Pablo C. Díaz Martínez

El reino suevo (411-585)


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y, en la práctica, cualquier intento de relacionar el priscilianismo y los suevos está condenado al fracaso por carecer de apoyo en las fuentes. En este sentido, algunas afirmaciones sobre que los suevos protegieron a los priscilianistas o facilitaron su proliferación es una mera hipótesis imposible de corroborar, lo que no ha impedido que la coincidencia temporal y en buena medida geográfica del reino suevo y el priscilianismo haya servido para generar ciertas confusiones. En cualquier caso la historia del priscilianismo, las aproximaciones al fenómeno, diversas y complejas, tienen su propia entidad absolutamente al margen de la del reino suevo.

      Con todo, hay un punto en el cual la historia del reino suevo y la del priscilianismo han sido puestas en paralelo; es aquel que ha argumentado sobre ambos para justificar el presente gallego y, sobre todo, sus peculiaridades pasadas. Debemos citar a López Pereira quien ha hablado «del entronque y compenetración existente entre Prisciliano y su pueblo, de su especial carisma para meterse en el alma y en el corazón de los galaicos», para a continuación afirmar que «los suevos trataban de conseguir que se mantuvieran las discrepancias religiosas aprovechándose de los priscilianistas para conseguir aislar sus dominios de las restantes provincias... Luchar contra el invasor suevo significa para Hidacio extinguir primero el priscilianismo»; en su argumentación pasa a continuación a reclamar a Hidacio como defensor de un galleguismo de largo alcance que sólo consigue imponerse gracias al impulso intelectual del cronista y a su actuación política. La asociación de la lucha contra el priscilianismo y la resistencia frente a los suevos como parte de un mismo proceso es algo difícil de constatar en la obra de Hidacio, pero sirve al autor para encontrar en ella la génesis de un sentimiento identitario: