Amy Blankenship

Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas


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      Se inclinó hacia adelante llevando sus labios al hueco de su oreja antes de susurrar su nombre. Sus labios se suavizaron, así como sus ojos azules como el hielo. A menudo se encontraba casi deseando que ella pudiera recordar el pasado y lo cercanos que una vez fueron. ¿Qué haría ella si recordara que solían vivir juntos? Él, ella y Toya… así podían protegerla.

      Kyoko perdió el aliento al salírsele rápidamente y sintió la piel de su cuello y mejilla erizarse. Era suficientemente duro mantener sus pensamientos en orden con él cerca, pero ahora ella podía sentirlo tocándola incluso cuando no era así. Recordando lo que estaba haciendo justamente antes de que el teléfono la interrumpiera hizo que el calor se le subiera a la cara.

      Sin querer que él notara su culpa, se mantuvo de espaldas a él e intentó con todas sus fuerzas suprimir el recuerdo del baño. Cerrando sus ojos, peleó con la urgencia de recostarse en él y tuvo que agarrar la mesa para sujetarse.

      Kotaro quería poner sus manos en la mesa a ambos lados de ella… atrapándola entre sus brazos, pero de repente se quedó quieto. Pudo oler los jabones que ella había usado en el baño, pero un sabor llegó hasta él y su expresión se volvió curiosa, ¿excitación? Él se alejó de ella, sintiendo como se endurecía.

      Pasando sus manos por su indomable cabello, se retiró a una distancia más segura tratando con todas sus fuerzas ignorar la sacudida en la boca de su estómago… ¿por qué había venido de nuevo? Era importante.

      Sus instintos protectores comenzaron a surtir efecto al recuerdo de las alertas recientes que había recibido. – ¿Pasarías la tarde conmigo? – la pregunta que sonaba inocente resguardaba un doble sentido, mientras saboreaba el deseo.

      Kyoko desaceleró su respiración una vez más lista para luchar contra sus sentimientos. Ella frunció el ceño sabiendo que sería muy peligroso quedarse a solas con él. De repente, quería agradecer a Suki por mangonearle.

      Viendo su ceño fruncido, Kotaro añadió rápidamente – podemos hacer lo que tú quieras. Rentar una película y quedarnos, o salir.

      â€“ Rentar una película y quedarnos en casa… – repitió Kyoko pensando que eso era exactamente lo que quería hacer. Luego, notando cómo se le iluminaban los ojos a Kotaro, rápidamente cambió – al menos, eso era lo que quería hacer si no hubiese sido arrastrada a los planes de alguien más. Me hubiese encantado quedarme viendo películas contigo. Pero lo siento, Kotaro. No puedo –. Le dio una sonrisa de disculpa mentalmente pisando fuerte al pensamiento de perder una tarde acogedora con el apuesto guardia de seguridad.

      Los hombros de Kotaro cayeron unos centímetros pero sonrió de todas formas sabiendo que ella no estaba intentando herir sus sentimientos. Incluso se dio cuenta de que ella quería que él se quedara y se peguntó por ese impulso de deseo, ¿eran los mismos deseos que él sentía? Para él, Kyoko era la gema más preciosa sobre la tierra y haría lo que fuera para hacerla sonreír y mantenerla a salvo al mismo tiempo.

      Después de todo, había esperado por más de cien años solo para verla de nuevo.

      Como necesitaba estar seguro de que estaba protegida y alejada de lo que pudiera dañarla, preguntó: – ¿Y entonces, qué planes tienes? Quizás podría sumarme a la diversión –. Le dio su sonrisa más traviesa esperando que funcionara. Si no, podía recurrir a acosarla… las esquinas de sus labios perfectos se inclinaron en una sonrisa secreta.

      Kyoko sabía que Suki no estaría de acuerdo con eso. Noche de chicas significaba noche de “chicas”. También sabía que si Kotaro se enteraba de que ella estaba solo con Suki, de alguna forma las seguiría a todas partes, apareciendo como si fuera accidental. Lo había visto hacerlo muchas veces.

      Cuando Toya era agresivo, Kotaro trataba de ser sutil, aunque cuando ponía a ambos chicos en la misma habitación parecían actuar muy similar y constantemente se molestaban. Ambos chicos tenían corazones de oro y ella lo sabía. En una manera los quería a los dos… tanto que era doloroso, por lo que decidió no decidir y solo quedarse soltera por ahora. Ella, honestamente, no quería herir los sentimientos de ninguno.

      Pero una cosa que Kyoko sabía a ciencia cierta era que si Kotaro pensaba que iba a salir con Toya esa noche, no se molestaría en seguirla. Al menos esperaba que no.

      â€“ Lo siento Kotaro, ya tengo planes con Toya, pero te prometo que otro día rentaremos películas o algo –. Kyoko bajó sus ojos sin gustarle el hecho de que estaba mintiéndole, pero era la única forma de que lo dejara pasar. Mirando al suelo lo notó dar un paso hacia adelante e inmediatamente dio un paso hacia atrás mordiendo su labio inferior cuando sintió la mesa detrás de ella.

      Kotaro sintió los celos vibrar dentro de él, aunque los mantuvo en su lugar. Su único consuelo era que si ella estaba con Toya esta noche, al menos podría contar con que ella no sería una de las próximas chicas desaparecidas.

      Además, él sabía que Kamui estaba secretamente vigilando a ambos, Toya y Kyoko. Mentalmente, tuvo que admitir que Toya era sobreprotector con ella y la mantendría a salvo. Él quería ser el que estuviera con Kyoko esta noche, el que la protegiera. Pero aunque no le gustara, Toya no dejaría que nada le hiciera daño alguno.

      Ã‰l la observó levantar sus ojos lentamente hacia los suyos y pudo ver la preocupación en su mirada de que él intentaría detenerla, él quería detenerla pero no lo haría. Con el tiempo ella tomaría su decisión.

      Asintiendo con su cabeza con reacia aceptación, Kotaro buscó su mano y la sostuvo por un momento, entrelazando los ojos azules como el hielo con los apasionados ojos de ella pudo notar que ella tuvo un día duro por sus ojos. Siempre podía leer sus sentimientos por el color de sus ojos, lo había aprendido hacía más de cien años atrás. Solo deseaba que ella lo recordara.

      â€“ Entonces, tenemos un trato, Kyoko. Vendré a reportarme contigo mañana. Ten cuidado hermosa –. Inclinándose hacia adelante rozó sus labios sobre su frente, luego soltó su mano, y se dio la vuelta para irse.

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      Kyoko sonrió. – Gracias, Kotaro –. Su frente aún hormigueaba donde sus labios tibios la habían tocado. Estaba feliz de que fuera más sencillo lidiar con él que con Toya. Él a menudo le besaba la mejilla, frente o mano, dejando ese lugar hormigueando y caliente.

      Se preguntó qué pensaría él si supiera que ella nunca había sido besada en los labios. Nadie lo creería a la edad de dieciocho, aún era tan pura… bueno, físicamente pura. Se sonrojó de nuevo sabiendo que sus pensamientos no la libraban de culpa. Culparía a la traidora que vive dentro de su pecho y se aceleraba cada vez que pensaba en él.

      Kotaro abrió la puerta para deslizarse hacia afuera, no sin antes lanzarle una sonrisa sobre su hombro y añadir. – Solo recuerda, aún eres mi mujer –. Se fue rápidamente, cerrando la puerta detrás de él, sonriendo vorazmente ante el comentario.

      Ã‰l sabía que no cruzaría la línea con Toya y no estaba preocupado. Incluso en el pasado, cuando él y Toya se han dado cabezazos, ella lo prefería a él por encima de Toya. Ella siempre quiso a Toya, pero Kotaro sabía que era él de quién estaba verdaderamente enamorada. La velocidad de su corazón cuando él estaba cerca siempre le había revelado sus verdaderos sentimientos, en esta vida y en las pasadas. Él solo tenía que esperar a que se diera cuenta de nuevo.

      Kotaro inhaló suavemente saboreando su perfume. Incluso ahora podía oler su pureza y