a él mismo, pues no es unívoco. Lacan explica “Con su imploración, con sus imprecaciones, con sus insinuaciones, con sus provocaciones, y sus ardides, con las fluctuaciones de la intención que le dirige y que el analista registra, inmóvil, pero no impasible, comunica a éste el dibujo de esta imagen”. (4) Lacan recuerda que fue Freud quien, primero, supo hacer un uso genial de la noción de imagen. Este último mostró esa función al descubrir en la experiencia el proceso de la identificación. Un hombre puede desarrollar, por ejemplo, una identificación parental y, así, transmitir en su conducta no solo los rasgos que dan cuenta de la forma particular de sus relaciones humanas sino también la situación actual en la que se hallaba en ese momento el progenitor con quien se identificó. Debido al hecho de que el sujeto desconoce la imagen que presenta con su conducta, la tarea del analista consiste en hacer que el sujeto se anoticie de ella. (5)
Lacan concluye de lo anterior que la personalidad de un hombre refleja las identificaciones que ha realizado en su vida. El comportamiento individual lleva la marca de relaciones psíquicas típicas en las que se expresa una estructura social. (6) Dichas relaciones psíquicas fundamentales han sido definidas “complejos” y por esta vía “se instauran en el psiquismo las imágenes que informan a las unidades más vastas del comportamiento, imágenes con las que el sujeto se identifica una y otra vez para representar, actor único, el drama de sus conflictos”. (7) El título del escrito “Más allá del principio de realidad” alude a la metapsicología freudiana, la cual Lacan critica. El “principio de realidad” freudiano no da cuenta del modo de estructuración del mundo. Pues la realidad se conforma del mismo modo que el yo, es decir, a partir de la serie de identificaciones imaginarias constituidas.
En el Seminario 1 Lacan vuelve sobre algunos de estos planteos. Establece que la relación hablada, flotante, con el analista tiende a producir en la imagen de sí del analizante variaciones suficientemente repetidas, suficientemente amplias, aun cuando sean infinitesimales y limitadas, como para que el sujeto perciba las imágenes cautivantes que se encuentran en la base de la constitución de su yo. (8) Ubica que la primera fase del análisis consiste en el paso de lo que del yo le es desconocido al sujeto. (9) Se trata de realizar “el número de vueltas necesarias para que aparezcan los objetos del sujeto, y para que su historia imaginaria sea completada”. (10) En el Seminario 2 Lacan dice “Hay una inercia de lo imaginario que vemos intervenir en el discurso del sujeto, inercia que enturbia este discurso y hace que no me dé cuenta de que, cuando le deseo el bien a alguien, le deseo el mal, cuando lo amo, es a mí mismo a quien amo, o cuando creo amarme, en ese preciso momento amo a otro”. (11) Ahora bien, a lo planteado en los inicios, Lacan agrega que “una vez nombrados y reintegrados los deseos sucesivos, tensionarios, suspendidos, angustiantes del sujeto, sin embargo, no todo está terminado”. (12) E indica que lo imaginario “debe trasladarse al sistema completado de los símbolos. Así lo exige la salida del análisis”. (13)
EL ESTADIO DEL ESPEJO
Lacan elabora su teoría del “estadio del espejo” a partir de una relectura del concepto freudiano de “narcisismo”, cuya elaboración comienza en el texto “Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de Demencia paranoides escrito autobiográficamente” y culmina en “Introducción del narcisismo”, cuando el narcisismo queda incluido en la teoría libidinal. Freud pudo demostrar que el ser hablante no nace con un yo. El mismo se constituye, al igual que el cuerpo y la realidad. Retomando estos planteos, Lacan expone “Una unidad comparable al yo no existe en el origen, nicht von Anfang, no está presente desde el comienzo en el individuo, y el Ich debe desarrollarse, entwickeln werden. En cambio, las pulsiones autoeróticas están allí desde el comienzo”. (14) Se trata de tiempos lógicos. Durante el autoerotismo las pulsiones parciales se satisfacen de forma autárquica en las zonas erógenas del cuerpo. En una etapa posterior, y antes de pasar a la elección de objeto en una persona ajena, el sujeto se toma a sí mismo como objeto de amor. El yo es el primer objeto. Se constituye en la fase del narcisismo, momento en el cual las pulsiones se unifican como anhelo de unidad. El narcisismo comprende “una nueva acción psíquica” (15) que Lacan sitúa en términos de identificación imaginaria.
Con el objetivo de ubicar los efectos formativos de la Gestalt Lacan toma como base experimentaciones biológicas. Precisa el papel fundamental que la imagen cumple en el desencadenamiento de los ciclos de alimentación y apareamiento en animales. En el caso de la paloma, por ejemplo, Lacan explica que la ovulación está determinada por la visión de la forma del congénere, excluida toda otra forma sensorial de la percepción, y no es necesario que se trate de la visión del macho. Ubicadas en el mismo espacio con individuos de ambos sexos, pero en jaulas en las que no se pueden ver, aun pudiendo percibir sus gritos y su olor, las hembras no ovulan. Sin embargo, es suficiente que dos sujetos puedan verse, aunque más no sea a través de una placa de vidrio, para que el fenómeno de la ovulación se desencadene. Lacan sitúa un punto aún más notable. La sola visión de su propia imagen en el espejo basta para desencadenar la ovulación. El segundo ejemplo es sobre los saltamontes peregrinos, llamados vulgarmente langostas. Hay dos variedades, el tipo solitario y el tipo gregario. El paso de la primera variedad a la segunda variedad depende de la visión, durante los primeros periodos larvarios, de otros individuos de la especie.
Ahora bien, ¿cuál es la particularidad de la función especular en el hombre? Lacan compara el comportamiento de un infante ante la imagen en el espejo con el de un chimpancé. A partir de los seis meses de edad, momento en que el animal aún supera en inteligencia instrumental al ser humano, a diferencia del primero el niño al mirarse en el espejo rebota “en una serie de gestos en los que experimenta lúdicamente la relación de los movimientos asumidos de la imagen con su medio ambiente reflejado, y de ese complejo virtual con la realidad que reproduce, o sea con su propio cuerpo y con las personas, incluso con los objetos, que se encuentran junto a él”. (16) El júbilo que acarrea dicho reconocimiento da cuenta de la ilusión de unidad que conlleva la constitución del yo. El fenómeno se explica a partir de la prematuración del nacimiento en el hombre. Durante los primeros meses de vida el neuroeje se encuentra incompleto y atrasado en el desarrollo. Esto da lugar a la incoordinación motriz y del equilibrio. Sin embargo, y aquí va el punto esencial, a partir de dicho retraso la maduración precoz de la percepción visual adquiere en el ser humano un valor de anticipación funcional. El niño es capaz de reconocer, precozmente, la forma humana y la identificación con esa forma constituye en el hombre el “nudo imaginario, absolutamente esencial”. (17)
Las identificaciones realizadas revelan para Lacan la función de la imago, “esa forma definible en el complejo espacio-temporal imaginario que tiene por función realizar la identificación resolutiva de una fase psíquica, dicho de otro modo, una metamorfosis de las relaciones del individuo a su semejante”. (18) Por su modo de estructuración el yo no puede concebirse como sintético o exento de contradicción –como algunas concepciones lo entienden– y tiende a manifestar un transitivismo normal que se emparenta con el conocimiento paranoico. El transitivismo es un fenómeno que se produce a partir de la captación por la imagen. Se trata de una ambivalencia primordial que se presenta en espejo, “el sujeto se identifica en su sentimiento de Sí con la imagen del otro, y la imagen del otro viene a cautivar en él este sentimiento”. (19) El transitivismo es la matriz de la Urbild del Yo y domina de manera significativa la fase primordial en la que el niño toma conocimiento de su individuo, al que su lenguaje traduce en tercera persona antes de hacerlo en primera. Esto lleva al niño, por ejemplo, a atribuirle a su compañero recibir de él el golpe que él le dirige. Para que se produzca, es condición que la diferencia de edad entre los compañeros no supere cierto límite. Un parecido genérico es requerido para el reconocimiento. Lacan concluye que el primer efecto de la imago es, entonces, “un efecto de alienación del sujeto”. (20)
En el Seminario I Lacan revisa la función del registro imaginario en el hombre. Establece que el proceso de maduración fisiológica permite, en un momento, integrar las funciones motoras y acceder a un dominio real del cuerpo. No obstante, antes de que se alcance, el sujeto toma conciencia de su cuerpo como totalidad debido a que “la sola visión de la forma total del cuerpo humano brinda al