano y espíritu, entre libertad y esclavitud, lo que se presta para reflexionar acerca de la naturaleza de los habitantes del nuevo mundo. Un conflicto que no se resuelve hasta 1537 cuando el Papa Paulo III publica la bula en donde escribe que los indígenas sí tienen alma y por lo tanto son seres humanos, y que se ve reflejado en los ensayos Michel de Montaigne acerca del salvaje noble y, precisamente, de los caníbales, en 1603.
Precisamente es Calibán quien usa el lenguaje más poético y evocativo en toda la obra y es descrito como noble en su lenguaje: «the isle is full of noises, Sounds and sweet airs that give delight and hurt not. Sometimes a thousand twangling instruments Will hum about mine ears». Es Ariel quien crea la tormenta en el mar, pero es Calibán quien usa las metáforas más bellas para describir lo que a fin de cuentas es su isla, su tierra natal, ya invadida y poseída por los europeos. La obra resalta lo que a futuro Rousseau y William Godwin desarrollarán acerca del debate entre educación y naturaleza, ideas llevadas a la literatura por la hija de Godwin, Mary Shelley, en Frankenstein, novela publicada por primera vez en 1818. La novela retoma ansiedades que realmente no han cambiado desde el siglo XVI ¿dónde está la monstruosidad? ¿Quiénes tienen responsabilidad sobre los demás? ¿Cuál es la relación padre/hijo? ¿Cuáles son las responsabilidades de los que tienen la autoridad o la sabiduría? En este aspecto, Próspero es un personaje contradictorio. Su papel es como el de un demiurgo que crea un espectáculo mágico en tiempo real, pero que muestra sus prejuicios hacia Calibán: «A devil, a born devil on whose nature. Nurture can never stick, on whom my pains, Humanely taken, all, all lost, quite lost!». Así se encuentra una demonización hacia el Otro.
En España y su mundo en los Siglos de Oro, Agustín Rivero pone en escena la tempestad cultural, religiosa y social de la época y su trascendencia en el llamado Nuevo Mundo. Aunque por el título parece que sólo habla de España, la cronología abarca a todos los países Europeos. Se puede a ver España y su mundo como una representación en escena de los principales personajes y acontecimientos de los siglos XVI y XVII. Tal como lo hace Shakespeare, contemporáneo de Miguel de Cervantes Saavedra, en su teatro el Globo, que metafóricamente representa el mundo en sí: el mundo es un teatro.
Agustín abre su estudio con el epígrafe de un inglés, Samuel Johnson, en relación con el conocimiento y la sabiduría. Por este motivo, me permito abrir con referencia a la última obra de su paisano William Shakespeare, en donde se resalta la importancia de las bibliotecas, la publicación de libros de toda índole y de la sabiduría. Es a través de los conocimientos de las artes mágicas que Próspero logra restaurar el orden. De forma metafórica, Agustín, por medio de su gusto por los escritos, descubrimientos, avances y conflictos de los Siglos de Oro Español; da vida a los actores, la escenografía y la utilería para abrir el telón al gran acto teatral de los Siglos de Oro.
Esta es una compilación sumamente importante para la historia cultural y humanística de los siglos XVI y XVII de Europa y de su influencia en América Latina. Es un libro erudito, pero, al mismo tiempo, fácil de digerir por el planteamiento que recrea el escenario de Europa y su mundo expansionista de los Siglos de Oro y que a la vez nos hace cuestionarnos acerca de nuestros orígenes, de los alcances y evolución de la ciencia y las artes. Está conformado por apéndices que indican quiénes fueron los soberanos europeos, los sultanes y los Virreyes –por país y con fechas para mayor precisión–, así como un índice de nombres por año. Esto facilita la búsqueda, como libro de referencia, y nuestra aproximación a los acontecimientos y personajes de Europa de los Siglos de Oro. Es un libro, como bien menciona en la introducción, que surge de su propia inquietud y experiencia como docente e investigador de la época mencionada y la necesidad de tener un compendio que ayude tanto al investigador como al estudiante o al curioso.
No se tiene que leer de forma cronológica, sino que el encanto consiste más bien en hojear, en elegir una fecha al azar y darnos cuenta de los hechos importantes y/o curiosos que ocurrieron dentro de la época de los descubrimientos, el renacimiento y lo barroco, la Reforma y la Contrarreforma. Resaltan los conflictos entre las diferentes religiones: el catolicismo y sus diferentes órdenes, los moros, los hugonotes, luteranos, calvinistas, judíos y jesuitas. La cronología resalta una acumulación de innovaciones tecnológicas en navegación, en cartografía, medicina, literatura y lingüística, por mencionar solo algunos; casi todo difundido por el uso de la imprenta.
Incluye información sobre los grandes soberanos, la unificación de reinados, Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia, Carlos I de España y V de Alemania, y resalta los límites tenues entre una y otra nación, o por lo menos entre las familias reales, pero, a la vez, los hechos recopilados enfatizan lo importante de las regiones o provincias de cada país (Normandía, Champaña, el norte de Inglaterra). Hace mención de los nacimientos y fallecimientos, decapitaciones y ejecuciones, de envenenamientos, asesinatos y adulterios, de disputas y coaliciones, de barreras protectoras y expansionismo. Algunos personajes son figuras importantes en la teología, los tratos litúrgicos, la mística, la pintura, la música, filosofía, la cartografía y geografía, la lingüística, el ensayo, la literatura, la poesía, la sátira, las matemáticas, la anatomía humana; por nombrar algunos.
Incluye algunos de los escándalos entre los miembros de la realeza y los hijos ilegítimos y los pleitos entre las grandes casas nobles. Por ejemplo, hace mención de la relación tormentosa entre María Estuardo de Escocia e Isabel I de Inglaterra que pone en relieve los conflictos entre ambos, entre católicos y protestantes. El conflicto es agravado por rumores de asesinatos, adulterios y conspiraciones que culminan con el aprisionamiento de María Estuardo en varios castillos y, finalmente, en su decapitación en el castillo de Fotheringhay, Inglaterra, en 1587. El acto público se realizó en el gran vestíbulo del castillo en un tablado de madera con sus gradas y tarimas construido específicamente para este fin. Este escenario teatral se repite de forma ominosa por toda Europa, sea en la cacería de brujas o en los autos de fe del Santo Oficio de la