Klyne Snodgrass

Comprendiendo las parábolas de Jesús


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ciudades Jónicas y Eolias en una revuelta contra Creso. Después de la derrota de Creso, estas ciudades enviaron mensajeros a Ciro, con la propuesta de someterse a Ciro conforme a los mismos términos que habían servido a Creso. Ciro rechazó la oferta con esta historia:55

      Una vez, dijo Ciro, había un flautista que vio peces en el mar. Tocó la flauta, pensando que así los peces vendrían a tierra seca. Al ver su esperanza defraudada, tomó una red, los atrapó y sacó una gran multitud de peces. Al verlos saltando, les dijo: “Deben parar ahora su baile; ustedes no quisieron salir y danzar cuando les toqué la flauta.”

      La parábola era una expresión de enojo que no necesita explicación. Al recibir este mensaje, las ciudades se fortificaron para la guerra. Las correspondencias con la analogía son obvias: Ciro es el flautista, las ciudades son los peces, el rechazo a bailar equivale negarse a una revuelta contra Ciro, y los saltos dentro de la red se entiende como sus intentos de ahora agradar a Ciro; pero nadie necesitaba deducir o que le explicaran estas correspondencias. Eran parábolas obvias porque al igual que las de Jesús, esta historia se relató en un contexto. Luego, Esopo (Babrius 9), tomó esta parábola, pero sin el contexto ni la intención original, y le dio una aplicación simple y genérica.56 Esta parábola tiene poco valor sin su contexto histórico. Su verdadera fuerza depende de ese contexto.

      Livy (del 50 a.C. al 17 d.C.) cuenta que Agripa Menenio, un gran orador, fue enviado a suprimir una rebelión en el año 494 a.C. (Ab Urbe Condita 2.32):

      Al ser admitido en el campamento, se dice que Agripa simplemente relató la siguiente apología, en el estilo pintoresco y descortés de aquella época: En los días cuando los miembros del cuerpo del hombre no estaban de acuerdo entre sí, como es el caso ahora, sino que cada uno tenía sus propias ideas y su propia voz, los otros miembros pensaban que era injusto que tuvieran que afanarse y pasar la molestia de proveer todo al estómago mientras éste permanecía perezoso en medio de ellos y disfrutando de las buenas cosas que los demás proveían. Entonces puestos de acuerdo todos, decidieron que las manos no llevarían comida a la boca, ni la boca aceptaría nada, ni los dientes masticarían lo que recibieran. Mientras los miembros muy enojados procuraban someter al estómago mediante el hambre, los miembros mismos y todo el cuerpo se debilitaron grandemente. De esta manera aprendieron que el estómago no es ocioso ni inútil, y que no estaba más alimentado que los demás miembros, porque daba a todos los miembros del cuerpo lo necesario para vivir y prosperar, repartiendo por igual por las venas la sangre enriquecida. Agripa hizo un paralelo de este relato para mostrar la semejanza de la disensión interna de los miembros del cuerpo con el enojo de la plebe contra los Padres, él prevaleció en la mente de los oyentes.

      Ente los muchos ejemplos de Séneca (4 a.C. al 65 d.C.), encontramos una parábola interrogativa con una explicación:

      De modo que no hay razón para que pienses que cualquier hombre ha vivido por mucho tiempo solo porque tiene canas o arrugas; él no ha vivido mucho, ha existido mucho. Acaso ¿se debe pensar que aquel hombre que tuvo un largo viaje, si en realidad su barco fue acosado por una feroz tormenta tan pronto zarpó del puerto y, empujado de un lado a otro por los vientos que soplaban de diferentes direcciones, fue llevado en círculo por el mismo curso? En realidad él no viajó mucho, sino que fue sacudido mucho (De la brevedad de la vida 7.10).

      Séneca también pregunta: “¿Quién quiere apuñalar un enemigo con tanta fuerza que deja su propia mano dentro de la herida y no puede recuperarse del golpe? El enojo es como esa arma; es muy difícil sacarlo” (Sobre la ira 2.35.1). Semejante al dicho de Jesús de mirar la paja en el ojo del hermano, Séneca escribe: “Ustedes ven los granos en los demás cuando ustedes mismos están cubierto con una masa de llagas” (Sobre la vida beata 27.4).57

      Plutarco (46 d.C. hasta principios del 120 d.C.) con frecuencia emplea las comparaciones y las formas parabólicas. Él relata la historia del sol que derrotó al viento del norte al hacer que un hombre se quitara el abrigo. La inclemencia del viento hizo que el hombre apretara más su abrigo a su cuerpo, pero el calor del sol hizo que se lo quitara. La historia se aplica a las mujeres cuyos esposos tratan que ellas dejen sus extravagancias. Si los esposos emplean la fuerza, las esposas pelearán continuamente, pero si recurren a la razón, las esposas practicarán la moderación (Moralia 139 D-E, “Consejos a la novia y al novio”). El mismo documento cuenta de un esclavo que se había escapado y que se lo encontró escondido en un molino, lugar de trabajo de los esclavos, y cuyo amo dijo: “¿En qué otro lugar hubiera yo deseado encontrarte que no fuera este?” La aplicación es una advertencia a la mujer que, debido a sus celos, pide el divorcio, ya que su rival no desearía otra cosa (144 A). Plutarco, también refiere a la gallina de Esopo en una situación que los enemigos inquieren sobre el conflicto de un hombre con su hermano. La gallina responde al gato que averigua sobre el bienestar de un ave enferma: “Estará bien, si te mantienes alejado.” Plutarco añade –muy semejante al nimshal en el Nuevo Testamento o a una parábola judía–“así (houtōs) uno podría decir del tipo de persona que saca a colación el tema de un pleito y hace averiguaciones y trata de conocer algún secreto” (Moralia 490 C, “Sobre el amor de hermanos”).58

      Los Discursos y el Enquiridion de Epicteto (55 -135 a.C.), están llenos de comparaciones y de dichos semejantes a las parábolas. Al igual que varios otros escritores, Epicteto tiene parábolas interrogativas similares a las formas de las parábolas interrogativas de Jesús (p. ej., Diatriba 1.27.19: “¿Quién de vosotros, que necesita ir al baño, va más bien al molino?”).59 Epicteto compara las personas que fallan en obtener la excelencia porque están satisfechas de sus logros con alguien que sale de viaje pero se queda en un cómodo hotel y nunca alcanza su objetivo (2.23.36-41). En una parábola alusiva al relato de Jesús sobre el hombre fuerte, Epicteto compara al que investiga el cinismo con un intruso que dice ser el dueño de la casa, y ofrece una explicación de la analogía comenzando con la palabra “así” (houtōs) (3.22.1-5). Los deberes de la vida se comparan con las tareas en una barca o con los deberes de un soldado (3.24.32-37). Se compara al cuerpo con un pobre burro sobrecargado y se detallan numerosas correspondencias sobre el burro y sus pequeñas bridas, bolsitas de carga, y otros (4.1.78-80). Se urge a las personas que mantengan por un tiempo su filosofía para sí mismas, porque así también el fruto brota en las plantas, con la semilla enterrada y escondida, que le permite crecer lentamente. La imagen se extiende hasta describir el florecimiento prematuro y las inestabilidades del clima, y las correspondencias sirven como advertencias de lo que puede acontecer a las personas (4.8.36-40). La vida se compara a un viaje en barca cuando se permite que uno baje a tierra un momento. Hay varias correspondencias de lo que uno puede encontrar en tierra y lo que uno tiene en la vida (Enquiridion 7).60

      Las fábulas de Esopo tienen una obvia, aunque distante, relación con las parábolas bíblicas, pero también con otras fábulas.61 De hecho, “Esopo” es tanto un término genérico como una referencia a una persona. Por lo general pensamos que una fábula es un cuento moralista sobre plantas y animales que hablan y actúan como seres humanos. Son moralistas, pero no todas refieren plantas y animales. Muchas reseñan las acciones de los humanos, y algunas de los dioses.62 Aunque debidamente relacionadas en términos de estructura, las fábulas de Esopo en muchas formas no son como las parábolas de Jesús. La diferencia primordial atañe al contenido y el contexto. Las fábulas se escribieron y coleccionaron esencialmente para entretenimiento y segundo para enseñar consejos sabios, con frecuencia de manera ingeniosa y satírica. Se relataban por su propio interés y no servían a una narrativa más extensa o un contexto específico.63 Esto es muy distinto a las parábolas de Jesús, que se relataron en el contexto de su propio ministerio y servían para explicar su mensaje. A veces las parábolas de Jesús eran humorísticas, pero la intención primordial era provocar más que entretener.

      Los prólogos de varios libros de Fedro y Babrio, las dos colecciones donde se preservaron las fábulas de Esopo, son especialmente instructivas, pero uno debe recordar que las colecciones son cientos de años posteriores al mismo Esopo. Fredo y Babrio son del principio y finales del siglo primero respectivamente, pero se cree que Esopo vivió a principios del siglo sexto a.C. Ambas colecciones indican que emplean la forma de Esopo para sus propias contribuciones, y “Fedro”