Peter J. Briscoe

El discipulado financiero


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href="#ua0810c1f-c340-5df6-8b43-33f705f7fe9c">3 Los términos del discipulado

       4 Los discípulos son administradores

       5 Los discípulos hacen discípulos

       6 Características de un discípulo fiel y confiable

       Segunda parte: ¿Qué es un “discipulado financiero”?

       7 ¿Por qué un discipulado financiero?

       8 La libertad financiera

       9 La esclavitud financiera

       10 Decisiones que hay que tomar en el camino del discipulado financiero

       11 La prosperidad financiera

       12 La perspectiva eterna de un discípulo financiero

      Tercera parte: Otros recursos sobre el discipulado financiero

       13 Aprender del Maestro

       14 Los deudores

       15 El presupuesto

       16 El viajero

       17 El necio

       18 El malgastador

       19 El administrador

       20 El rico

       21 El líder

       22 El recaudador

       23 El mercado

       24 Los inversores

       25 El gobierno

       26 La viuda

       27 El traidor

       Cuarta parte: El viaje del discípulo financiero

       28 Un hombre y una brújula

       29 Dirección norte: Un discípulo financiero sigue la regla de oro

       30 Dirección noreste: ¡Un discípulo financiero vence a Mammón!

       31 Dirección este: Un discípulo financiero sabe tomar buenas decisiones financieras

       32 Dirección sureste: Un discípulo financiero no se endeuda

       33 Dirección sur: ¡Un discípulo financiero sabe cuánto es suficiente!

       34 Dirección suroeste: Un discípulo financiero genera prosperidad para la vida integral

       35 Dirección oeste: Un discípulo financiero aumenta su generosidad

       36 Dirección noroeste: Un discípulo financiero crea una cartera de valores eterna

       Epílogo: Oración final

      Prólogo

      Dios gana. Esto es algo que, como cristianos, creemos en lo más profundo de nuestro ser.

      Cuando era niño, no todo lo que comprábamos era de marca: la comida, la ropa, los electrodomésticos, los juguetes… lo que quieras. Mi madre creció siendo relativamente pobre y, aunque éramos la típica familia americana de clase media, lo que ella aprendió influyó en su manera de considerar el dinero. De hecho, la preparó para reconocer la ley del toma y daca, y para tomar decisiones inteligentes: gastar menos en determinadas áreas le permitía gastar más en otras. La disciplina que tuvieron mis padres con el dinero nos permitió ir de vacaciones todos los años, lo cual originó algunos de nuestros mejores recuerdos como familia (entonces y todavía hoy).

      A lo largo de mi vida, Dios me ha bendecido con mentores que reforzaron los mismos principios básicos sobre cómo gestionar el dinero y la vida: tener un plan, seguir un proceso, gastar menos de lo que ganas, dar para recibir, liderar al servir, y empoderar a otros a hacer lo mismo. Y también controlar lo que puedas y estar listo para adaptarte, entendiendo que a veces suceden cosas inesperadas; eso es la vida. Estos mentores ejemplificaron para mí aquellos principios y además aplicaron su método con pasión. Es como si hubieran descubierto el programa perfecto para tener éxito a la hora de administrar el dinero y la vida. Entre tanto, también me estaban “enseñando a pescar”, y la idea de “dar sin esperar recibir” y el deseo de inculcarme esos principios era muy importante para ellos. A veces me pregunto si “mentor” será un sinónimo de “discípulo”.

      Cuando en 2016 conocí a Howard Dayton (fundador y presidente de Compass - Finances God’s Way, la economía a la manera de Dios), y más tarde a Peter Briscoe, me sorprendió lo interrelacionados que estaban en sus vidas los conceptos de cristianismo, discipulado y dinero. Ejemplificaban la humildad en Cristo, dirigían como discípulos y maestros cristianos, y aplicaban a la economía los principios divinos de maneras visibles y significativas. Eran auténticos a la par que sofisticados, proyectando esa infrecuente combinación de confianza y de convicción que, sin duda, procedía del Espíritu Santo, además de deberse a su amplio trasfondo en el mundo empresarial y ministerial. Tenían el mismo esquema perfecto, pero con un sesgo añadido: su objetivo era administrar el dinero a la manera de Dios, como medio para acercarse más a Cristo y tener libertad para servirle. Era un modelo diseñado para tener un impacto eterno.

      Me involucré y ellos me abrieron la Escritura, desde la estrategia a la táctica, de arriba abajo, de los mandamientos a las sugerencias importantes, del aquí y ahora (la perspectiva terrenal) al más tarde