Amy Blankenship

Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas


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de pie detrás de Kotaro.

      Las vibras que transmitía Kotaro hacían que el pecho de Toya doliera con su intensidad. Si hubiese sabido que Kyoko no estaba con Kotaro, hubiese venido para estar cerca de ella. Debió haber seguido sus instintos y venir de todas formas. Tendría que ponerle una correa a esa chica tarde o temprano.

      Kotaro se balanceó habiéndose olvidado de Toya completamente en su prisa de llegar con Kyoko. Ahora teniendo a alguien con quien descargar su ira, se descargó. – ¡Pensé que estaba contigo! – Kotaro tensó su puño y atrajo su rabia dentro de sí antes de ir demasiado lejos. – ¿Y cómo demonios fuiste capaz de mantener el paso? No importa, no respondas eso.

      Toya lo miró fijamente, sorprendido de que el guardia de seguridad se diera cuenta, pero que se encogiera de hombros a ello. – Simplemente soy así de rápido imbécil.

      Calmando su lado dominante, Kotaro abrió sus perforadores ojos azul hielo, entrelazándolos con la persona que lo iba a ayudar a encontrar a “su Kyoko”. Era suficientemente malo que Toya no hubiese renacido como vampiro para que pudieran simplemente resolverlo a puñetazos, pero ahora Toya estaba recuperando sus habilidades del pasado y no tenía idea de por qué. Para colmo, el mejor amigo de Toya era Shinbe y Shinbe no tenía idea de su pasado tampoco.

      Kotaro golpeó la palma de su mano contra su sien preguntándose por qué carajo confiaría en Toya para cuidarla… por segunda vez, cuando había fallado la primera. El hecho de que Toya no recordara nada, hacía imposible para Kotaro vociferarle. Inhaló profundamente ante la verdad, ambos le habían fallado. Sus labios se estrecharon mientras miraba silenciosamente.

      Toya lanzó una sonrisa poco entusiasta. – Así que te mintió y te botó diciendo que iba a salir CONMIGO. ¡Ja! – aunque sabía que eso era más o menos lo que ella había hecho con él, no dejaría que Kotaro lo supiera.

      Kotaro tomó otra respiración profunda tratando de mantener su temperamento bajo control. Era como hablar con un maldito chiquillo. – Esto no es un juego, punk. Chicas han desaparecido de derecha a izquierda del campus y de la ciudad por más de un mes. Ahora, ninguno de los dos sabe dónde está Kyoko –. Kotaro podía escuchar el pánico en su propia voz, pero lo ignoró. – ¿Tienes alguna idea de a dónde pudo haberse escapado?

      Toya podía sentir su pecho destrozarse de preocupación pensando que Kyoko estuviese en peligro. – ¡Maldita sea! – Se volteó hacia la puerta de Suki y comenzó a golpear hasta que escuchó la puerta agrietarse haciendo que aflojara el golpeteo. Sin respuesta.

      â€“ ¡Mierda! – Cerca de un estado de pánico, Toya buscó a tientas su celular esperando que Shinbe supiera dónde estaban las chicas. – ¡Sátiro libidinoso, atiende! – gritó al teléfono que aún llamaba. Después del cuatro timbrazo Shinbe finalmente respondió.

      â€“ ¡Shinbe! ¿Sabes dónde están Suki y Kyoko? – miró a Kotaro cuando se le acercó como esperando escuchar la respuesta.

      En el otro extremo del teléfono, Shinbe sonrió una sonrisa reveladora. – Quizás…

      *****

      Kyou siguió escondido dentro de la obscuridad mirando a la chica bailar con sus amigos. Había descubierto que su nombre era Kyoko al escuchar su conversación. Hasta ahora, el chico llamado Tasuki había mantenido sus manos para sí mismo, lo que era algo bueno considerando que Kyou había decidido dejarlo vivir mientras no se acercara demasiado a ella. Parecía suficientemente inofensivo; si no, al menos un poco obsesionado con ella.

      Se habían abierto espacio hacia la pista de baile, la chica y su amiga habían comenzado a bailar juntas. La forma en que estaban bailando era indecente. “Debe ser el alcohol que consumió tan rápidamente”, se le dificultó pensar de otra forma.

      Un gruñido grave vibraba en su pecho mientras su visión era obstruida por un grupo de humanos punk. Escuchado su advertencia, luego viendo la mirada dorada escalofriante que les dio, rápidamente se retiraron al otro lado del club. Las esquinas de los labios de Kyou dieron el indicio de una sonrisa divertida sobre la forma en que se dispersaron inmediatamente.

      Devolvió su atención a la pista de baile enfocándose en la chica joven que lo dejó perplejo. La visión que lo saludó hizo que su sangre hirviera de ira. Un gruñido violento vino de un lugar desconocido mientras los ojos dorados destellaron rojo con sangre.

      El inofensivo Tasuki estaba bailando con Kyoko como si tratara de seducirla.

      *****

      Kyoko estaba perdida en la sensación de las manos de Tasuki en sus caderas, acariciando la piel desnuda de su cintura mientras él tomaba control de su danza. En realidad se veía alucinante con su cabello desordenado y bailando sensualmente con ella. Una risita escapó de sus labios al cambio de sus pensamientos.

      Mientras lo sentía acariciar su piel expuesta en la parte baja de su espalda, ella se dio cuenta de que sus ojos casi se volvían puro amatista.

      Suki, decidió que podría probar algo frío y mojado, y le dio una nalgada a Kyoko. – ¡Vamos, ustedes dos! ¡Requiero alimento! – Se rio por su tonta frase arrastrando a la pareja de vuelta a la mesa que habían ocupado antes en la espera de otra bebida.

      *****

      Kyou se levantó tratando desesperadamente de calmar su sangre rabiosa. Su usual control vestido de hierro y frío comportamiento se había desvanecido completamente al ser testigo del chico Tasuki que estaba bailando con Kyoko como si fuera su amante.

      En el descanso de su mente, sabía que debía calmarse rápidamente, de otra forma, Hyakuhei sentiría su presencia si no lo había hecho ya. Tomando un respiro firme y profundo, mentalmente se reprendió por su estupidez.

      Durante siglos había sido un frío demonio de la noche sin emociones. Su resolución era como una montaña que nunca se movía y no podía forzarse a ser sumisa. Sus emociones eran bien conservadas dentro de su frío exterior, irrompible por una razón: para que pudiera esconder su aura del verdadero enemigo.

      En una noche, la presencia de una chica joven, más allá de inocente y pura, había causado que flaqueara por primera vez en su vida de muerto viviente.

      Ajenos al enfurecido vampiro de cabello plata, el trío se abrió paso de vuelta a sus asientos previos. La risa inocente de Kyoko flotó hasta él, casi calmando su rabia. Un poco de su tensión aminoró y se preguntó por qué había actuado tan posesivamente hacia la chica.

      Entrecerró los ojos, lanzando dagas al chico con ella prometiendo una muerte agonizante si siquiera caminaba de puntillas fuera de la línea una vez más. Ella necesitaba un Guardián.

      Kyou no podía entender la atracción tan fuerte que sentía hacia ella, pero observarla se había vuelto adictivo. Su belleza e inocencia lo habían fascinado mientras comenzaba a preguntarse si su piel era tan suave como parecía. Ver otro vaso del líquido contaminado deslizarse frente a ella le enfurecía.

      Con cada sorbo que tomaba, el resplandor de luz pura que la rodeaba parecía titubear y debilitarse. Ya era mucho más difícil de detectar. Si seguía bebiendo del agua del demonio que estaba puesto frente a ella, pronto caería en la obscuridad.

      Como si lo desafiara, miró a la chica quitar la pajilla de la copa y presionarla contra sus labios, drenando el resto del líquido contaminado.

      Kyou hizo algo que no había hecho en siglos… sonrió, sabiendo que ahora su secreto estaría a salvo del mal que acababa de entrar al club nocturno. Quizás ocultar el aura de ese tipo de inocencia inimaginable de la hermosa chica no era