P. Eduardo Aguirre C.

Informe de las Visitaciones Episcopal y Apostólica 1949-1953


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por ejemplo, la carta con motivo del 20.1.49, la cual no fuera dada a conocer a toda la comunidad de sacerdotes de la Casa de ejercicios, no tuvo que haber sido entregada a toda la Familia de las Hermanas.

      En relación con el fuerte primer plano que ocupa el PK, el P. Menningen dijo que eso tampoco le era simpático a él en el pasado, pero que entre tanto se había convencido de que sólo el PK, particularmente en el contexto del 20 de enero, podía hacer eso, y no otra persona, porque sólo él, que había experimentado personalmente la totalidad, podía interpretarla de manera objetiva y convincente. El P. Menningen admitió que él mismo, desde los 11 años de edad, estuvo muy estrechamente unido al PK y adhiere a él no en primer lugar por sus excelencias naturales y sobrenaturales, sino solamente porque [el PK] es un instrumento escogido en las manos de Dios; de manera similar, considera que el significado del 20 de enero no estriba en que en ese día el PK haya hecho un acto heroico, sino en que en ese día Dios intervino de modo contundente en la historia del Movimiento.

      El P. Menningen solicitó y propuso que las expresiones criticadas de la terminología schoenstattiana, por ejemplo, “creación predilecta”, no sean rechazadas incondicionalmente, sino que se permitan con la condición de que, en el contexto en el que se las emplee, quede excluida toda confusión.

      Sobre la exclusividad y vinculación local de Schoenstatt, el P. Menningen declaró (con la aprobación del P. Mühlbeyer): El ideario de Schoenstatt, en cuanto a lo que va más allá de lo comúnmente católico, es sólo un libre ofrecimiento. Por lo tanto hay que distinguir cuidadosamente entre lo que es originalidad schoenstattiana y lo comúnmente católico. Por ejemplo, cuando un sacerdote de Schoenstatt está frente a su parroquia, no debe poner en pie de igualdad lo primero con lo segundo. Si trabaja como asesor espiritual en el espíritu de Schoenstatt, ello no debe realizarse de manera tan unilateral y exclusiva como para que no quede más lugar para una labor orientada de otro modo. Si el Obispo le prohibiese, por ejemplo, mencionar a Schoenstatt, tendría que acatar esa orden, etc. Lo mismo en el caso de las misiones populares. Éstas no deben desembocar en una consagración a la MTA como necesario resultado de la labor realizada. Ciertamente se considera aceptable que al final de la misión el misionero invite, a los que así lo deseen, a realizar una consagración a la MTA delante de una ermita de la Virgen que esté afuera… Otro ejemplo: En la definición del “hombre nuevo”, Schoenstatt no debe ser nombrado como elemento fundamental cuando en la pastoral general y ordinaria se hable del hombre nuevo. Distinto es el caso en jornadas y en el trabajo de grupo en el espíritu de Schoenstatt. Pero eso significará entonces solamente: Nosotros, los schoenstattianos, aspiramos a esa realización en estrecha vinculación local e intelectual a Schoenstatt.

      En toda esta discusión, el P. Kastner reaccionó de manera mucho más conciliadora que el P. Menningen. Desea una apertura incondicional ante el representante oficial de la Iglesia. Tal como me lo comunicara confidencialmente, no está de acuerdo con poner de relieve que Schoenstatt es [instrumento] “escogido” al cabo de una historia tan breve, ni con la aparición tan fuerte del PK en el centro. Opina que hay que dejar para una época posterior el juicio definitivo sobre la Obra de Schoenstatt. Similarmente, sostiene que hay que mantener una actitud reservada respecto de “creación predilecta” y las reflexiones anexas. Persigue conscientemente la meta de generar con sus publicaciones una bibliografía “canónica”, orientadora para las demás publicaciones del Movimiento de Schoenstatt.

      El P. Möhler y el P. Köster adhieren completamente a Schoenstatt, pero en cuanto a la “infalibilidad” del PK, piensan de manera mucho más sobria que, por ejemplo, el P. Menningen; y rechazan todas las unilateralidades y exageraciones. Discuten desde hace mucho tiempo estas cuestiones con el P. Menningen, pero hasta ahora aparentemente sin éxito notorio. Sí, ciertamente creen que con sus argumentaciones han llevado al PK hacia una mayor sobriedad, motivándolo a hacer algunas correcciones. Me aconsejaron plantearle exigencias claras al PK. Designación de un director general de las Hermanas de María, a fin de que el PK pueda dedicarse plenamente a la dirección de todo el Movimiento, dado que la representación que de él hace el P. Menningen no tiene buenos efectos. Evitar establecer un paralelismo entre Schoenstatt y la Iglesia, y particularmente la comparación con “Cabeza y miembros”, así como declaraciones que por lo común sólo se hacen de Cristo, por ejemplo, “per ipsum et cum ipso et in ipso”, además del paralelismo Schoenstatt – Sagradas Escrituras.

      Ambos, particularmente el P. Möhler, tienen la impresión de que entre las Hermanas de María difícilmente se encuentren personas intelectualmente independientes; que más bien se forma un tipo de hombre masificado, pero en un plano superior; que existen similitudes con el nacionalsocialismo, teniendo en cuenta, naturalmente, que por su parte el nacionalsocialismo copió en gran medida esas formas de la Iglesia. Se quejan además de que el PK quiere preservar a toda costa el carácter religioso del Movimiento, y por eso rechaza estrictamente todo matiz cultural y artístico tachándolo de “esteticismo”. Están de acuerdo conmigo en cuanto a rechazar el término “creación predilecta”. El P. Köster propone, en cambio, “creación de amor”. Tampoco les agrada que en los últimos años el PK se haya puesto tanto en el centro. Según el P. Köster, el PK basa esa actitud suya, muy consciente y calculadamente, en una observación de la historia: los movimientos importantes se gestaron siempre por la adhesión a grandes personalidades; adhesión hecha sobre la base de una muy íntima convicción. Ahora bien, esa actitud, ¿no pierde su fuerza motriz justamente cuando es calculada? ¿No se hace artificiosa, antipática, odiosa? Cuando se señala que sin embargo el PK logra hacer abstracción de su persona y aprovecharla sólo como “símbolo”, uno se pregunta: ¿Quién lo sabe? ¿Hubo en el pasado personalidades religiosas que hicieran algo similar? El P. Köster está investigando si existen casos paralelos.

      Común en todos los sacerdotes del círculo íntimo de colaboradores del PK es el extraordinario respeto por el “maestro”, que les impide exponerle abiertamente cualquier duda personal. Probablemente exista también el temor de caer en desgracia ante él. El P. Kastner rechazó cortés pero decididamente mi propuesta de informar al PK sobre el contenido de nuestra conversación: En el caso del PK es muy importante que se elija el momento oportuno para ello, y ese momento para él no ha llegado aún. También el P. Menningen tiene reparos en informar al PK sobre el contenido completo de nuestras conversaciones, por ejemplo, sobre mi propuesta de que el PK entregue a otro la dirección de las Hermanas. Teme que el PK lo considere como un gesto de desconfianza. Les llamé la atención a los PP. Möhler y Köster sobre su gran responsabilidad en relación con el ulterior desarrollo de la Obra de Schoenstatt, exhortándolos a expresar su veto si en su calidad de teólogos se considerasen obligados a ello.

      III

      Las Hermanas de María

      El estudio de la bibliografía de la Familia (véase más arriba pág. 1) y las declaraciones de la ex Hermana de María Mira (Elisabeth Herdes), que se encuentran en las actas de la Vicaría general, me ofrecieron el punto de partida para las preguntas que yo quería plantearles individualmente a las Hermanas. Me anoté las siguientes preguntas:

      1) En casos de graves cuestiones de conciencia, ¿pueden las Hermanas pedir consejo a un sacerdote, por ejemplo, en la confesión, aun cuando éste no pertenezca a la Familia, sin temer por eso infringir la reserva de la Familia?

      2) ¿En qué medida está fundada en los Estatutos la estrecha vinculación personal, tal como se la exige especialmente en el último tiempo? ¿La incluye automáticamente el principio parental consignado en los Estatutos? ¿Alcanzan el objetivo exigido también aquellas [Hermanas] que cumplen fielmente los Estatutos sin aceptar o aspirar a una vinculación personal más profunda?

      3) ¿Se puede ligar a sí a tantos cientos de personas de esa forma exclusiva, sin tener la posibilidad de brindarles aunque sea un mínimo de atención personal?

      4) ¿Qué se entiende por perfecta obediencia? ¿Es perfecta la obediencia cuando se ciega por completo el entendimiento, y contra la convicción y sentimiento propios y, dado el caso, contra la conciencia propia, se realiza la cantidad de actos heroicos que se desean (acto de consagración, “actos filiales”, “actos de implantación”; actos provinciales, actos de curso, actos de Familia, etc. etc.), aun cuando uno ya íntimamente no pueda elaborar ni soportar más