Carlos López Degregori

Lejos de todas partes


Скачать книгу

      y nombren, vociferen purgatorio.

      Nómbrenme.

      Ni duermo ni no duermo

      ni pienso

      ni siquiera me resigno.

      Pero ya no quiero oír los redobles del tambor

      ni al piano a cuestas con mi cuerpo

      ni al pájaro en brasas que vuela por el cielo

      Y decidí remontarme al ruiseñor

      para que la vida surgiese con el canto.

      Ruiseñor que no soy

      que no seré.

      Pájaro limpio y perfecto en el bosque,

      hermoso como una chispa entre las fieras.

      Y no pudiste ser otra mi canción

      aunque ahora discurras sin la justeza de otro tiempo

      desgastada por poetas,

      los árboles, los labios.

      Ruiseñor melodioso:

      voz sacrificada en el verano

      como nunca

      más sangre no fatigó el corazón.

      Y mis años

      veintiséis

      iguales a tu canto,

      iguales a una tarde calurosa

      en la que el único riesgo era contemplarse.

      Pero tu canto no importó.

      Y luego ni tu canto

      sino que eras aire

      y el aire el pánico que tenía a respirar

      porque todo marcaba un veinticuatro de febrero.

      Ruiseñor

      ya talo el bosque.

      Multiplico, convoco al hechicero.

      Construyo una jaula o una cama.

      Y es probable que te clave

      allá en Roma,

      me haga viejo de escuchar.

      Te ciegue para hacer más hermosa la canción

      o fabrique un simulacro:

      un pájaro mecánico que estalle

      ante un emperador reblandecido.

      Pero decidí remontarme al ruiseñor

      y es lo importante.

      Aunque veintiséis años no surgiesen limpios

      y todo terminara en un pájaro ceniza,

      en una jaula vacía,

      en una cama.

      Guardó la luna en un tonel

      y un poco de semen y un cabello

      Y los guardó con el mar de hace un mes

      esperando la disolución total

      o un milagro

      Vean

      les dijo ayer a sus amigos

      introduzcan las manos en el agua

      y no crean jamás en lo que estrechen

      o limítense a creer

      Pero cuídense del cuerpo que ya sabrá moverse

      que los ate con su único

      larguísimo cabello

      En nada me parezco

      En nada y nada fui disminuyendo

      y ella acabó por encerrarme

      en este cuarto

      Así aprendí con el tiempo a cantar

      y ahora soy todas las cigarras

      Sea perpetuamente mi canción

      Quede como una estatua o marca de las lenguas

      Un murmullo intolerable:

      Ella también envejeció

      Ahora extiende su llamada por cien años

      y muda

      tarda la noche entera en mover uno de sus dedos

      Te extraño cuervo

      y vinagre cuerpo olla

      paso la noche entera

      extrañándolos

      Vengo y no vengo

      me transformo próximo

      sagrado

      asedio hasta el límite

      y te reduzco cuervo hasta el principio

      te hiervo con vinagre

      y te lo doy

      cuerpo que tiemblas que sudas

      a beber

      Pero nunca cicatrizas

      Te convierto en pórtico de fuego

      Abierto a centro que no conozco de mi casa

      Voraz

      Siempre destilando

      Y de fuego eres viento que oficia entre los muebles

      El mar en cada gota que derramo de mi vaso

      Te convierto en grulla o tambor

      Una rosa que brota en la pared

      O una que solo crece subterránea

      Y a cada redoble aprendes a formarte

      Te haces manos que pueden respirar

      Piernas que huyen o te acercan

      Ombligo sexo cabellera

      Y en tu cuerpo custodias el amor

      Y es un bosque me pierdo me sé todos los árboles

      O es vino

      Es arena

      Y perfecta convertida declinando

      Entonces te fundas en un reino indescifrable

      Y eres la que llena la casa de ceniza

      La que pende oscura de los labios

      Golpeamos con una bota cien veces la pared

      Clavamos los muebles en el piso para que sean perfectos

      Inmortales

      Nosotros mismos nos clavamos

      Pero no hay clavo ni sueño más inútil

      Y no hay conjuro que te vuelva mi grulla mi tambor

      Ni fuego para el fuego

      O para el agua

      Te convierto en lo que no puede convertirse

      Te regalo una sencilla eternidad

      Encerrada para siempre en una cáscara de nuez

      En la botella que guardo en el armario

      Y tú me miras con tus ojos en el vidrio

      Y tú ya no