podÃa sentir los huesos rotos de sus muñecas rechinando uno contra el otro y tenÃa que concentrarse solo para evitar que sus dagas cayeran al suelo. Mirando hacia el hombre que odiaba más que a la muerte, Toya trató de deshacerse del dolor sabiendo que no era un juego, que hasta los muertos vivientes pueden morir.
â Tú, niño tonto, ¿pensaste que podrÃas salvas a tu hermano matándome? Apenas puedes sostener tus cuchillas ahora, mucho menos podrás atentar contra mi vida â se burló Hyakuhei. Luego su rostro se volvió sereno, su enfado desapareció de repente. La brisa nocturna levantó las puntas de su largo cabello negro dando la impresión de estar vivo.
â Nunca tuviste alguna oportunidad, pequeño. Te ayudaré a descansar para que asà no vuelvas a sentir más dolor â murmuró Hyakuhei, suavizando sus ojos hacia el hombre herido como un padre regañando a un hijo caprichoso.
Los ojos plateados destellaron rojo de indignación por sus palabras. â Nunca tendrás a mi hermano, ¡tú hijo de perra! Mientras tenga vida en su cuerpo, ¡Kyou no te dejará ganar y tampoco yo! â gritó Toya atacando a la figura vestida de negro en un último intento por salvar su alma inmortal.
Hyakuhei desapareció en un parpadeo antes de que la daga de Toya pudiera penetrar en el frÃo corazón escondido dentro de su intemporal cuerpo. Penetrantes órbitas rojas relucieron, hambrientas de derramar sangre del joven que pensó en desafiarlo.
Su forma oscura levitaba muy arriba⦠se detuvo por un momento antes de descender para atacar a su presa.
Los sentidos de Toya estaban gritando peligro mientras sentÃa la amenaza inminente a su existencia, pero aún no era suficientemente habilidoso para detallar desde dónde venÃa su atacante. Buscó alrededor frenéticamente pero tenÃa sus sentidos ahora opacados por la pérdida de sangre de sus heridas⦠junto con la herida escondida dentro de su corazón, Toya sintió su miedo aumentando.
Le dolÃa el corazón por las palabras que su llamado âpadreâ le arrojó. â No puedo dejarte ganar, monstruo. La vida de mi hermano depende de ello â susurró Toya a través de su dificultosa respiración, haciendo que sus palabras tronaran en sus propios oÃdos.
Un frÃo agudo subió por su espinazo mientras miraba al cielo nocturno. Sus ojos se abrieron con mucho terror ante la visión de lo que sabÃa era el final dado⦠nunca la habÃa visto desde el receptor. âAsà que⦠asà es como es â se filtró el pensamiento por su mente atormentada.
Trató de moverse pero una fuerza desconocida lo incapacitó. Sus ojos se detuvieron en una mirada mortal. Los ojos rojos penetraron su misma alma y Toya supo que la muerte estaba cerca.
El grito atascado en su garganta fue reemplazado por un balbuceo. Sus ojos plateados se destiñeron a dorado de nuevo y se encontraron con los ojos carmesà de su asesino mientras el tiempo parecÃa detenerse. Su cuerpo comenzó a sentirse entumecido antes de mirar hacia abajo entre sus cuerpos.
Lágrimas cayeron de los ojos de Toya mientras el color dorado de sus ojos comenzaba a desvanecerse. â Te he fallado, por favor perdóname⦠Kyoko⦠Kyou â fue su último pensamiento mientras exhaló su último aliento.
PodÃa sentir el latido de su corazón alejarse lentamente llevándose el dolor consigo. Los misterios se desvelaron poco a poco con sus últimos latidos, y susurró con una pregunta inquieta: â Kyoko⦠¿cuánto tiempo has estado aquÃ?
Mirando con una enfermiza sensación de placer, la figura vestida de negro con los abrazadores ojos rojos sonrió con satisfacción. Lentamente los bajó a ambos a la dura y apisonada tierra. Su mano con garras estaba incrustada profundamente en el pecho del joven con ojos como el sol.
Hyakuhei arrancó agresivamente el corazón que habÃa dejado de latir.
Mirando a los ojos sin vida de Toya, susurró: â Siempre me pregunté cómo se verÃan los ojos de Kyou cuando lloraba⦠apuesto a que serán hermosos â. Se inclinó hacia abajo y besó a Toya en la frente antes de levantarse a voltearse para encarar al hombre que acababa de aterrizar a una corta distancia detrás de él.
Una sonrisa sádica apareció en sus labios mientras sostenÃa el corazón sangrante y esperó que Kyou cerrara la distancia entre ellos. â Para ti, mi mascota, ahora no hay nada que se interponga entre nosotros â. Se escuchó su voz en la brisa nocturna.
Sus ojos se estrecharon con disgusto mirando al corazón fresco que Hyakuhei sostenÃa hacia él. ¿Tanto tiempo habÃa pasado Hyakuhei como un muerto viviente que para él la muerte era un regalo?
Asqueado, Kyou se dio vuelta ante la perturbadora vista. HabÃa sentido la angustia de su hermano y habÃa venido a investigar. En su lugar, encontró a su llamado âpadreâ y ya no podÃa sentir el aura de su hermano.
Algo estaba terriblemente mal y Kyou podÃa sentir los nervios a flor de piel en señal de amenaza.
No podÃa ver al dueño del corazón que aún goteaba su vida de la mano del viejo vampiro desde que Hyakuhei le habÃa bloqueado la visión. Le molestaba que lo retuvieran mientras buscaba a su hermano menor. No habÃa puesto un ojo en su hermano en más de un año, excepto esa noche⦠sabÃa que Toya lo necesitaba. DebÃa ser importante para que Kyou hubiera sentido el llamado con tanta fuerza.
Percibiendo la anticipación en el hombre que estaba delante de él, los ojos dorados de Kyou se encontraron con los de Hyakuhei. â ¿El alma de quién robaste esta vez? â Preguntó con desprecio en su voz.
â ¿Por qué no vienes a ver, mi mascota? Estoy seguro de que estarás sumamente sorprendido. Es mi regalo para ti â. Una sonrisa cómplice alumbró sus rasgos ensombrecidos cuando Hyakuhei se hizo a un lado⦠dejando una clara vista de su vÃctima. Extendió su mano lentamente hacia Toya, Kyou se volteó para mirar hacia abajo al cuerpo en el suelo.
La mirada de Kyou siguió la de Hyakuhei mientras se acercaba lentamente, confundido ante la importancia de la identidad de esta vÃctima. Sus ojos dorados se abrieron como platos ante la forma desplomada en la tierra mientras una mala sensación de mal agüero subÃa por su espinazo. Su corazón comenzó a acelerarse cuando vio los reflejos plateados brillantes que resaltaban en el cabello negro como la noche que le resultaban familiares, ahora enmarañado y apelmazado con sangre y mugre que se extendÃa sobre el rostro del hombre como si intentara esconder su verdadera identidad.
Sintió todo su ser gritar con furia y negación del conocimiento de que ahora miraba a la silueta masacrada de su hermano perdido. â ¡NO! â rugió Kyou echando la cabeza hacia atrás. Lágrimas llenaron sus ojos mientras se volteaba para encarar al responsable. â ¿Qué has hecho? â gruñó y se lanzó hacia adelante deteniéndose apenas a pocos centÃmetros del asesino de su hermano. Sus ojos dorados como el sol sangraron rojo⦠él mostró largos colmillos como un perro rabioso. Flexionando su garra esperó la confesión con la ira apenas contenida.
â Solo lo que deberÃa haber hecho desde el inicio⦠quitar al que no te apreció como yo â. La expresión de Hyakuhei se suavizó por un breve momento mientras observaba a su hijo favorito.
Le habÃa dado toda su atención y afecto desde que le dio el regalo de la oscura inmortalidad⦠pero Kyou no habÃa sido feliz. Era la tristeza en la mirada de Kyou lo que lo habÃa atraÃdo asÃ⦠la soledad dentro de él era agradable e imitaba la melancolÃa de Hyakuhei. HabÃa convertido al hermano de Kyou, Toya, con esperanza de ganar