Juan Carlos Padilla Monroy

Los bordes del tiempo


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pues ambos coexisten ontológicamente; sin embargo, la aceleración social que sufre la sociedad contemporánea está aquí y es perfectamente observable porque sus consecuencias se hacen sentir.

      El año 2020 ha supuesto un reto al respecto a partir del confinamiento, casi global, que los gobiernos han impuesto a sus poblaciones con la solicitud de un encierro físico y nulo contacto social e interpersonal, ante lo cual sólo ha quedado el acercamiento virtual.

      Los estudios sobre la modernidad buscan descifrar los fenómenos presentes en la relación del ser humano con su entorno. Así, se han explicado las estructuras sociales, las formas culturales, los problemas humanos de la personalidad frente al mundo y la posición que el ser humano ocupa en él; sin embargo, aunque se han realizado estudios en relación con el tiempo, no se habían relacionado con los cambios en la velocidad de los movimientos humanos en el mundo. Es por esto que la dimensión temporal en los estudios sobre la modernidad tiene relevancia y, podemos asegurar, no estorba al resto de los estudios hechos, ni tampoco a los que se pueden llegar a hacer. La dimensión temporal se entrelaza con las dimensiones materiales de la sociedad y no puede ser claramente separada de ellas en términos fenomenológicos, pues no existe un tiempo social independiente de la estructura social, la cultura, etcétera.

      Por otro lado, muchos estudios académicos alrededor de los problemas de la modernidad sólo replican trabajos anteriores, ora quitando ora agrandando alguna variable novedosa para entender si hay cambios significativos. Es necesario animarse a romper paradigmas y paradojas en la investigación, agregar variables como la del tiempo, para ver con nuevos ojos el mundo que nos rodea y explorarlo con nuevas dimensiones. La velocidad del siglo xxi exige que los nuevos enfoques de la teoría crítica no sigan ciegamente o repitan las ideas metodológicas y planteamientos de antaño, pues necesita herramientas que faciliten comprenderla de un modo más completo.

      También debe admitirse que, de manera observable, no hay un patrón único y universal de aceleración que aumenta la velocidad de todo, incluso, hay muchas cosas que disminuyen su velocidad, es decir, se ralentizan tales como el tránsito, un resfriado común que ofrece más resistencia o el promedio de sueño que ha disminuido dos horas desde el siglo xix y treinta minutos desde los años setenta.

      Estas contradicciones requieren una explicación aparte ya que el mundo del siglo xxi está particularmente lleno de ellas debido, en buena medida, a la influencia que tiene la aceleración social sobre las estructuras, cultura y formas de moldear la personalidad en la era moderna.

      Paradojas de las fuerzas de la modernidad

      En el año de 1989 ocurrieron dos fenómenos aparentemente contradictorios que, sin embargo, formaron parte de la historia del siglo xx: por un lado, el gobierno de China recurrió a la fuerza militar para poner fin a una protesta en la plaza de Tiananmen, las imágenes que se conservan de un joven sólo enfrentando a un tanque militar hablan por sí solas; por el otro lado, en Alemania, cayó el muro de Berlín, signo de la liberación de un país y la caída de un régimen, el soviético.

      Estos dos acontecimientos que tuvieron lugar en ese mismo año son paradójicos. Siguiendo las reflexiones del economista estadounidense Philip Kotler (1931), el modo de vida contemporáneo produce paradojas, es decir, fenómenos aparentemente contradictorios que, quizá, no sean tan contradictorios como parecen.

      Desde el punto de vista de la economía y la mercadotecnia Kotler analiza tres paradojas:

      1 La paradoja política. Mientras la democracia es adoptada cada vez en más países del mundo, China, que no fue precisamente democrática en aquellos años, se ha ido volviendo más poderosa. El capitalismo no precisa de la democracia; el mundo moderno genera apertura en la economía, pero no en la política, por lo que el panorama político continúa siendo nacional.

      2 La paradoja económica. El mundo moderno favorece la integración económica, pero no genera economías equitativas; la economía capitalista perjudica a una cifra de países similar a la de países beneficiados por el proceso, tal y como ocurre con los efectos de suma cero en la teoría de juego.[13]

      3 La paradoja sociocultural. La modernidad no genera una cultura uniforme, sino diversa, pues da origen a una cultura global universal, pero a la vez fortalece la cultura tradicional.

      Del mismo modo en que se pueden observar estas paradojas de la modernidad a partir de la globalización, se encuentran otras, fruto de la aceleración, que sin embargo, nos permiten ver que no todo en el mundo puede ser acelerado. Por ejemplo, los ya mencionados embarazos no pueden ser acelerados, ni se puede acelerar el periodo de descanso; asimismo, las amistades no pueden sufrir ese proceso, ya que requieren de tiempo para gestarse como relaciones duraderas, además de que los pensamientos o los sentimientos tampoco pueden procesarse a mayor velocidad. A su vez, existen cosas que quizá sí puedan acelerarse, pero las consecuencias serían contraproducentes; por ejemplo, el amor o el sexo, sin embargo, el efecto sería evidente, por un lado relaciones de corta duración y por otro, algún tipo de disfunción, o bien, la banalización del acto sexual. La comunicación es otra de las variables que pueden acelerarse, pero la consecuencia podría derivar en una falla en el intercambio o incluso, en una incomunicación total.

      La búsqueda por aumentar la velocidad en los procesos institucionales, como se podrá observar, tiene consecuencias paradójicas. Revisemos algunos ejemplos: los Estados buscan acelerar sus procesos para unificar u homologar tiempos, lenguaje, leyes y moneda, etcétera, sin embargo, provocan a su vez obstáculos en las transacciones financieras e intercambios en los flujos globales. Podemos hallar un caso en los cambios al uso horario de un país para homologar los tiempos de cierre de bolsa con respecto a otros. En la burocracia también hay una viñeta paradigmática, cuando los esfuerzos por acelerar la administración del trabajo producen retraso en el desarrollo social y económico; de nada sirve, por ejemplo, realizar trámites digitales, si la mitad de la población no tiene acceso a una computadora o no sabe operarla.

      Por otro lado, la dirección de la política busca nuevas dinámicas para convencer al electorado, pero aspira al mismo tiempo al control de todas las variables y termina por destruir esa dinámica. Con la democracia ocurre algo similar, acelera la sucesión