guardián era terco como siempre. Las vibras que Kyou daba eran pesadas y algo contaminadas.
â Kyou, ¿en qué estás pensando? â se preguntó Kamui en voz alta sabiendo que nadie podÃa escucharlo o verlo. Observando a Kyou observar a Kyoko, reconoció el destino cuando lo vio. El destino siempre habÃa atraÃdo a los Guardianes hacia la Sacerdotisa⦠sin importar el mundo o la vida.
Secretamente deseó poder organizar un lugar donde Toya y Kyou se vieran pero aprendió a no tratar de usar sus poderes en Kyou. Sintió escalofrÃos subir por su brazo al pensar en molestar al peligroso Guardián dorado.
Su mirada escaneó la multitud de nuevo sabiendo que Kyou no era por quien deberÃa estar preocupado. HabÃa otros dentro del club que no eran humanos, pero podÃa sentir la verdadera obscuridad acercarse por momentos. Se preguntaba si Kyou podÃa sentirlo también.
Kamui asintió para sÃ. Lo mejor que podÃa hacer por ahora era ayudar a esconder los poderes de Kyoko de ojos entrometidos. Con ese pensamiento, saltó de los altavoces pero sus pies nunca golpearon el suelo del club de baile.
CapÃtulo 4
Mientras el trÃo entraba en la abarrotada pista de baile, Suki y Kyoko inmediatamente comenzaron a mover sus cuerpos al ritmo de la música dejando a Tasuki mirar con fascinación. Los cuerpos calurosos a su alrededor hicieron que su piel se ruborizara mientras el alcohol fluÃa por sus venas.
El cuerpo de Suki se movió más cerca del de Kyoko poniendo sus brazos alrededor del cuello de la otra y comenzaron a bailar. Riéndose de las payasadas de la otra, bailaron como amantes perdiéndose en el ritmo de la música. Se habÃan enseñado a bailar asà en la escuela elemental hacÃa mucho tiempo.
Atrapadas en el momento de pura diversión sin adulterar, las chicas se habÃan olvidado momentáneamente de su tercer acompañante.
Tasuki miró a ambas amigas bailando apasionadamente juntas y sintió calor en sus mejillas. â¡Guao!â Su cuerpo reaccionaba a la escena que se interpretaba en frente de él. Se sentÃa como si su respiración fuera golpeada fuera de sus pulmones. Mirando el cuerpo de Kyoko frotándose contra el de Suki mientras sus manos vagaban por el cuerpo de la otra casi era más de lo que podÃa soportar.
Tasuki decidió que querÃa sumarse a la diversión, y obligó a sus pies moverse antes de que perdiera el valor.
Deteniéndose justo en frente de Kyoko, pudo ver que sus ojos estaban cerrados mientras se movÃa contra Suki. Su mirada enzarzada con la de Suki en tanto ella sonreÃa y bajaba detrás de Kyoko lentamente volviendo a subir, acariciando con sus dedos las caderas de su amiga. Esperaba que Tasuki tuviera suficiente valor para bailar con Kyoko asÃ.
â ¿Por qué no te nos unes? ¡Esto es demasiado divertido! â se rio agarrando a Tasuki por la hebilla del cinturón, tirando de él sonrojándose contra Kyoko.
Los ojos de Kyoko se abrieron como platos de la sorpresa sintiendo un cuerpo duro, definitivamente masculino golpearla de una manera muy Ãntima. Un rubor encendió sus mejillas cuando se dio cuenta de que Tasuki la sostenÃa cerca. â ¡Ey! â sonrió tÃmidamente, y decidió que le gustaba la forma en que se sentÃa su cuerpo contra el de ella. SabÃa que podÃa confiar en que él no pasarÃa los lÃmites. Ãl siempre era un caballero.
Sintiéndose osada, Kyoko continuó bailando con Suki moviéndose detrás de ella poniendo una mano en el hombro de Tasuki⦠alentándolo silenciosamente.
Tasuki no necesitaba nada más que ese simple movimiento para agarrar las caderas de Kyoko y comenzar a moverse con su cuerpo. SentÃa que estaba en el cielo con la chica de sus sueños bailando seductoramente contra él. Sintiendo cada curva de su cuerpo frotarse contra él era una dulce tortura que nunca habÃa experimentado.
Sus ojos marrones se suavizaron seductoramente en tanto todo su cuerpo se sentÃa como si estuviera quemándose y querÃa sentir tanto de ella como fuera posible. Presionándose más cerca de Kyoko, comenzó a bailar contra ella, moviendo su cuerpo caliente con el suyo como un amante perdido hace mucho tiempo.
Kyoko miró hacia arriba a los ojos de Tasuki y se dio cuenta por primera vez de que eran bonitos copos amatista rociados de orbes chocolate. âHermosoâ¦â era la única palabra que le vino a la mente. Mientras más profundo mirara⦠más le recordaba a Shinbe.
*****
El humor de Toya no habÃa mejorado desde que fue al dojo de la universidad esperando quemar un poco de vapor. HabÃa decidido que mejor se iba rápidamente cuando estropeó el saco de boxeo de quinientos dólares. No era su culpa que estuviera imaginando el rostro de Kotaro cuando lo golpeaba.
â ¡Chica estúpida! â gruñó. â¿Por qué siempre era tan difÃcil de manejar?â Miró hacia nada en particular pensando en el molesto guardia de seguridad con el que Kyoko habÃa salido.
Aún se sentÃa lÃvido de cuando escuchó la voz de Kotaro en el apartamento de Kyoko más temprano. Nada le hubiese gustado más que arrancar la cabeza del hombre y meterla donde el sol no le alcanzarÃa. Toya siempre tuvo un sexto sentido sobre cosas y sus sentidos le decÃan que Kotaro no era lo que aparentaba ser.
â Un lobo con ropa de oveja va más como él â. Sonrió, luego se sintió ligeramente culpable porque también le escondÃa cosas a Kyoko. Cosas que él no podÃa explicar.
HabÃa aprendido desde pequeño a esconder sus habilidades inusuales de otros, habilidades como fuerza inhumana y velocidad, asà como sus intensificados sentidos del olfato y la vista. El único problema era que venÃan y se iban cuando querÃan. No podÃa evocarlos en un momento y quizás era algo bueno.
Perdido en sus pensamientos, la piel de Toya se erizó al notar al guardia apoyado contra la puerta del edificio de seguridad. âHablando del rey de Romaâ. Toya miró a Kotaro, casi caminando más allá de él y luego se detuvo sobre sus pasos. â ¿Qué demonios estás haciendo aquÃ? â gruñó.
Sin prisa, Kotaro se levantó a su máxima altura y caminó hacia donde la supuesta cita de Kyoko estaba de pie gruñéndole. Mirando alrededor y sin verla por ninguna parte, su comportamiento relajado se tensó y Kotaro perforó a Toya con una mirada furiosa. â ¿Dónde está Kyoko? Pensé que estarÃa contigo esta noche.
Si habÃa algo que Toya odiaba era ser confundido y ahorita no estaba de humor para eso. â Tú estúpido malparido⦠pensé que tenÃa una cita contigo â, le espetó sin pensarlo.
La jaula de Kotaro ahora estaba seriamente agitada. Kyoko le habÃa dicho que iba a salir con Toya y habÃa sido una mentira. â ¡Maldición!
Sin darle una segunda mirada, se fue en dirección al lugar donde vivÃa Kyoko esforzándose contra la necesidad de usar su velocidad antinatural. ¿Por qué le habÃa mentido? Si él hubiese sabido que no estarÃa con el imbécil, la hubiese seguido.
Toya sintió pánico por un momento cuando vio que la preocupación se filtraba a los ojos de su rival y la forma en que se fue a una velocidad vertiginosa no lo hacÃa sentirse mejor. Algo dentro de él confiaba en Kotaro completamente, pero nunca le dirÃa eso.
Sin siquiera pensar lo que estaba haciendo, se fue detrás de Kotaro a ver a dónde iba. Fácilmente alcanzándolo pero dándose cuenta de la velocidad a la que ambos iban, algunas de las sospechas de Toya se confirmaban. Kotaro era más de lo que parecÃa⦠¿tenÃan el mismo ADN o algo? Apretó sus dientes sin gustarle ese pensamiento.
En un minuto,