anticipación dará su estilo al ejercicio ulterior del dominio motor efectivo”. (22) El hecho de que, por primera vez, el hombre se experimente, se vea y se conciba como otro de lo que él es va a estructurar el conjunto de su vida fantasmática. En el Seminario 3 Lacan destaca que toda cautivación erótica del otro como tensión agresiva se establece por medio de la imagen. Precisa “Esta imagen es funcionalmente esencial en el hombre, en tanto le brinda el complemento ortopédico de la insuficiencia nativa, del desconcierto, del desacuerdo constitutivo, vinculados a la prematuración del nacimiento”. (23) Y continúa “Su unificación nunca será completa porque se hace por una vía alienante, bajo la forma de una imagen ajena, que constituye una función psíquica original”. (24)
LA IDENTIFICACIÓN IMAGINARIA COMO CAUSA PSÍQUICA
En el texto “Acerca de la causalidad psíquica” Lacan propone una concepción del aparato psíquico donde la locura es consecuencia del modo de las identificaciones que ha realizado el sujeto. El mismo comienza con una dura crítica a la teoría organicista de la locura que plantea Henry Ey, su órgano-dinamismo. Por muy dinámica que sea su doctrina de la perturbación mental es para Lacan incompleta y falsa, ya que se reduce al juego de los aparatos constituidos en el cuerpo. Ese juego “descansa siempre, en último análisis, en una interacción molecular dentro del modo de la extensión partes extra partes en que se constituye la física clásica… es lo que constituye su determinismo”. (25) Lacan considera que la cuestión de la verdad condiciona al fenómeno de la locura y eludirlo es no tomar en cuenta la significación que refiere, específicamente, al ser mismo del hombre. Por su parte, el órgano-dinamismo de Henry Ey “no tiene los caracteres de la verdadera idea”. (26) La misma debe estar de acuerdo con lo que es ideado por ella. Dicha doctrina presenta una creciente contradicción. Mientras rechaza toda idea de psicogénesis, va recargando sus desarrollos con una descripción estructural referida a la actividad psíquica y pretende explicar los fenómenos del orden del sentido en función de hechos orgánicos.
La concepción de la locura que tiene Henry Ey lo lleva a exponer que las enfermedades mentales “son insultos y trabas a la libertad, no son causadas por la actividad libre, es decir, puramente psicogenética”. (27) Para Ey la locura testimonia de la desaparición de la libertad de la razón. Sin embargo, no puede ubicar un orden de causalidad que no sea el propio del organismo. En cambio, Lacan sitúa un nivel de causalidad en el campo de la subjetividad, el campo de la libertad. El mismo corresponde a la atribución del sentido, que escapa al determinismo y concierne a una decisión del sujeto. Lacan concluye que “el fenómeno de la locura no es separable del problema de la significación para el ser, en general, es decir, del lenguaje para el hombre”. (28) Retoma el “caso Aimée” y recuerda que al golpear con asesina intención a la última de las personas en las que ella había identificado a sus perseguidoras cae su creencia delirante. Tomando a Hegel, Lacan expone que el loco desconoce en el desorden del mundo la manifestación de su ser, él quiere imponer allí la ley de su corazón. El rival se le aparece como su propia imagen en el espejo y “al asestar su golpe contra lo que se le presenta como el desorden, se golpea a sí mismo por vía de rebote social”. (29) En la furia contra el otro el sujeto intenta alcanzar el kakón de su propio ser.
El riesgo de la locura se mide, en esta perspectiva, por el modo de las identificaciones que se han realizado. Lacan explica que “las primeras elecciones identificatorias del niño, elecciones “inocentes”, no determinan otra cosa, en efecto –dejando aparte las patéticas “fijaciones” de la “neurosis”–, que esta locura, gracias a la cual el hombre se cree un hombre”. (30) En este contexto se entiende que “el momento de virar lo da aquí la mediación o la inmediatez de la identificación, y para decirlo de una vez, la infatuación del sujeto”. (31) La locura testimonia el ser del sujeto coagulado en una identificación ideal. Lejos de ser la locura el hecho contingente de las fragilidades del organismo, “es la permanente virtualidad de una grieta abierta en su esencia”. (32) La hiancia propia de la estructura del yo es en el loco recubierta por la coincidencia ilusoria del yo con la imagen. De esta forma, el loco realiza una identificación inmediata, es decir, sin mediación simbólica. Esa grieta, esa falla, que Lacan señala en el ser del hombre, en vez de determinarlo, lo coloca ante la posibilidad de la elección. Por eso, la identificación sin mediación o infatuada demuestra la relación del ser con su libertad. No se vuelve loco quien quiere. Lacan desplaza la causalidad de la locura hacia esa “insondable decisión del ser”. (33)
La otra cara del amor
De la teoría del estadio del espejo formulada por Lacan se desprende que la tensión entre el yo y el otro, la agresividad y los celos forman parte de todo vínculo de carácter narcisista. Pues los mismos resultan de la identificación al semejante a partir de la cual el hombre se concibe por primera vez como unidad. Durante este apartado examinaremos dichos fenómenos.
En la primera parte, nos serviremos de los escritos “El estadio del espejo…” y “La agresividad en psicoanálisis” y de algunos párrafos del Seminario 1, del Seminario 2 y del Seminario 3 para analizar: el valor fundamental que la imagen visual adquiere en el hombre permitiendo la constitución del yo, el cuerpo y la realidad; las consecuencias de conformar una unidad afuera; la estructura general del conocimiento humano; y la tensión “yo o el otro”.
En la segunda parte, tomaremos el artículo “La agresividad en psicoanálisis” y algunos párrafos del escrito “De nuestros antecedentes” y del Seminario 1 para indagar: la agresividad puesta en juego en el dispositivo analítico, la agresividad que se observa en el comportamiento del niño, la agresividad propia de todo lazo imaginario y la regulación que provee el orden simbólico.
En la tercera parte, nos interesaremos por la temática de los celos. En el escrito “Los complejos familiares en la formación del individuo” estudiaremos: los celos en el complejo de la intrusión, la identificación mental en la base de los celos, los celos y la fusión entre amor e identificación, y la pasión de los celos amorosos.
“YO O EL OTRO”
A partir de su teoría del estadio del espejo Lacan ubica el valor fundamental que la imagen visual adquiere en el hombre, teniendo en cuenta el retraso en el desarrollo del organismo al momento del nacimiento y durante los primeros meses de vida. Lacan pone énfasis en el espectáculo que constituye el encuentro del lactante con su imagen. Explica “no tiene todavía dominio de la marcha, ni siquiera de la postura de pie, pero […] supera en un jubiloso ajetreo las trabas de ese apoyo para suspender su actitud en una postura más o menos inclinada, y conseguir, para fijarlo, un aspecto instantáneo de la imagen”. (34) La identificación imaginaria que el niño establece le permite el paso desde la insuficiencia de la constitución real de su organismo a la anticipación de una totalidad. No obstante, “El ser humano solo ve su forma realizada, total, el espejismo de sí mismo, fuera de sí mismo”. (35) Y esto no es sin consecuencias.
Al mismo tiempo que el sujeto conforma su yo constituye también su cuerpo. En el Seminario 1 Lacan hace referencia al imaginario corporal e indica “El hombre se aprende como cuerpo, como forma vacía del cuerpo, en un movimiento de báscula, de intercambio con el otro”. (36) Recuerda que cuando Freud habla del ego, no se refiere, en absoluto, a algo incisivo, determinante. Freud señala que el ego tiene una relación muy estrecha con la superficie del cuerpo. Lacan explica “No se trata de la superficie sensible, sensorial, impresionada, sino de esa superficie en tanto está reflejada en una forma”. (37) Dicha forma “no le es dada sino como una Gestalt, es decir, en una exterioridad donde sin duda esa forma es más constituyente que constituida”. (38) Si bien esa Gestalt simboliza la permanencia mental, al mismo tiempo prefigura la alienación.
Ahora bien, de la conformación del yo y del cuerpo depende la creación de la realidad, pues “el objeto siempre está más o menos estructurado como la imagen del cuerpo del sujeto”. (39) Si el principio de toda unidad percibida por el sujeto es la