entonces preso en la cárcel de Coblenza, ante la elección de quedar libre o ser internado en Dachau. Podía obtener de un médico un certificado que lo declararía “no apto para el campo de concentración”. Según se desprende inobjetablemente de las cartas escritas en aquellos días, y que hoy se encuentran en el archivo de las Hermanas de María, eligió expresamente Dachau, en el espíritu de la “Inscriptio” y por su Obra de Schoenstatt. La carta en ocasión del 20.1.49 no fue dada a conocer ni siquiera a toda la mesa redonda de Arturo, sino a los colaboradores más íntimos del PK (el “triunvirato”), además al P. Möhler y al P. Köster, y asimismo, curiosamente, a toda la Familia de Schoenstatt. Mientras que ya antes de la visitación el PK había dado la orden de presentarme las cartas en ocasión del 20 de mayo de 1948 (erección del instituto secular de las Hermanas de María) y del 18 de octubre de 1948 (día de la fundación), no fue así en el caso de la carta con motivo del 20.1.49. De una carta al P. Menningen con fecha 15.2.1949, que llegó durante la visitación y que el P. Menningen me alcanzó enseguida (copia en las Actas) parece incluso desprenderse que el PK no contaba con que yo llegase a ver la carta relativa al 20.1.49. A mi pedido, me fue presentada sin vacilación.
Pasemos a su contenido: “Parece que según los planes eternos de la sabiduría de Dios, el 20.1.42 y su entorno viven a modo de eje en torno del cual gira la historia de nuestra Familia (la pasada y la futura), la vida y el destino de nuestra Familia.” (pág. 1). Referencia a que ya en la carta con motivo del 18 de octubre de 1948 había comparado el 20.1.42 “con la gran semana en la vida del Salvador”, “naturalmente en un plano infinitamente inferior”. “El breve informe sobre Sudamérica atribuye su no consideración y valoración a una influencia demoníaca” (pág. 1). Sobre su preocupación en relación con el abordaje del significado del 20.1.42: “Las preocupaciones están ligadas al texto, al intérprete de las Escrituras y al lector de las Escrituras.” (pág. 3) “La historia de nuestra Familia… ha pasado a ser para nosotros… como una ´Sagrada Escritura´, como un ´libro de Dios´…” (pág. 3).
En la pág. 4 el PK se refiere a la exigencia que planteará el historiador y el filósofo de la historia, exigencia aún no satisfecha de: “Recolección completa y examen crítico de las fuentes existentes” y: “tener suficiente distancia temporal de los hechos”. “Si a pesar de ello abordo el tema, creo poder hacerlo porque llevo el material en mi mente y (guiado por un poder superior) a lo largo de todos estos años he sostenido conscientemente las riendas en mis manos y guiado la historia de la Familia (naturalmente luego de tomar conocimiento de los planes de la Divina Providencia)” (pág. 5).
Sigue una comparación con la palabra de Dios proclamada por los profetas; palabra que, como “simiente” “recién puede evaluarse cabalmente cuando ha brotado y echado abundantes flores y frutos”, de modo que los mismos profetas antiguos “no podían comprender” muchas cosas de lo que escribieron. “Así pues nosotros comenzamos recién ahora a comprender cabalmente nuestra Primera Acta de Fundación” (pág. 5). “Hoy apenas vislumbramos la gran riqueza ligada a la Tercera Acta de Fundación y las circunstancias que la rodearon. Los próximos años y décadas descubrirán en ella una mina que no se agotará fácilmente” (pág. 8). “Por eso no me asombraría que a las generaciones futuras mis actuales intentos de interpretación les parezcan estrechos, tímidos, superficiales…” (pág. 8) “Tanto más en cuenta hay que tener esto al considerar que aquí se trata de un organismo que con toda su estructura cala profundamente en el mundo sobrenatural” (pág. 8). “Las realidades sobrenaturales presuponen un órgano sobrenatural. Sólo pueden ser aprehendidas y comprendidas por el ojo de la fe, y por lo tanto no son accesibles a cualquiera” (pág. 10). Luego de una exhortación a observar una sabia reserva y una prudente cautela: “Esto vale especialmente cuando el intérprete de las Escrituras… está continuamente en el centro de los procesos de vida. Por eso no tomo a mal que se dude de su credibilidad, confiabilidad e imparcialidad. Ciertamente se me permitirá señalar que de 1912 a 1942 hice que mi persona pasase a un segundo plano, que se mantuviese oculta detrás de la idea, la Obra y el Santuario… Por lo tanto tuvo que haber sido muy sólida la razón que me llevó a cambiar de actitud desde 1942, especialmente desde mi regreso del cautiverio. La razón es conocida: Desde entonces yo contemplo mi persona no en su valor específico sino en su contenido simbólico. Incontables hechos me dan la razón y me obligan a ello. Pero me señalan también lo que exige el bienestar de la Familia y su avance hacia un futuro signado por la masificación. Es muy atolondrado quien hoy coloque o haga colocar su persona en el primer plano sin estar llamado por Dios a ello. ¿Cuánto tiempo soportará la recia granizada que le espera hoy a todo dirigente religioso? Las pocas rosas que pueda cosechar no le serán suficiente compensación. En virtud de mi nueva actitud fundamental, no me resulta difícil hablar de mí mismo de manera impersonal. Los años pasados fueron una buena escuela en este sentido. Las percepciones y vivencias de los años de cautiverio sirvieron para aumentar la independencia de favores y juicios humanos, e incrementar la dependencia de Dios y del juicio de Dios” (págs. 11 s.).
Dirigiéndose al “lector de las Escrituras”: “Ellos no se dan por satisfechos con una mera asociación al 20 de enero… sino que luchan por una perfecta incorporación a él” (pág. 14). “Las dudas que subsistan se disipan al pensar que el ensayo ha sido escrito por expreso pedido para un círculo íntimo, en cuyos corazones y manos las cosas delicadas están a salvo de todo tratamiento irrespetuoso y de interpretaciones erróneas” (pág. 15).
Pasando ahora a cada uno de los institutos de elite, el PK deja afuera a los palotinos, y ello solamente “por razones estratégicas”. “Primero tienen que serenarse un poco las corrientes que fermentan en su seno… Primero ella [la Sociedad palotina] tiene que insertarse en el misterio de Schoenstatt, tanto en el plano de los principios como de la práctica… reconocerlo como su lugar de peregrinación, como su lugar de gracias” (pág. 20).
Sobre el sentido de la asociación e incorporación dice luego: “Mediante un acto solemne, ustedes quieren vincularse duraderamente conmigo, vincularse ustedes mismos y vincular al Movimiento. No… su concepción de las cosas y su intención va efectivamente mucho más lejos. Mediante una consagración solemne y comunitaria quieren que nuestra vinculación salga de la esfera privada y cobre, por decirlo así, un carácter oficial… Quieren darle una nota suprapersonal a la vinculación personal, y asegurarle un significado y duración supratemporales, para ustedes y para todas las generaciones futuras, a una actitud espiritual fundamental que se ha gestado espontáneamente. Y todo eso no recién luego de mi muerte, sino ya ahora, en vida mía. Ustedes advierten lo extraordinario de su manera de proceder. Son conscientes de que transcienden el marco de la práctica hasta ahora habitual en nuestro círculo, de que rozan procesos de vida misteriosamente delicados que las personas maduras apartan pudorosamente de la reflexión personal y de la mirada de la gente; de que se mueven sobre un terreno inusitado, aún inseguro…” (pág. 26)
Como razones posibles y probables de esa inusitada manera de proceder se menciona: “En época de rápida desintegración de todos los organismos de vida, no podremos mantener unida a toda la Familia, ya ramificada y en continuo proceso de ramificación, si no está inconmoviblemente unida en una raíz última” (pág. 25 s.). “La futura cultura uniforme con un hombre uniforme es una amenaza cierta y a la vez una tarea que compromete, que exige una estrecha unión de todas las agrupaciones, la creación de un original espacio de unidad que genere un eficaz contrapeso para la tendencia masificadora de la opinión pública”… “Quitarle de las manos al demonio, mal imitador de Dios, las armas de un moderno liderazgo desmesurado, y devolverle a ese liderazgo una medida sana y grata a Dios…” “Dejar que nuestra Familia en su universalidad, a modo de imagen y reflejo fidelísimo de la Iglesia… y echando una mirada de reojo sobre la estructura y organización de la Iglesia, nos dé la norma determinante para ese nuevo organismo.” (pág. 26).
En cuanto a las expresiones “que ustedes utilizan con gusto, ´fidelidad en el seguimiento´ y ´acto de incorporación´”. “Ustedes señalan expresamente la comunión espiritual entre Cabeza y miembros, y entre los mismos miembros, pero sin delimitar el grado y tipo de ese misterioso estado” (pág. 27). Para explicar la situación, se alude a la “tierra vecina de las Hermanas de María”. “Allí se utilizan otros términos que expresan con un estilo femenino,