Roger Ángel Loza Tellería

Arúmeden


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emergencia ¡no se veía una sola ventana!, las placas rodeaban todo el recinto. Le recordó a un centro de control y operación de turbinas, que había visto en centrales hidroeléctricas, pero notablemente ultramoderno formando: una completa cinta anular

      Notó, que el piso ya no era de madera, al contrario, parecía un metal dorado suave pero traslúcido. Dio varias vueltas a su alrededor y entonces, sintió que pisó algún detector, porque apareció un extraño artilugio que lo bañó en profusa luz roja y en la sala se escuchó una monosilábica voz electrónica, que le anunció con firmeza:

      “¡Identifíquese criatura humana!, ponga una mano sobre el escáner que tiene al frente —Grenzio obedeció y la sala tenue se iluminó completamente elevando tres veces su nivel. Las instrucciones prosiguieron hasta que se escuchó un resumen: Identificado hombre terrenal ACI5107-4, llamado Grenzio Moxela, tiene alta formación técnica, coeficiente intelectual 164. El nivel técnico extractado de su mente indica amplio conocimiento científico, mucho más elevado que el último visitante, que logró tener acceso al mirador —Entonces, rayos de luz rojiza le envolvieron y escanearon todo su cuerpo por cinco minutos.”

      “¡No presenta enfermedades! Iniciaremos siguiente paso para enseñanza virtual del comando y control del halo, en fase operativa nivel uno. Saludos hombre terrenal, como has sido calificado y aceptado, mostraré en pantallas, grabaciones antiguas similares, en que se abrieron mis circuitos detectores de inteligencia humana, para buscar algún ejemplar que pudiera servirnos como asistente técnico”

      Grenzio vio un calendario anual del año 957 y el ingreso a la sala de control de cuatro guerreros exploradores incaicos que, enloquecidos por el descubrimiento del dorado tesoro, tocaban ventanas y paredes para extraer alguna de las placas. Casualmente uno de ellos tocó por curiosidad el escáner, el análisis dio nivel mínimo en conocimiento técnico para un aborigen incaico. Entonces la sala giró y el grupo de intrusos fueron engullidos por un gusano cilíndrico metálico que los llevó a la terraza y los arrojó fuera del cerro mirador; el recinto se apagó.

      Seguidamente, la pantalla mostró el año 1592, cuando llegó un caballero español de barba puntiaguda, un Adelantado que tenía la cabeza y el cuerpo cubierto con un caparazón metálico, venía acompañado por cinco lanceros. Todos gritaban exaltados al creer que había hallado el famoso tesoro de la leyenda de El Dorado.

      Pronto apareció la consabida luz roja del escáner, que les pareció una aparición diabólica, mientras se escuchaba una gran voz que les decía, que su inteligencia y conocimientos técnicos eran míseros. Entonces, se abrió la compuerta del techo para que salgan los conquistadores, pero no lo hicieron; empezaron a punzar con sus lanzas el duro material del halo dorado hasta que la espada del Adelantado quedó partida en dos y apareció el gusano que aspiró a los seis hombres y les arrojó fuera de la sala y la compuerta circular se cerró.

      Pasaron otros 260 años, entonces apareció a mediados del año 1852, un caballero que tenía la pinta de un barbudo explorador, ataviado con casco, pantalón corto y camisa caqui, botas de cuero con amarres varios. Éste, llegó acompañado, por tres aborígenes que portaban teas llameantes; le llamaban señor C’Orligni y éste despotricaba contra ellos en idioma francés y les pedía sacar pedazos dorados de pantallas y paredes. Cuando apareció el escáner, el explorador entendió que debía colocar su mano y colocó la izquierda, porque la derecha sostenía su punzante espada, lista para matar al intruso artilugio. Cuando consiguió acertar, salió la luz rojiza que felizmente no le asustó. El famoso explorador miraba hipnotizado al origen del rayo rojizo y así fue escaneado; el resultado, dio un buen nivel de conocimiento geográfico y literario, pero nada técnico, entonces se inició la salida programada para intrusos y estos fueron expulsados de la sala y de la terraza; la pantalla se apagó.

      Las luces elevaron su nivel y apareció una especie de silla levitante, que se movió hasta llegar al lado de Grenzio y cuando éste se sentó, brazos tubulares emergieron y le cubrieron la cabeza con un casco y fue llevado al panel de control principal, donde se veía una serie de controles especiales que lo rodearon completamente. Al mismo tiempo una cara cuasi humana apareció en la pantalla y se abrió una horrenda boca digitalizada que mostraba dientes acerados para despedazarle y tragarle.

      Grenzio quiso salir de esa situación y agitó los brazos desesperadamente para salir de la sala y ésta desapareció; se hallaba caído sobre cubierta, rodeado por un atardecer. La lancha estaba amarrada cerca de un puesto de control militar; todos los pasajeros bajaban a identificarse y luego volvían a la embarcación.

      Su guardia le miró tristemente y le dijo que se estaba volviendo loco; le pidió bajar a tierra, donde vería un médico para que le dé alguna medicación y no tenga tantas pesadillas. Pasado el control, un médico le auscultó y lo encontró bien de salud, aunque su estado anímico muy agitado, producto de actividad cerebral extra; le hizo tragar dos pastillas y le puso otras dos en su bolsillo para otra ocasión similar.

      No quería descansar, ni dormir, pese al calor y la fatiga del viaje, pero pudo más su ciclo circadiano descompuesto y se durmió nuevamente, para despertar en la misma sala de comando y ante la misma horrenda cara, que ahora se dirigía específicamente a él:

      —“Hombre terrenal ACI5107-4, no se asuste, concéntrese en mi cara que es una expresión de su mente, me puede llamar Adrin1. ¿Cómo se encuentra? Iniciare una prueba, antes de instruirle con modos operativos básicos para activar esta sala de control. Necesito analizar si puede ayudarnos a reparar este halo, que es parte de nuestra nave brixiónica”

      Entonces, Grenzio reaccionó cansado de tanta información desconocida y fantástica que soñaba y se atrevió a participar.

      —No entiendo nada; me llamo Grenzio Moxela, estaba navegando por el gran rio Marube y ahora me hallo, nuevamente, en esta extraña sala hablando con una pantalla ¿Estoy o no estoy en medio de un sueño? Mi mente desvaría y mi memoria está alterada. ¿Cómo es que llegué aquí? ¿De qué prueba y ayuda me habla?

      —“Todas sus preguntas, serán contestadas tan pronto logremos integrar su memoria a un nivel técnico aceptable. Pero puede estar seguro, que usted, Grenzio Moxela, está soñando y además está en el sitio y en el momento indicado; Ha llegado a tiempo para participar en la recuperación de nuestra nave para retornar al espacio.”

      — ¿En el sitio y momento indicado? —Preguntó Grenzio— algo en mi interior, me dice que no tenga miedo ni temor a lo desconocido, menos a la aparición de seres extraños. Mi mente es puntual y sé que me encuentro ante algo inexplicable, que no pertenece a mi planeta.

      —“Por eso será llamado Arúmeden, descubridor de lo oculto. Explico y le muestro en pantalla el sitio donde se encuentra”

      -- “Se halla en este momento, dentro de un acelerador gluónico negro cuya técnica preliminar, ya está siendo pregrabada en su mente.”

      —Pese a mi condición de ingeniero, no entiendo nada de lo que sucede —replicó Grenzio— aunque estén en mi mente grabando esta información, me niego a seguir sin antes saber ¿Quiénes son ustedes?

      — “Respondo puntualmente: somos seres atemporales, arribados a su planeta hace miles de años, en una nave con forma del planeta que llaman Saturno: Una esfera energética donde yace nuestro Guardián Astral, rodeada por tres anillos aceleradores hadrónicos bajo mi comando. Hace 15.000 años terrenales, en medio de una batalla estelar contra fuerzas enemigas, cerca del cinturón de Orión, fuimos atingidos y para evitar nuestra destrucción, entramos automáticamente a un vector transmutador de escape, que dirigió nuestra nave para aterrizar en este planeta.”

      —“Déjese llevar por sus instintos, lo colocaré en el pasado, como si estuviera en mi comando, al lado de nuestro Guardián en medio de la batalla estelar, empieza la visión mental para tras gnosis neurotrónica…”

      Grenzio, sin que pudiera preguntar algo más detallado del suceso inicial, contempló una visión que parecía una batalla espacial entre naves cúbicas moradas de tamaños segregados, contra esferas azules anilladas que se movían por líneas