Carlos López Degregori

Lejos de todas partes


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gesto

       Mi miembro de lana

       Ama de todas mis almas

       ESPIRAS

       I

       Monosílabos

       Tebas

       Con el viento gallo

       Antena

       Palmira

       II

       Un ramo de flores metálicas

       A Mayor Gloria del Sol

       El sol mendigo

       III

       Madre del vinagre

       Un hoyo como mis ojos

       En la luna de estaño

       Asintonías

       Declinaciones en el jardín

       Dos Madrastras

       Una voz salida de los Vosgos

       DESFILADEROS

       Barca con tres remos

       Si encontrara una moneda

       Máquina respiratoria

       Esquema canónico

       La espalda es frontera

       Temblor de Judas (2018)

       Un pozo y un diente

       Línea de flotación

       Media Hogaza

       La ruta de la seda

       Temblor de Judas

       Clausura

       Siempre es al sur

       Epílogo

       La poesía de Carlos López Degregori: invitación a una relectura infinita / Camilo Fernández Cozman

       Bibliografía

      A Roxanna

      Prólogo

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       Esto podría ser un diario:

       mi entrada al olvido o a una minúscula posteridad

       cuando llegue

       el momento de las pruebas.

       He escrito poco o mucho en estos años.

       Han cambiado mis palabras.

       Afuera

       alguien

       a quien nunca he visto

       y no conoceré

       barre un amor legendario.

       Quiero dedicarle a esa persona

       y su escoba

       este verso final:

       tengo fiebre en mi mano izquierda.

      CLD

      El 14 de diciembre del 2017, cuando cumplí sesenta y cinco años, mi hijo me regaló la fotografía que abre estas páginas. Veo el claroscuro de mi rostro con un gesto impreciso y unas palabras que lo velan y atraviesan. Veo una existencia —o muchas que han llegado a ser innumerables— y una identidad trizada, esquiva. Y, detrás de la pared en la que se interna el oído, los murmullos de todos mis poemas que sobreviven en este único libro: Lejos de todas partes. Él es mi insistencia y mi designio.

      No se elige escribir poesía. Ella surge como una fatalidad y una manera de estar en la realidad y el lenguaje. En mi caso llegó por primera vez en 1969, cuando terminaba la secundaria, y siempre ha encontrado la forma de reaparecer. He vivido obsesionado por el tiempo y los números. Casi podría decir que soy un pitagórico que se asoma a un espejo empañado y deforme para descubrir cifras decisivas o intrascendentes. Hace cincuenta años escribí mi primer poema que destruí a los pocos días. Hace cuarenta años publiqué Un buen día. Hace veinticinco años que apareció la edición primigenia de Lejos de todas partes que reunía mi poesía hasta esa fecha. Si sumo el cinco y el dos obtengo el siete que es el número exacto de la síntesis. En él se abrazan el tres y el cuatro. Tres tiempos, tres rostros, tres mundos, tres personas que se precipitan en cuatro elementos, cuatro humores, cuatro estaciones en los cuadrantes del año, cuatro puntos cardinales que en realidad son un único vórtice: el sur, siempre el sur.

      Esta nueva edición presenta algunas modificaciones. He desechado cinco poemas de Un buen día y algunos de Flama y respiración que aquí aparece reordenado. En el primer caso se trata de poemas imperfectos; en el segundo de una mirada y un tono en los que ya no puedo reconocerme. Todos mis otros libros aparecen completos y recuperan además su estructura original. En algunos textos he introducido cambios: son supresiones que no traicionan el aliento original y que a mi juicio ajustan el poema. Ahora sí puedo decir que ya no volveré a este libro. Esta es la versión que entrego como una forma de testamento.

      El título, escribí en la primera edición, apunta al extrañamiento, al diseño de un(os) mundo(s) lejos de todas partes poblado de formas y presencias borrosas. Es una lejanía biográfica, existencial, histórica, ideológica, poética: un exilio al que estoy condenado y que estas páginas atestiguan.

       Lejos de todas partes

      el único libro de poemas que he escrito durante cuarenta años

      y que debo ya cerrar

       tengo fiebre en mi mano izquierda

      CLD / 30 de agosto del 2018

      Un buen día

      (1978)

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      1

      Un buen día

      Nos descubrimos en el agua

      Y decidimos nacer muy lentamente

      Y estamos o no estamos

      Nos buscan

      Nos preguntan

      Presencia sospechosa una visita

      Alguna llamada para nadie en el teléfono

      Y dónde

      Dónde nos habremos metido acaso sin saberlo

      Tal vez en el jardín jugando a las estatuas

      O extraviando nuestros cuerpos en la calle más lejana

      Un destino mejor

      Una