Amy Blankenship

Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas


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colmillos al aire y garras cortantes. – ¡Voy a arrancarte el corazón y dejar que las criaturas de la noche desgarren tu cuerpo por lo que has hecho!

      El hombre malvado esquivó con habilidad el ataque y en una imagen borrosa y negra, dejó a Kyou sujeto contra el suelo. Con una calma que no se reflejaba en las profundidades de sus ojos color rubí, Hyakuhei se inclinó cerca de él, centró su mirada en el rostro que tanto le encantaba… la cara de su propio hermano.

      â€“ Hice lo que era necesario para nosotros. Toya no quería que tuvieras mi regalo y buscaba alejarlo de ti. Entenderás con el tiempo –. Murmuró con sus suaves labios que cepillaban brevemente los gruñidos mientras decía esas palabras.

      Con una fuerza que no sabía que poseía, Kyou lanzó violentamente al ofensivo hombre a seis metros de distancia de su cuerpo tembloroso. Deslizó su antebrazo por su boca asqueado, gruñendo peligrosamente.

      â€“ Bien, bien, pequeño, cálmate –. Hyakuhei lo arrulló mientras se levantaba y se limpiaba el polvo. Sus ojos brillaban con una promesa, mientras su cuerpo temblaba ligeramente y se desvanecía en la noche. – Estaré esperando… esperando por ti… mi mascota.

      El mundo de Kyou se hizo añicos a su alrededor al mirar hacia abajo al cuerpo sin vida de su hermano. – Vengaré la muerte de mi hermano y pasaré el resto de la eternidad persiguiéndote si lo tengo que hacer. Cuando te encuentre, pagarás por esto, Hyakuhei.

      Temblando, se arrodilló lentamente y con gentileza levantó el cuerpo de Toya hacia su pecho, acunando su cabeza con delicadeza. El cabello de su pequeño hermano había caído de su rostro haciendo que la visión de Kyou se empañara mientras trataba de evitar que se desbordaran sus lágrimas, sin éxito. Parecía que Toya solo estaba dormido, en paz por primera vez en mucho tiempo.

      Miró sus lágrimas caer a la mejilla de Toya y Kyou sintió su corazón romperse. Abrazando con fuerza a su amado hermano contra sí, Kyou suspiró con voz temblorosa: – Toya, por favor, perdóname por no llegar aquí a tiempo –. Su respiración temblaba dentro de él al tiempo que cerraba sus ojos fuertemente con dolor. – Sabía que me necesitabas… debí haberte salvado.

      La mente de Kyou regresó al día en que Hyakuhei lo convirtió en lo que era ahora, al día siguiente de la muerte de su padre. Kyou sabía que Hyakuhei solo lo quería a él, y Toya solo era un niño pequeño. Así que para proteger a Toya, Kyou se fue con su tío aunque su hermano pequeño le llorara para que no se fuera.

      Aún podía recordar el recelo en los dorados ojos de Toya mientras fulminaba con la mirada a Hyakuhei por atreverse a alejar de él a su hermano mayor. El recuerdo de esa mirada acechante fue la que había ayudado a Kyou a alejarse de su hermano durante varios años para protegerlo.

      Cuando Toya creció, Kyou se encontró anhelando verlo, visitándolo en secreto y observándolo desde la distancia, viendo cómo su hermano vivía la vida que él no podía. Ver a Toya desde las sombras había sido la única felicidad durante esos días oscuros. A menudo entraba a hurtadillas en la habitación de Toya para verlo dormir.

      Se había enterado de que Hyakuhei lo seguía y lo observaba observar a Toya: él nunca hubiese puesto a Toya en un peligro como ese. Su tío había convertido a Toya porque pensó que era lo que Kyou había querido. Era culpa suya que Toya hubiera muerto la primera vez.

      Toya había peleado contra su tío durante la conversión y después. Mientras sus discusiones se volvían más violentas, Kyou trató de mantener la atención de Hyakuhei alejada de su hermano. Entonces Toya había comenzado a hablar sobre una cura para los vampiros… el Corazón de Cristal del Guardián. Había jurado que lo encontraría y curarlos a ambos.

      Toya había conseguido su cura en la muerte.

      Haciendo lo mejor que podía para evitar mirar a la cavidad vacía donde una vez estuvo el corazón de su hermano, Kyou se levantó llevando el cuerpo de Toya lejos de la escena para darle un entierro apropiado.

      Ya no podía sentir la presencia de Hyakuhei, pero sabía que estaba cerca, observándolo de alguna forma, siempre observándolo. Kyou entendió ahora que tendría que irse, esconderse hasta que fuera lo suficientemente fuerte para derrotar la maldad que le había arrebatado la única cosa que le era preciada: su hermano pequeño. Se deslizó más allá de la obscuridad dejando aquel claro en un silencio total.

      Kamui respiró un suave suspiro de alivio cuando los hermanos se fueron y bajó su barrera de invisibilidad de alrededor de la forma magullada de Kotaro. Mirando abajo al Lycan, Kamui supo que tomaría un tiempo para que las heridas de Kotaro sanaran, no solo las heridas en su cuerpo, sino también las heridas que ahora yacían muy dentro incrustadas en su corazón.

      â€“ Vamos –. Susurró Kamui, halando uno de los brazos de Kotaro por encima de sus hombros y ayudándole a levantarse. – Hyakuhei no ha ido muy lejos y necesito sacarte del campo abierto –. Sus ojos brillaron del color del polvo de arcoíris mientras trataba de retener sus propias lágrimas. Fue en vano porque pudo sentirlas calientes corriendo por sus mejillas.

      Tanto se había perdido en el periodo de un par de fatales horas, él sabía ahora que realmente era más oscuro que lo oscuro. No perdería a Kotaro también.

      â€“ No lo odiaba tanto –. Susurró Kotaro, mirando tristemente hacia el lugar donde el cuerpo de Toya estuvo tumbado momentos atrás. Ambos habían amado a Kyoko y ella les había tenido afecto a ambos de vuelta, nunca escogió a uno por encima del otro cuando peleaban, hasta esta noche. Los destinos solo le habían dado unas pocas horas, y al menos Toya no tenía conocimiento de ello.

      Su mano se curvó en un puño y lo tensó. Toya se hubiese enojado, pero estaría vivo. – Preferiría enfrentar su ira… esto no… esto no –. Su voz flaqueó.

      Los dos habían tratado de protegerla, pero ahora Toya… los ojos azul hielo de Kotaro nadaron con lágrimas sin derramar. – Nunca lo odié.

      â€“ Él sabía que no –. Le dijo Kamui llevando a Kotaro en la dirección del único lugar seguro que conocía: al hechicero, la casa de Shinbe. Necesitaba decirle a su amigo acerca del destino de Toya… y el de Kyoko. Shinbe sabría qué hacer, de alguna forma, siempre lo sabía.

      â€“ Mataré al bastardo de Hyakuhei –. Gruñó Kotaro tirando de Kamui en contra de su represión, y su naturaleza de Lycan salía a la superficie. – La mató, y mató a Toya por ella. Cuando lo encuentre deseará haber nacido humano.

      Como si el aire hubiese sido sacado de golpe de dentro de él, el cuerpo de Kotaro se estremeció. Sabía que Toya era mucho más fuerte de lo que había reconocido, pero sin Kyoko para proteger, Toya perdió su voluntad de pelear. Hyakuhei supo eso antes de que la pelea comenzara.

      La pena de Toya lo había exaltado, lo había vuelto impaciente. – Si tan solo hubiese esperado unos momentos más, Kyou pudo haberlo salvado –. La tristeza colgaba de cada sílaba mientras Kotaro limpiaba con rabia las lágrimas que silenciosamente dejaban rastro en sus mejillas.

      â€“ Quería salvarlos a ambos… Kyoko –. El dolor de su cuerpo debilitado era demasiado mientras cerraba sus brillantes ojos azul hielo y se rindió a la nada que calmaría el dolor por un corto tiempo.

      Kamui asintió levantando el cuerpo blando de Kotaro y lo cargó. – Has hecho suficiente. Descansa por ahora –. Susurró. – Es mi turno de hacer de salvador.

      Capítulo 2

      A la hora antes del amanecer, Kamui merodeó