oficiales, él ya no puede manejar. Así que marca un horario de forma que tú puedas operar al máximo nivel posible sin tener que estar recordándole constantemente a tu jefe que estás allí. Si se da cuenta de tu presencia, actúa como si no lo necesitaras ni quisieras nada en absoluto.
No podría ser un buen coach ejecutivo si no creyera en la posibilidad eterna de la salvación, incluso en las circunstancias más funestas y extremas. Así que presta especial atención a las señales que tu jefe reacio pueda estar enviándote. Quizá le has caído en gracia y no lo sabes. Recuerda que no lo expresará con muchas palabras, pero si empieza diciendo cosas como «Me gustaría que fueras sincero y me dijeras si estás a gusto en tu puesto de trabajo», quiere decir que, sin darse cuenta, está tomando otro camino para dirigir el departamento. Si muestra una chispa de interés en lo que pasa a su alrededor, coge algunas hojas secas, ramitas y astillas, sopla la chispa, echa leña al fuego y mira a ver si puedes generar un poquito más de calor. Si a un jefe reacio le entran más ganas de mandar cuando tú andas por ahí, quizá es que hayas colaborado a que la experiencia sea más agradable.
La diferencia entre un jefe reacio más o menos invisible o ausente y uno insensible y de estilo «Apártate de mí, mindundi» suele estar en la relación que mantienen ambos con sus subordinados directos. Si los subalternos confirman las sospechas del jefe reacio de que los empleados son como un dolor de muelas, no dudes de que este experimentará dolor. Si, en cambio, los subordinados se comportan como adultos maduros y saben trabajar de forma autónoma y eficiente, es probable que el jefe reacio afloje un poco la tensión. Tú puedes jugar un papel decente en esa situación ayudando a tus compañeros a entender que tu jefe reacio es una persona capaz de desarrollar su trabajo. «Sólo necesita un poco de espacio y oxígeno para estar más cómodo», podrías explicarles. Si consideras ese vacío en la gestión de un departamento como una oportunidad que el jefe reacio ha creado, podrías salir de allí como un héroe.
Los jefes reacios pueden tomar dos caminos: o bien enterrar la cabeza como un avestruz, evitando así cualquier contacto con sus empleados directos, o poquito a poco ir cogiendo el gusto a dirigir a los demás. Si tu jefe reacio está completamente absorbido por el ordenador y no se le puede interrumpir en siete horas esto significa que está hundiéndose en su miseria, y por lo tanto, es muy probable que esté destinado al fracaso más absoluto. Por otro lado, tu capacidad de liderazgo puede salir a relucir entonces. Si tu jefe reacio está conectado a su ordenador tan sólo tres horas al día, ha llegado el momento de inspeccionar los alrededores, leer las instrucciones del artefacto y reunir las piezas.
Es mejor tener un jefe reacio que uno inepto. Al menos el primero prefiere mantener todo lo que sabe, o no conoce, sobre gestión y liderazgo en secreto, sin decírtelo a la cara (normalmente porque no quiere ni vértela). En cambio, los jefes ineptos desean serlo a pesar de no poseer las capacidades más básicas para mandar y dirigir a un equipo. Sin embargo, por muy retorcido que pueda parecer, a veces son capaces de generar unos cuantos seguidores gracias a su carisma personal. Esta cualidad seguramente ha sido la razón principal de su ascenso, a pesar de su falta absoluta de credenciales de liderazgo.
Te adelanto que algunos puristas del campo del liderazgo estarán gritando ahora mismo que «¡El liderazgo y la gestión no son lo mismo!». Sí, sí. Tengo dos másteres, un doctorado y créditos universitarios que tendré que devolver hasta el día en que me muera: he captado la idea. Pero todas las personas que reciben un sueldo por dirigir el trabajo de departamentos enteros y empleados individuales deben ser capaces de inspirar cierta admiración, incluso a los directores ejecutivos. O quizá me atrevería a decir que especialmente a los directores ejecutivos.
Sin embargo, cuando esta capacidad de inspirar admiración es la única virtud que posee un nuevo jefe, créeme, se avecinan problemas. Es cuestión de tiempo que todas sus carencias salgan a la superficie, y sus superiores no tardarán en exagerar esta falta de capacidad a la hora de gestionar un departamento. Durante los primeros meses de trabajo de un jefe inepto, resulta difícil darse cuenta de los evidentes huecos en su capacidad de gestión, y más si está como una cabra. El hecho es que, por lo visto, nadie se da cuenta de que la mayoría de jefes están pirados hasta que ascienden y se instalan definitivamente en su puesto de trabajo. Y, como suele ocurrir, el jefe chalado parece ser una persona normal y corriente hasta que cruza ese inevitable y a la vez letal umbral que desencadena una fusión nuclear. Cuando esto pasa llega un correo electrónico o suena el teléfono en el despacho del coach ejecutivo.
Los jefes ineptos no son conscientes de que no tienen ni idea de lo que no tienen ni idea; me parece justo. A falta de tal iluminación, asumen que todo el mundo debería reaccionar a ciertas situaciones igual que ellos. Los jefes ineptos tienen mucho que aprender o, mejor dicho, deben aprenderlo todo sobre su oficio. La cuestión es: ¿pueden hacerlo lo bastante rápido para evitar un descarrilamiento del tren, que es un escenario seguro que producirá la ignorancia en la gestión y dirección de un departamento? Si trabajas para un jefe inepto debes tomar una decisión: ¿te tirarás a las piscina y le ayudarás a aprender lo que necesita saber para mantener la empresa a flote? Y si es así, ¿por qué?
Debes tener muy claro si tu jefe tiene el potencial suficiente para convertirse en alguien eficaz. O si es capaz de llegar a ser un buen jefe en el caso de que se le diera la oportunidad de adquirir unas capacidades de liderazgo. Si te equivocas, es posible que crees un monstruo que te devorará vivo. Si decides enfrentarte a tu jefe inepto, ya sea de forma activa o pasiva, alguien se aprovechará de ello. O peor aún, lo primero que tu jefe inepto aprenderá será a erradicar las influencias enemigas, como por ejemplo, tú.
Aquí tienes algunas cosas que deberías tener en mente cuando trabajes para un jefe inepto:
• ¿Quién nace enseñado? ¿Qué padres primerizos conocen los pormenores de la paternidad? Sabemos que podemos aprender por imitación, pero los primogénitos de cualquier familia recibirán, sin duda, la misma educación que recibieron sus padres, una herencia que pasa de generación en generación, o de manera premeditada e intencionada una educación completamente opuesta. Cada aproximación tiene sus virtudes y sus defectos.
• Del mismo modo, si un jefe nuevo no ha recibido formación alguna en gestión o liderazgo, es probable que caiga en la imitación, n’est-ce pas? Esto pasa desde los inicios de la humanidad. Si Adán y Eva hubieran sido mejores padres, su hijo mayor no le habría dado un porrazo a su hermano pequeño.
• Los hijos también ayudan a criar a sus padres, en cierto sentido, y ahora es un momento perfecto para hacer un buen uso de esa experiencia. Tus padres estaban destinados a serlo, por mucho que tú te hubieras empeñado en cambiarlos por personas distintas. ¿Quién no ha tenido esa misma sensación con su jefe? Utiliza tu mano izquierda.
• Mantén la mente despejada y confía, de todo corazón, que todo lo bueno que hagas por los demás acabará repercutiendo en ti. Tus buenas acciones están cósmicamente alineadas con todas las cosas buenas que te ocurran. Cuando hablo de «los demás», en realidad me estoy refiriendo a incluir en este grupo a tu jefe, además de a tus compañeros y subordinados que también trabajan bajo la autoridad institucional de él.
• No caigas en la tentación de ganar autoridad popular a costa de tu jefe. Al igual que sucede con el proverbial jefe idiota, del que te hablaré en breve, un jefe inepto suele ser objeto de burlas. A ciertas personas les ofende sobremanera la incapacidad de un jefe inepto de darles lo que desean; para estos trabajadores enfadados o socarrones, el jefe es como un padre de alquiler. Y, por lo visto, no se le da demasiado bien. Lo he dicho unas mil veces: «Jamás un empleado ha mejorado su carrera profesional dejando a su jefe como un estúpido».
• Echa una mano al jefe inepto para que aprenda a hacer su trabajo. ¿Aprender el qué? A cómo gestionar el departamento charlando con los empleados, tanto de forma literal como virtual, y así encontrar a gente (es decir, a ti) que está haciendo su trabajo a las mil maravillas. Enséñale a felicitar a la gente (a ti) cuando hace las cosas bien porque de ese modo se esforzará más. Muéstrale cómo recompensar a la gente (a ti) por el valor que aporta a la empresa. Dile cómo debe crear un ambiente de compañerismo y apoyo mutuo, donde todo el mundo pueda beneficiarse de los esfuerzos de los demás.
• Pese