Juan Carlos Padilla Monroy

Los bordes del tiempo


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y una recopilación de información mucho más cuidadosas y, por lo tanto, inevitablemente requieren más tiempo que las reversibles.

      En este libro buscamos comprender el impacto de la aceleración en la vida individual, donde también encontraremos problemas paradójicos derivados de la aceleración como que cada vez se encuentren más facilidades para conseguir trabajo en otros lugares del planeta, pero se haya extraviado el rumbo y el sentido del tiempo de la vida en el mundo. El capitalismo permite que el sujeto alcance con mayor facilidad sus metas personales; pero nunca como hasta ahora, la identidad de la persona estaba tan extraviada entre individuos cortados con la misma tijera. Finalmente, el plan de vida se ve truncado por la aceleración del ritmo en el que se vive debido en gran medida a una falta de adaptabilidad a ese mundo vertiginoso.

      En un mundo donde los cambios rápidos son la regla general, no hay tiempo para generar una identidad propia, pues lo que hace unos años podía tener un valor especial para alguien, ahora es devaluado o incluso, rechazado por la misma sociedad que antes lo acogía. De esta manera, es imposible mantener el apego por una idea sólida e invariante; por consiguiente, se llega a la conclusión de que no hay identidad posible por una ruptura entre presente pasado y futuro de un sujeto que se ve obligado a cambiar de personalidad cada vez que cambia de grado escolar.

      Podemos observar, siguiendo a Hartmut Rosa, cuatro factores que brindan seguridad y continuidad a la identidad personal:

      Una teoría completa sobre la modernidad no puede olvidar ni los aspectos macro-sociales ni los aspectos particulares de los individuos que interactúan en ella; es más, no es posible modificar el sistema moderno de aceleración en que vivimos, el único modo de desacelerarlo es a través de acciones individuales.

      Uno de los problemas más grandes que podría enfrentar el siglo xxi es el de la incompatibilidad o desincronización entre las generaciones, tal como vaticinaba el literato argentino, miembro del boom latinoamericano, Adolfo Bioy Casares en El diario de la guerra del cerdo; su novela ilustra una desconexión entre la juventud y la vejez tan radical, que los unos comienzan a morir a manos de los otros. Para bien o para mal, el ser humano ha logrado, por medio de la tecnología y los avances científicos, prolongar su vida hasta casi el doble de tiempo, si consideramos que el promedio de vida en la antigüedad era de cincuenta años (el cuerpo humano comienza a decrecer a los cuarenta) y lo comparamos con la esperanza de vida estimada de nuestra generación (noventa años aproximadamente). No es casualidad que haya choques generacionales marcados y manifiestos en estas primeras décadas del milenio. Respecto a este punto, hay casos paradójicos en la historia reciente: el triunfo del Brexit en Gran Bretaña, la imposibilidad de un acuerdo de paz con las farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) en este país latinoamericano, el triunfo de Donald Trump en las elecciones de 2016 y el de Andrés Manuel López Obrador en 2018 en México, claros ejemplos de desincronización generacional.

      La modernidad es un todo complejo que requiere un análisis exhaustivo, transdisciplinario y completo. Quizá ninguna investigación alcance estas pretensiones, sin embargo, podemos buscar aportar la temporalidad como variable en su estudio con el fin de comprender sus paradojas.

      Una de las preguntas fundamentales sobre la aceleración consiste en saber si existe algo en común en todos los fenómenos para que puedan reunirse en un mismo término de aceleración social. Desde la perspectiva de Hartmut Rosa, no lo hay directamente, pero sí desarrolla tres categorías de aceleración que pueden explicar este fenómeno; de igual manera, la aceleración social misma trae como consecuencia fenómenos de desaceleración social y ralentización, los cuales se han vuelto particularmente visibles a principios del siglo xxi e incluso, serán más importantes de analizar para encontrar una respuesta filosófica a los retos planteados por la modernidad tardía.

      [1] Hartmut Rosa, Aceleración social…, p. 1.

      [2] Obtenido de Hartmut Rosa, High-speed Society…, p. 109.

      [3] Ibid., p. 12.

      [4] Aunque todas las clasificaciones son susceptibles de revisión, podríamos hablar de cuatro principales formas de antropología: la biológica, la cultural, la lingüística y la filosófica. Es esta última a la que damos más énfasis en el presente trabajo.

      [5] Hartmut Rosa, Alienación y aceleración…, p. 16.

      [6] Ibid., p. 138.

      [7] Hartmut Rosa, High-speed Society…, p. 188. “Heidegger in 1950 foresaw much of this speeding up of social life. He talks of the ‘shrinking’ of the distances of time and space, the important of ‘instant information’ on the radio, and the way that television is abolishing remoteness and thus ‘undistancing’ humans and things”.

      [8] Hartmut Rosa, High-speed Society…, p. 187. “Post-Fordism involves a new spatial fix and most significantly new ways in which time and space are represented. Central is the ‘time-space compression’ of both human and physical experiences and processes”.

      [9] Hartmut Rosa, Alienación y aceleración…, pp. 141 y 143.

      [10] Hartmut Rosa, Social Acceleration…, p. 59. “Two paradoxical developmental tendencies immediately come into view: on the one hand, processes of ever finer differentiation are accompanied by a parallel growth of (today global) chains of Independence and, on the other hand, the unity and coherence of the whole of society seems to disappear in the wake of (stability-and efficiency-increasing) differentiation […] In this sense the flip side of the differentiation is social disintegration”.

      [11] Ibid., p. 61. “Acceleration is more fundamental than the other categories insofar as processes of differentiation, rationalization, or individualization come to a standstill or even turn into their opposite just in case they become dysfunctional for further social acceleration”.

      [12] Ibid., p. 18.

      [13] En teoría de juegos que no son cooperativos, los juegos de “suma cero” son aquellos en los que se presenta un caso en el que la ganancia o pérdida de uno