Amy Blankenship

Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas


Скачать книгу

sus planes para la tarde, en caso de que les permitiera unírsele. Sus ojos carmesí escanearon la exhibición de carne caliente delante de él con interés.

      Había sentido vida aquí, escondida en alguna parte entre los humanos. Lo había llamado como a un amante ansiaba su caricia, pero ahora la sensación de caricias casi se había desvanecido, como si se hubiese apagado.

      Se había alimentado bien la noche anterior y no sentía la necesidad de alimentarse de nuevo tan pronto. No… esta noche tenía algo más en mente.

      Esta ciudad guardaba el poder del legendario Corazón de Cristal del Guardián, estaba seguro de eso. Todos los caminos que había tomado, buscando la luz escondida, lo habían llevado a este lugar. Incluso ahora, podía sentir la escurridiza luz escondida bajo la obscuridad mientras se apoyaba contra la pared, mirando a los humanos.

      Varios de los mortales ignorantes ya lo habían notado y supo que vendrían por él, erróneamente ofreciendo sus almas.

      La simple atracción de alto, oscuro y bien parecido siempre le había facilitado capturar a su presa. Su largo y oscuro cabello fluía a su alrededor en ondas como el fondo por su buena y sin igual apariencia. Podía sentir la lujuria emanando de los humanos, pero esta noche no le prestó atención.

      Esta noche, buscaría a quién podría poner bajo su control. A veces convertía un alma ignorante simplemente para matarle la noche siguiente. Solo otorgaba el regalo de la vida eterna cuando le era apropiado y eso era menos de una vez cada siglo. Pero esta noche, buscaría a alguien que lo asistiría en su misión de determinar quién resguardaba el Corazón de Cristal del Guardián.

      Los ojos de Hyakuhei se oscurecieron con sus pensamientos. La última vez había estado muy cerca del misterioso Cristal de la leyenda, la chica que llevaba el poderoso Cristal había percibido su intención. Antes de que pudiera detenerla, se había suicidado… llevando el Cristal con ella y más allá del alcance de Hyakuhei una vez más.

      Su mente se dejó llevar por la nostalgia. Había sido tal desperdicio… por ser la chica incomparable en belleza y de pureza incontaminada. Su cuerpo delgado no hacía movimiento mientras buscaba sin prisa entre la multitud con ojos de medianoche.

      El Cristal únicamente resurgía cada cien años de acuerdo con los pergaminos antiguos que había tomado del brujo Shinbe antes de quitarle la vida. Sus labios dieron un indicio de sonrisa cruel recordando ese asesinato en particular, ciertamente bastante delicioso.

      Contando los años desde ese momento, la doncella elegida que ahora llevaba el Cristal cerca de su corazón ahora tendría veinte años, posiblemente un poco más joven. Hyakuhei lo había sentido entre las inmediaciones de la universidad y ahora aquí entre la multitud de estudiantes universitarios en el club.

      El hecho de que esta ciudad estaba construida en el mismo suelo donde el Cristal se había desvanecido solo confirmaba que sería el mismo lugar para su reencarnación.

      Si él no podía encontrar a la portadora del Corazón de Cristal del Guardián, entonces reclutaría a uno que fuera aceptado entre ellos y pudiera ayudar con su búsqueda. Un no humano, una creatura de la noche, por encima de todos podría detectar el poder que él quería y deseaba para sí.

      Una sonrisa maliciosa agració sus labios perfectos con anticipación de la emoción de la caza. Habiendo llamado a sus hijos preferidos para unírsele, esta vez tendría lo que deseaba. Había estado en la obscuridad por demasiado tiempo e incluso las cosas más placenteras comenzaron a aburrirle.

      Hyakuhei quería algo nuevo y un reto era justo lo que necesitaba para despertarlo de su larga vida de sueño. Vagamente, pudo sentir un alboroto en el aire y sonrió intencionadamente. No había prisa… porque qué era el tiempo… para un vampiro.

      *****

      Tasuki miraba asombrado mientras Kyoko se bajaba lo último de su té helado Long Island. Sus ojos ahora suaves miraron de vuelta al suyo que seguía lleno, una mirada preocupada en su rostro. – Eh, Kyoko, si tienes sed podría buscar té de verdad del bar, si quisieras –. Sonrió viendo a Kyoko sonrojarse al darse cuenta de lo que acababa de hacer.

      Suki levantó una ceja notando el vaso vacío de Kyoko e internamente se encogió sabiendo que Kyoko la mataría felizmente mañana por la resaca. Se encogió de hombros mentalmente convenciéndose de que esta noche estaban celebrando y que Kyoko la perdonaría… eventualmente.

      Mirando a Tasuki con su mejor expresión de “por favor ayúdame, estoy en problemas”, Suki accedió. – Pienso que esa puede ser una buena idea –. Le guiñó el ojo en apoyo y con picardía traviesa por debajo.

      Siempre le había gustado Tasuki y frecuentemente deseaba que Kyoko saliera con él más a menudo, en vez de Toya, quien le gustaba, pero no siempre trataba a Kyoko tan bien como debería. Estaba contenta de que Kyoko pudiera dar tan bien como recibiera y no dejara que Toya le pasara por encima.

      Luego estaba Kotaro, quien se llevaría a Kyoko y se casaría con ella si tuviera la oportunidad. Él era agradable y la trataba como a una diosa, pero Suki tampoco estaba cómoda con la idea de perder a su mejor amiga.

      Los ojos de Suki se iluminaron al pensar en presionar a Tasuki y Kyoko para que estén juntos, especialmente después de la forma en que bailaron justo ahora. Ella había aprendido a que no la atraparan haciéndolo, porque Kyoko podía ser aterradora cuando estaba furiosa. Una chica tendría que tener valor para salir con los dos impulsivos con los que ella estaba saliendo. La sonrisa de Suki se suavizó pensando en su propio novio, aunque nunca admitiría tal título.

      Shinbe estaba tan loco como cualquiera de los dos con los que salía Kyoko, si no más.

      Volviendo sus pensamientos al presente, Suki se levantó con una sonrisa traviesa. – Trataré de convencer al DJ de que ponga mi canción favorita, ¡ya vuelvo! – Con eso dejó a los dos solos a expensas de sus propios recursos. Secretamente, esperó que el tiempo juntos a solas iniciara una pequeña llama ardiente entre esos dos.

      Kyoko miró de vuelta a Tasuki sintiéndose aturdida y sonrió de manera culpable. – Me encantaría algo de té… o quizás café sería incluso mejor. Aunque a veces el mareo de la cafeína es casi tan malo –. Se rio de su propia broma, – si no te molesta buscarlo mientras voy al baño de damas –. Tomó la mano extendida de Tasuki y le dejó ayudarla a levantarse.

      Kyoko parpadeó rápidamente en cuanto las cosas comenzaron a verse borrosas y luego rio. – ¡Ya vuelvo! – Escaneó las paredes buscando la dirección del baño de damas. Viéndolo cerca de la puerta principal, se fue esperando que no se viera tan tambaleante como se sentía. Quizás si salpicara algo de agua fría en su rostro y no tomara más alcohol esta noche, estaría bien.

      El cuerpo de Kyou se tensó mirando a la chica caminar directamente hacia el último lugar al que quería que fuera, la entrada… y al enemigo. Sus acechantes ojos dorados se tiñeron de rosado y con un gruñido irritado, su silueta se desvaneció como si nunca hubiese estado ahí.

      La mente abrumada de Kyoko se preguntó por qué habían puesto los baños tan cerca del frente de la puerta mientras miraba una horda de gente que aún llegaba al club. Algunos de los recién llegados parecían ya estar bien en el ambiente fiestero y el ruido dentro del salón de baile se amplificó.

      Yohji, uno de los chicos del campus, vino tambaleándose, sin ver por dónde iba. Su hermano ya lo había convencido de ir a un par de bares por el camino más temprano y acababan de irse del último para probar este. Volviéndose para llamar a su hermano, Hitomi, chocó contra un cuerpo suave y caliente.

      Escuchando