María Mendoza Micholot

100 años de periodismo en el Perú


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en comunicación (Gargurevich 2011: 14).

      Lo que se propuso fue evidenciar cómo el periodismo retrató los acontecimientos más relevantes de su tiempo e identificar lo que la teoría de la opinión pública llama sus elementos constitutivos; es decir, a los actores y espectadores de dichos asuntos públicos, las corrientes de opinión que estos generaron y, sobre todo, la mediación que cumplieron los medios impresos.

      Así, se trata de revalorar la mayor cantidad de publicaciones periodísticas que circularon en Lima en la centuria pasada, para mostrar sus fortalezas y dar cuenta de las exigencias que debieron afrontar frente al avance tecnológico de cada época y las condiciones de su entorno.

      Es posible que se haya omitido de manera involuntaria, claro está, algunos títulos y que otros merezcan un desarrollo mayor. Pero los que se estudian aquí resultan valiosos referentes a la hora de reconstruir —aunque parcialmente debido a su frondosidad— el rol del periodismo y la cobertura que realizó de los diferentes acontecimientos de su tiempo.

      Como queda señalado, se circunscribe a la producción de diarios y periódicos limeños, que son nuestro objeto de estudio y que creemos devienen en una muestra representativa de la prensa nacional. Referencialmente se tocan algunas revistas destacadas del siglo pasado, aunque su aporte al periodismo peruano merece un estudio particular y más profundo.

      La división cronológica en dos tomos tiene su correlato con los tiempos —años más, años menos— en que se produce la modernización de la prensa y se reconocen internacionalmente las libertades de opinión y expresión, después de la Segunda Guerra Mundial, con la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en 1948.

      El primer tomo comprende cinco capítulos: “Antecedentes del periodismo de masas”, “El periodismo y la República Aristocrática”, “Prensa comprometida”, “La prensa y el oncenio de Augusto B. Leguía” y “El militarismo y la violencia”, que concentran los hechos acaecidos en la primera mitad del siglo.

      El segundo tomo contiene los cuatro capítulos restantes: “El costoso afianzamiento del Estado”, “De la toma de los diarios a la lucha por la democracia”, “Nuevas perspectivas y nefasto retroceso” y “Rumbo a la modernidad”, que comprenden el período 1949-2000.

      Este trabajo se suma a otras investigaciones y estudios realizados sobre la prensa peruana en las últimas décadas. Es impresionante la cantidad de títulos y publicaciones dedicados al periodismo. A ellos recurrimos y rendimos homenaje, porque no es fácil reseñar sin caer en subjetividades, lecturas parciales o antojadizas; tal vez explicables porque hablamos de “una actividad realizada por hombres y mujeres tan identificables como imperfectos” (Ulanovsky 2005: 10).

      Por ello, así como la objetividad en periodismo no existe, aquí seguramente prevalece el punto de vista de la autora. No obstante, se ha tratado de analizar el diarismo limeño del siglo XX con base en la contextualización más fidedigna de sus prácticas y experiencias. Con fines metodológicos, el campo de estudio fue delimitado en los cinco vectores que Ricardo Bedoya, coordinador de este esfuerzo investigativo, detalla en el prólogo de la serie, y que para el caso del periodismo impreso determinaron estas variables:

      - Marco temporal: diarios y periódicos de Lima, con breve referencia a las revistas.

      - Modos de propiedad, productos e innovaciones de la empresa periodística: identificación de líneas editoriales, de los productos impresos, visuales y virtuales, experiencias de autorregulación y concentración de medios.

      - Relaciones prensa-poder: y sus efectos en la construcción de corrientes de opinión.

      - Géneros y formatos: modalidades, estilos y narrativas periodísticas.

      - Consumo público: circulación, comercialización y publicidad de los impresos (datos que en algunos casos son presentados mediante fichas técnicas).

      Aspiramos a poner un granito de arena en el reconocimiento de cien años de periodismo peruano en beneficio sobre todo de las nuevas generaciones de periodistas llamadas a valorar un período que explica el presente de nuestra profesión y probablemente su futuro. Hoy puede ser difícil acceder a los ejemplares de muchos diarios del siglo pasado (basta con visitar la hemeroteca de la Biblioteca Nacional y constatar los esfuerzos que se realizan para frenar el paso y el peso de los años, el deterioro del papel y el desinterés de quienes deberían cautelar su conservación documental). Pero a diferencia de otros formatos periodísticos, y de los agoreros que pronostican su desaparición, el periódico de papel sigue siendo el registro y la referencia.

      Agradezco a todas las personas que directa o indirectamente me alentaron a realizar este viaje al pasado. Mi gratitud a Fermín Cebrecos y María Teresa Quiroz, cuya confianza ha sido un aliciente para llevar a buen puerto la tarea encomendada. A Rocío Barja Marquina y Guillermina Palacios, quienes colaboraron en la recolección de las muestras de los principales periódicos analizados. A Lino Chipana y Dante Piaggio, reporteros gráficos cuya contribución hizo realidad la documentación fotográfica de este libro. Debo agradecer la amistad y el tiempo que me dispensaron Edmundo Cruz, César Lévano, Alejandro Miró Quesada Cisneros, Alejandro Sakuda, Arturo Salazar Larraín y José María Salcedo, así como a los recordados Javier Ascue (1944-2012) y Manuel Jesús Orbegozo (1923-2011), destacados periodistas cuyas vivencias permitieron reconstruir con mayor claridad esta mirada al pasado que ponemos a disposición del lector. A la historiadora Mariana Mould de Pease y al profesor Juan Gargurevich, quienes hicieron valiosos alcances que fueron incorporados en la versión final de esta publicación.

      Introducción

      El politólogo y ensayista Benedict Anderson sostiene que, en sus inicios, los periódicos así como las novelas fueron los primeros contribuyentes a la representación de esa “comunidad imaginada” que es la idea de nación (1997: 46-47). ¿Podríamos aplicar esta afirmación al caso peruano? ¿Cuánto ha contribuido la prensa nacional a lo largo del tiempo al fortalecimiento de nuestra conciencia de colectividad (Monzón 1987: 148), es decir, a la creación de consensos por mínimos que sean, a cómo nos vemos —y reconocemos—, como miembros de una misma sociedad? Difícil respuesta.

      Lo cierto es que la historia, entendida como el registro de los principales sucesos y procesos políticos, económicos y socioculturales, nos ofrece “una imagen inteligible de un cierto pasado” (Huizinga 1977: 91-95) en la que se puede seguir la huella del periodismo. Mirar qué pasó, cuándo y en qué contexto lleva indefectiblemente a revisar la labor cumplida por esta profesión responsable del registro fiel de acontecimientos, constructora del debate público de los asuntos que se entiende son de interés nacional, con influencia en la sociedad y en sus actores, y que a su vez —como toda organización, institución o individuo— también se ve influenciada por el entorno social (Macionis y Plummer 2000: 24).

      Esta investigación sobre la prensa limeña exploró esos ámbitos para, de manera quizá ambiciosa, tratar de entender la evolución que ha tenido la práctica periodística durante el siglo pasado, identificar las tendencias o denominadores comunes de su quehacer y, a través de ese acercamiento, aproximarse a los retos del presente y del futuro.

      El resultado fue el hallazgo de publicaciones que, en un lenguaje conciliador, vehemente o beligerante, defendieron sus particulares agendas mediáticas en algunas ocasiones y en otras hicieron suyos los asuntos de verdadero interés ciudadano. En razón de sus líneas editoriales —de izquierda o de derecha; independientes, comprometidas o militantes; conservadoras o progresistas—, algunos medios fueron perseguidos y censurados cuando defendieron determinadas propuestas partidarias o cuando se rebelaron contra las autocracias y los militarismos de viejo cuño que amenazaron e interrumpieron nuestra siempre endeble democracia.

      Estudiar la evolución de la prensa ha significado también descubrir que, a veces, todo tiempo pasado sí fue mejor, sobre todo cuando se analizan prácticas periodísticas ejemplares, en las que se defendieron los new values (veracidad, actualidad, relevancia social, interés público…). Cuando se halla a periodistas convertidos en voceros de causas aparentemente perdidas, pero legítimas, justas y solidarias. O