Lorenzo Tébar Belmonte

El profesor mediador del aprendizaje


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demográficos, tecnológicos, económicos, sociales, culturales y políticos. Todo parece indicar que, salvo que se produzca un holocausto nuclear, este ritmo acelerado del cambio histórico continuará en el futuro” (Coombs, P. H., 1987: 18).

      Crisis social

      Crisis y educación han sido dos términos que han caminado casi siempre de la mano, y el sistema educativo ha sido un área recurrente y sistemáticamente reformada. Por esta razón, Tedesco nos dice que la crisis de la educación ya no es lo que era, “sino como una expresión particular de la crisis del conjunto de las instancias de la estructura social desde el mercado de trabajo y el sistema administrativo hasta el sistema político, la familia y el sistema de valores y creencias. La crisis, en consecuencia, ya no proviene de la deficiente forma en que la educación cumple con los objetivos sociales que tiene asignados, sino que, más grave aún, no sabemos qué finalidades debe cumplir y hacia dónde debe efectivamente orientar sus acciones” (Tedesco, J. C., 1995: 17).

      El peso de la crisis proviene de una revolución social de imprevisibles alcances. Tedesco hace referencia a un artículo sobre las nuevas tecnologías, de la revista Newsweek: “La revolución social no ha hecho sino comenzar y ya nos abruma. Ha dejado atrás nuestra capacidad de control, ha convertido en obsoletas nuestras leyes, transformado nuestras costumbres, desordenado nuestra economía, reordenado nuestras prioridades, redefinido nuestros puestos de trabajo, incendiado nuestras constituciones y cambiado nuestro concepto de la realidad”. Idea que coincide con la tesis de H. Toffler, para quien “el actual proceso de cambio social constituye nada menos que una revolución global. Así pues, no estamos ya ante un cambio social profundo, sino ante la aparición de una nueva forma de vida sobre la tierra” (Toffler, A., 1990).

      El impacto de nuevas tecnologías

      El análisis de la industria del conocimiento nos da nuevas pistas para conocer la característica esencial del cambio hacia la nueva economía. El conocimiento tiende a desplazar los factores clásicos de producción: la tierra, el capital y el trabajo. Afirman los expertos que la era de la información dirige la economía, que el origen de la nueva economía es el microprocesador, pues la capacidad de los chips se duplica cada dieciocho meses. La globalización de la economía, nuevo paradigma de este fin de siglo, es la expresión más evidente del cambio. El empequeñecimiento virtual del mundo, alcanzado gracias a la mayor rapidez y menor costo de los transportes y las comunicaciones, y la desaparición de las barreras arancelarias, son las fuerzas económicas más importantes de nuestro tiempo. “Es obvio que un cambio estructural tan importante arrastra consecuencias igualmente considerables sobre la educación”, afirma Benegas, quien tras comentar la falacia de la compartimentación de la educación tradicional, subraya: “En la escuela del mañana, los estudiantes serán sus propios instructores con programas de ordenador como herramienta, y en todo caso deberán pensar en aceptar su propia responsabilidad acerca del aprendizaje continuo” (Benegas, J., 1995: 16).

      Sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la sociedad y en la educación reflexiona también Delors en su renombrado estudio y llega a la conclusión de que “están causando una verdadera revolución que afecta tanto a las actividades relacionadas con la producción y el trabajo como a las actividades ligadas a la educación y a la formación” (Delors, J., 1996: 198).

      Si el análisis de los problemas se hace desde distintos criterios, sociológico o pedagógico, se perciben nuevos problemas. El referente de otros países de nuestro entorno cultural, la valoración de las titulaciones, las exigencias de la propia Reforma y las competencias para el empleo, etc., nos permiten encontrar nuevas razones para un cambio educativo y casi una ruptura con el viejo modelo de escuela, como sugiere el Prof. Mencía: “Los principios psicopedagógicos fundamentales, asumidos por la Reforma, como son el concepto de aprendizaje activo y personal del alumno, la necesidad de una pedagogía diferenciada adaptada a individualidades heterogéneas y que implica la mayor flexibilidad metodológica, exigen cambios tan profundos en la práctica educativa escolar de todos los niveles que suponen un nuevo modelo de escuela” (Mencía, E., 1993: 45).

      La baja calidad educativa

      J. Lesourne enumera, en su amplio análisis de la educación francesa, los seis interrogantes cualitativos, que también siguen sin resolverse en la educación española: El fracaso escolar, la democratización, la calidad de la enseñanza, el reclutamiento y la formación de los docentes, la relación entre la enseñanza general y la enseñanza técnica, el acceso a la enseñanza general y la enseñanza técnica, el acceso a la enseñanza superior (Lesourne, J., 1993: 88). Este complejo enunciado de problemas nos sitúa ante un sistema educativo en crisis, carente de flexibilidad y autonomía, para el que Esteve busca una respuesta: La crítica social sobre la lentitud de cambio del sistema de enseñanza va a continuar mientras éste no consiga mayor agilidad estructural. Es imposible una respuesta rápida ante las cambiantes demandas sociales, con sistemas educativos centralizados, organizados sobre los modelos napoleónicos de un sistema unificado, que no podrá nunca gestionar con eficacia unos efectivos profesores que hay que contar con cifras de cientos de miles, distribuidos por un territorio nacional de extensión considerable, en el que la diversificación de los problemas educativos es cada vez mayor. El gran problema de la educación en la próxima década es el de la calidad de la enseñanza (Esteve, J.M. 1996: 276).

      “¿Sobre qué hipótesis, en cuanto al futuro, debería elaborarse en este dominio la política escolar?” Contemplando sólo algunas dimensiones problema: al fenómeno de las inmigraciones, el paro, la realidad multicultural, plurilingüe y multirracial de los países, Lesourne responde que deberían reforzarse algunos aspectos de la educación: como la iniciación a los derechos del hombre, la puesta en evidencia de valores laicos que deberían aceptar todos los ciudadanos, el aprendizaje de la lengua, leída y escrita, una mayor flexibilidad pedagógica en las clases...

      Los problemas educativos concitan las mayores inquietudes, como ya se puso en evidencia en el informe dirigido a la nación estadounidense, por la Comisión Nacional para la Excelencia de la Educación, con el fin de contribuir a la clarificación de los problemas que aquejan a la educación americana y proporcionar soluciones para los mismos. Nos interesa este estudio porque detecta el peligro (Estados Unidos: una nación en peligro, es el título del informe) de un mediocre desempeño educativo en una sociedad fuertemente competitiva. Como si se tratara de una confesión ante la evidencia y adelantándose a una posible calamidad, los expertos afirman: “Se trata de que estos hechos (miedo a los países competidores) significan una nueva distribución de las capacidades y conocimientos a nivel mundial. El conocimiento, el estudio, la información y la inteligencia especializada son las nuevas materias primas del comercio internacional y están expandiéndose por el mundo... Un alto nivel de educación colectiva resulta fundamental para una sociedad libre, democrática y para el desarrollo de una cultura común, especialmente en un país que se enorgullece de su pluralismo y libertad individual” (Informe 1985: 139). Pero lo interesante es encontrar una serie de indicadores concretos del peligro y los medios propuestos para salir de la amenaza. Remitimos a los resultados de la evaluación internacional de la OCDE, a través del programa PISA (Program for International Student Assessment) y comprobar la situación de cada país en los indicadores de calidad educativa analizados en sus documentos.

      Resistencia del profesorado al cambio

      Para algunos analistas, pensar en cambios escolares es una auténtica osadía (Bouyssou, G., Rossano, P., y Richaudeau, F., 1996), viendo el peso que tienen los métodos tradicionales. Muchos maestros sienten terror a los cambios de contenidos, que les sacan de sus seguridades, de sus repetitivas programaciones. La informática ha llevado el pánico a muchos maestros, impotentes ante la novedad de los artefactos tecnológicos. La dedicación de tiempo extra a la actualización y formación permanente ha puesto cuesta arriba el cambio para muchos profesores que precisan dedicar decenas de horas en cursos de actualización.

      Carencia de actualización metodológica

      Si cambiar estrategias de aprendizaje puede resultar fácil, no es lo mismo cuando se trata de cambiar de método. Generalmente, la preparación proporcionada