Pablo C. Díaz Martínez

El reino suevo (411-585)


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puntual renovada en la que sustentar sus afirmaciones. Por ejemplo, cuando Fernando Acuña Castroviejo, en el capítulo «Os suevos», incluido en una Historia de Galicia de carácter divulgativo, escribe: «O periodo suevico en Galicia deixou tras de si unha serie de supervivencias en moitos eidos: toponimia, dereito consuetudinario, etnografia, etc.»[26], está reproduciendo una serie de generalizaciones, esos tópicos historiográficos a los que antes nos hemos referido, aunque utilizadas ahora para una construcción de signo contrario. Estas aseveraciones maximalistas e indemostrables aparecían formuladas por Fermín Bouza-Brey en un artículo publicado en 1968 escrito con más entusiasmo que rigor científico[27]. Anotamos algunas de ellas, elementos susceptibles de ser estudiados o indagados pero que él construye, esencialmente, a partir de la intuición. Es el caso cuando afirma que «un primer resultado de la invasión sueva en el orden lingüístico es el haber contribuido con su ocupación territorial a originar la lengua gallego-portuguesa»[28], cuando resulta evidente a los estudiosos de la lengua que la presencia de palabras hipotéticamente suevas en el acervo léxico gallego o portugués es prácticamente nulo[29].

      ¿Es posible que una entidad política de estas características no haya generado una producción bibliográfica concreta que valore el reino suevo en función de sus propias circunstancias y no de su hipotética falta de proyección o importancia posterior? ¿Es posible que no haya generado una producción no marcada por una utilización ideológica interesada y, a todas luces, desproporcionada? Ciertamente sí.

      Del total de estos títulos, más de la mitad están dedicados a Orosio y Martín de Braga (760 sobre 1.361). En cuanto al primero, la mayoría de las investigaciones disponibles no aportan prácticamente nada a nuestro estudio, salvo alguna precisión sobre el contexto peninsular en el momento de las invasiones del 409, de las que probablemente fue testigo directo. Hasta donde sabemos Orosio no conoció la realidad sueva de primera mano. En relación con Martín de Braga, la mayoría de los títulos se refieren a un análisis de sus obras o de las controversias teológicas en que se vio inmerso, en general al margen de la historia interna del reino suevo en el que vivió, o en el mejor de los casos de la sociedad que éstas reflejan, con especial atención al tratado De correctione rusticorum. La producción dedicada al estudio de este texto es amplísima; a partir de él se han estudiado las supervivencias paganas y supersticiosas de Gallaecia, normalmente considerando que el texto reproduce una situación absolutamente inmediata a Martín, sin tener en cuenta que algunos de sus elementos probablemente son pura erudición. Pero, aun aceptando que el texto reprodujese el ambiente religioso y creencial de la Gallaecia del siglo VI, su contenido nos pone en relación con prácticas ancestrales campesinas de un entorno sólo parcialmente cristianizado y su relación con los suevos y sus posibles prácticas religiosas es nula. Nuestro conocimiento sobre las creencias y la religiosidad que los suevos pudiesen tener antes de su asentamiento en la península Ibérica no pasa de algunas generalidades sobre los germanos procedentes de los textos clásicos (Cesar, Tácito o Ammiano Marcelino) y las fuentes hispanas no recogen nada sobre el particular.

      Debemos advertir aquí que, aunque el priscilianismo alcanzó su máximo desarrollo en los territorios