Elías Nandino

Elías Nandino. Prosa rescatada


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modificaciones a partir de futuras meditaciones donde las perspectivas se modifican.

      • En el ensayo literario (a diferencia del académico) hay una imprecisión en las citas textuales y referencias pues lo que importa no es la fuente exacta, sino el sentido y la utilidad que le da el ensayista al momento de escribir su discurso, mismo que tiene un tono artístico como su característica principal.

      • En la medida que el ensayista piensa y escribe, inventa su propia poética del género de acuerdo con sus necesidades.

      En el México del siglo XX, la proliferación del género ensayístico dio abundantes páginas. Si hablamos de generaciones o grupos, El Ateneo de la Juventud, los Contemporáneos y la Generación del Medio Siglo, por citar a tres destacables generaciones agrupadas alrededor de círculos literarios y publicaciones periódicas, podemos decir que son quizás quienes más textos de carácter ensayístico produjeron y gracias a esos textos mestizos o híbridos ha sido posible tipificar y definir parte de la historia literaria nacional del siglo XX. Esta «literatura de ideas entre periodismo y filosofía», según definió al género el propio Xavier Villaurrutia, ha permitido pensar los contextos literarios, políticos, educativos, históricos, culturales e incluso científicos de la época en la que fueron escritos.

      José Luis Martínez en la Introducción a El ensayo mexicano moderno trata de definir la naturaleza híbrida del ensayo como género discursivo y lo emparenta con otras formas literarias, filosóficas y periodísticas, antiguas o actuales como son el tratado, el estudio crítico, la monografía, la crítica literaria, el ensayo teórico, el ensayo expositivo, el ensayo periodístico e incluso las memorias como manifestación de escrituras de yo. El ensayo del siglo XX se ha nutrido de las diferentes manifestaciones argumentativas y géneros. De la categorización que hace José Luis Martínez, las siguientes apreciaciones nos servirán para entender la producción ensayística de Elías Nandino:

      1. Ensayo como género de creación. Es la forma más noble e ilustre del ensayo, a la vez invención, teoría y poema. Pueden ilustrarlo, dentro de la producción mexicana moderna, Palinodia del polvo, de Alfonso Reyes, Novedad de la patria, de Ramón López Velarde o Pintura sin mancha, de Xavier Villaurrutia.

      2. Ensayo breve, poemático. Semejante al anterior aunque más breve y menos articulado; a la manera de apuntes líricos, filosóficos o de simple observación curiosa. Memorables ejemplos, los ensayos breves de Julio Torri, los ensayos-epigramas de Carlos Díaz Dufoo Jr. y Obras maestras, de Ramón López Velarde.

      3. Ensayo de fantasía, ingenio o divulgación, de clara estirpe inglesa. Exige frescura graciosa e ingenio, o ese arte sutil de la divulgación cordial y honda sin que se pierda la fluidez y la aparente ligereza, como en Matrícula 89, de Alfonso Reyes, Tristeza de José Vasconcelos o De las ventajas de no estar a la moda de Salvador Novo.7

      Son numerosas las páginas de escritores mexicanos que han disertado sobre temas diversos en su producción ensayística, ya sea desde el tema independentista del siglo XIX hasta las postrimerías del siglo XX. La historia cultural mexicana, los temas literarios e históricos aparecen varias veces como contra-discursos de la oficialidad. El ensayo mexicano del siglo XX se revela como un redescubrimiento, una forma de pensar los temas nacionales, a veces bajo el sello de la etiqueta nacionalista, como sucedió en la época revolucionaria. Por tratarse de ensayistas que también escriben poesía, drama o narrativa, el modo expresivo y su fuerza son tan heterogéneos como la cantidad de ensayistas.

      Elías Nandino y los Contemporáneos

      Tomando en cuenta los esbozos anteriores sobre la definición y caracterización del ensayo, podemos decir que varios de los textos contenidos en este libro cumplen los requisitos para ser considerados ensayos: argumentación, supremacía del yo autoral, subjetividad, diálogo con el lector, concisión, lectura de una época literaria y cultural, imprecisiones en las citas, incluso acentuadas marcas de lirismo debido al trabajo poético del autor, quien no puede desprenderse del todo del cariz poético.

      Como ensayista, Elías Nandino escribió algunas páginas muy interesantes sobre lo que a su juicio fue el llamado grupo Contemporáneos, compuesto por autores como Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, Jaime Torres Bodet, José Gorostiza, Jorge Cuesta, Bernardo Ortiz de Montellano y algunos otros que publicaron en la revista que llevó el mismo nombre del grupo. Esta publicación tuvo vida de junio de 1928 a diciembre de1931. Para estas fechas, Elías Nandino vivía en Estados Unidos donde preparaba su tesis médica titulada «Algo más sobre raquianestesia y su aplicación en el niño». Regresa a la Ciudad de México en mayo de 1930 y en agosto recibe el título profesional de Médico Cirujano en la Universidad Nacional de México; sigue escribiendo poesía, editando y apoyando a sus amigos escritores, los consagrados, los jóvenes y los marginados, sobre los que escribe en revistas y periódicos nacionales. De los miembros de Contemporáneos, siente predilección por Jorge Cuesta y Xavier Villaurrutia, dos de sus entrañables amigos. «Retrato de Jorge Cuesta», por ejemplo, es un documento de primera mano para los estudiosos de este poeta alquímico, avejentado y evasivo que presenta Elías Nandino. Entre ambos escritores hay una identificación: trabajan por la poesía impulsando a los escritores a no caer en los vicios de las modas literarias o las influencias extranjerizantes o nacionalistas, uno de los grandes males de las letras, según el propio Nandino. Ninguno de los escritores de Contemporáneos pudo hacer un verdadero retrato de Jorge Cuesta como lo hizo Elías Nandino, quien presenta la parte humana de su amigo, el hombre geométrico, de apariencia decadente, pero con un gran talento artístico e inteligencia comparada con la de Baudelaire, Voltaire, Rimbaud, Nietzsche, Lutero, Wilde o Rilke, según la opinión del ensayista.

      Xavier Villaurrutia en su texto «In memoriam: Jorge Cuesta» nos presenta sólo al escritor, pero no al personaje alquímico, evasivo y extraño. Apenas logra dar unas pinceladas al personaje autodidacta que leía a los demás miembros del grupo sus textos en las reuniones literarias que organizaban, que fue parte de los fundadores de Ulises, que publicó en Antena, La Falange y en varias otras revistas notas sobre poesía mexicana y universal, así como creaciones poéticas propias.

      Sólo Elías Nandino logra hacer un verdadero retrato de Jorge Cuesta, el hombre hermético para la mayoría de sus compañeros, pero un individuo solo e incomprendido «en un siglo donde lo material brilla más que lo espiritual, y que lo ha condenado a la cicuta de la incomprensión y el desconocimiento». Y es que en realidad, la misma producción literaria de Cuesta, principalmente los ensayos y textos en prosa, dan cuenta de sus preocupaciones temáticas, tanto en el ámbito literario como en el sexual. Ensayos como «Una teoría sexual», «La educación sexual», «La literatura y el nacionalismo» y «La pintura superficial» se convierten en textos de gran provocación al stablisment moral y cultural del momento.

      Por otra parte, uno de los poetas sobre los que Elías Nandino escribió importantes ensayos es Xavier Villaurrutia. En «Retrato», «La poesía de Xavier Villaurrutia», «La muerte en la poesía de Xavier Villaurrutia» y en «Xavier Villaurrutia: Nostalgia de la muerte», el ensayista recurre al retrato del poeta y al análisis de su poesía para hablar sobre su entrañable amigo a quien conoció a principios de 1924 y con quien estableció una gran amistad hasta diciembre de 1950, año de la muerte de Villaurrutia. Estos ensayos revelan el gran aprecio de Nandino por la obra y la persona de Villaurrutia y permiten establecer relaciones intertextuales con los poemas que Elías Nandino escribió a la muerte de su amigo, particularmente con «Décimas para un poeta difunto» y «Epílogos a un poeta difunto», de libro Triángulo de silencios (1953), así como el famoso poema «Si hubieras sido tú», perteneciente a Nocturna suma (1955).

      En Juntando mis pasos (2000), Nandino dedica un capítulo a la presentación del poeta de la muerte. Estando en Córdoba, Veracruz, Nandino se entera del repentino deceso de su amigo. A partir de este momento el sentimiento de desconsuelo y el dolor lo ponen intranquilo:

      Casi quince días anduve con una inquietud que sólo se me quitó cuando, en un lugar que no supe, en una casa rara, mientras dormía, me tocaron. Salí a ver quién era, y era Xavier. Lo hice pasar y platicamos muchas cosas. Me pidió un cigarro y al pararme, para ir a la cómoda