en cuya pintura entran tambien las reprobadas costumbres de unos y de otros, cuyos sucesos son tanto mas creibles en la pluma del autor, quanto que por él pasaron muchos de ellos; y asi se introduce en ella à sí mismo, como historiador verdadero. Por esto refiere con tanta puntualidad las varias calamidades de los cautivos: la venta de ellos en el zoco ò plaza de Argel: el peligro y facilidad con que renegaban los muchachos: los intentos y aventurados arbitrios que discurrian los cautivos para huir: los inclementes castigos con que por esto los atormentaban los moros: el martirio que padeció en Argel Frey Miguel de Aranda, caballero Valenciano, de la Orden de Montesa, en venganza de haber quemado vivo la Inquisicion de Valencia à un morisco, que pasandose à Berberia, profesó abiertamente el mahometismo, y dandose despues al corso, cayó en manos de aquel Tribunal: cuyo suceso refiere largamente el Padre Ahedo en su Historia de Argel. Tampoco omite las deshonestas aficiones con que las moras se inclinaban à los cautivos, y los moros à las cautivas, valiendose de hechicerias y encantos, con el vano intento de atraer y fixar las voluntades humanas: cosa freqüente entre ellos, como dice el mismo Ahedo: cuyos amores se complicaban con otros que los mismos cautivos se tenian. Asi Cervantes cuenta los de Aurelio y Silvia, cautivos enamorados, y presos por Mami Arnaut en la galera nueva de Malta llamada San Pablo, de cuya pérdida hace mencion el citado Ahedo, atribuyendo esta y otras desgracias à que las galeras de España eran muy pesadas, cuyo peso se aumentaba con el demasiado carguío de mercancias, sin ayudarle en un apuro nuestra gente, por tener à caso de menos valer echar mano al remo: todo lo qual sucedia al contrario en los moros, que usaban de embarcaciones mas veleras. Compraron estos esclavos Izuf y Zara, dos moros principales. Enamorase Zara de su cautivo Aurelio, y para inclinarle se vale de la hechicera Fátima, y no contenta con esto, hace tercera de su amor à Silvia. Izuf por su parte se aficiona à Silvia, y para rendirla se vale de los oficios de Aurelio. Aunque en esta comedia no se advierte una accion principal à que estén subordinados los demas incidentes, si algun episodio puede ocupar el lugar de ella, es esta complicacion de afectos de amos y de esclavos: cuyo desenlace consiste en conceder el Rey Azan à Aurelio y Silvia, libertad para que vuelvan à España à solicitar dos mil ducados en que se rescataron, fiando de su palabra y buena fe el cumplimiento de esta condicion. Y el fin de toda la comedia es avistarse en el puerto de Argel el navio que traia la limosna de la Redencion, en que venia el Padre Fray Juan Gil, cuyo suceso fue tambien verdadero, pues este Religioso fue el que rescató à Cervantes. Tampoco se observan las unidades de tiempo ni de lugar. Pedro Alvarez y otro con-cautivo caminan noches y dias, huidos de sus amos; y perdiendo el camino Alvarez, se aparece un leon que se le enseña: cuyo extraordinario suceso atribuye à la intercesion de nuestra Señora de Montserrate. Introduce tambien figuras morales. La Necesidad y la Ocasion acosan à Aurelio para que condescienda con las importunas instancias de Zara. Asi tambien en la Numancia introduce à la España en forma de doncella, coronada de torres, informando del sitio que la tenia puesto Scipion; y considerando que solo por la parte por donde bañaba el rio la ciudad cercada, podia recibir socorro, le hace una dolorosa súplica para que se le preste: y en efecto, sale al teatro el Duero con tres muchachos que representan à tres riachuelos que desaguan en él, y despues de una larga arenga en que profetiza que los Godos en adelante, Atila, y el Duque de Alba D. Fernando Alvarez de Toledo harian guerra á Roma, la desaucia de todo remedio, y se sumerge en sus propias aguas. Facil hubiera sido y mas natural poner estos discursos en boca de las personas. Pero esta invencion fue tan del gusto de Cervantes, que se precia de haber sido el primero que introduxo en el teatro las figuras morales con general aplauso: si bien muchos años antes las vemos introducidas en la comedia de la Duquesa de la Rosa impresa por Juan de Timoneda el año de 1560. por Alonso de Vega, poeta y representante, como lo fue por aquellos tiempos Lope de Rueda.
Por los años de 1598. compuso Lope de Vega una comedia intitulada: Los Cautivos de Argel, cuyo argumento es el mismo que el del Trato de Argel: y con efecto introduce en ella un cautivo llamado Saavedra, en cuya introduccion tubo sin duda presente à Cervantes. A lo menos supone sucedidos en el tiempo de su cautiverio los casos que refiere, que casi son identicos con los que se leen en el Trato de Argel: como son el martirio del Caballero de Montesa, las costumbres del Rey Azan, la complicacion de los amores de amos y cautivos, que es lo que se puede llamar la accion de la comedia. El desenlace es tambien casi identico, y se reduce à que Azan concede libertad à los dos amantes cautivos, que en Lope se llaman Leonardo y Marcela, con la misma condicion, que vueltos à España adquieran el precio de su rescate, y se lo remitan à Soliman su amo. Entre otras impropiedades, tampoco guarda Lope la unidad de tiempo; porque suponiendo como se ha dicho, los casos de su comedia sucedidos por los años de 1580. finge que desde Argel se veian los fuegos del castillo de Denia, donde con varios regocijos celebró D. Francisco de Sandoval y Roxas, Duque despues de Lerma, el casamiento de Felipe III. con la Reyna Doña Margarita, contraido el mencionado año de 1598. Esta conformidad de casos, de escenas, y aun de expresiones con el Trato de Argel, que se hallan en los Cautivos de Lope, prueba que éste tubo presente alguna copia de aquella comedia, que disfrutó plenamente; aunque siempre se echa de ver aquella facilidad, viveza y discrecion de Lope de Vega.
Pero volvamos à Cervantes. El qual pensando muchos años despues que compuso el Trato de Argel, que todavia parecian bien sus versos, compuso otras ocho comedias; y viendo que ni los farsantes se las pedian, ni otros las apreciaban, se las vendió al librero Juan de Villarroel, que las imprimió el año de 1615. Hallase entre ellas una intitulada: Los Baños de Argel, que casi es idéntica, con la del Trato de Argel. Conserva en ella principalmente la complicacion de amores de amos y cautivos, aunque varía los nombres; porque estas aficiones ilicitas y contrapuestas de amos y esclavos hicieron tal impresion en Cervantes, que no solo las conserva en esta comedia renovada, sino que las repite en la Novela del Amante Liberal. Introduce de nuevo el amor de una hija de Agi Morato, moro rico de Argel, llamada Zara, que enamorada de D. Lope, uno de los cautivos del Baño, se comunicaba con él por medio de billetes que colgaba de una caña, con cuyo artificio le proveyó tambien de dineros. El desenlace ò desenredo es igualmente la libertad de los cautivos solicitada por el mismo D. Lope, que viniendo rescatado à España, vuelve à Argel con una barca, donde trae à todos los compañeros que caben en ella, y à Zara especialmente, con quien recibido el bautismo, se casa: suceso que no solo dice Cervantes fue verdadero, sino que le renovó en D. Quixote. Si en el Trato de Argel se notan impropiedades, no menos se observan en los Baños de Argel. Una de las mas extraordinarias de ésta es fingir que los moros vieron una armada de mas de trescientas galeras, representada en las nubes heridas por los rayos del sol, y oyeron los tiros, y vieron los fuegos: y pensando los Genizaros que la enviaba Felipe II. para conquistar aquella republica de piratas, se enfurecieron de tal modo, que para tener menos enemigos, hirieron à mas de veinte cautivos, y quitaron la vida à mas de treinta. Un erudito Anonimo reimprimió el año de 1749. estas ocho comedias, acompañandolas con un dilatado prologo en que intenta probar que las compuso su autor con el fin de ridiculizar las de su tiempo, que tanto solian pecar contra las reglas del arte; asi como escribió la Novela de D. Quixote con el de ridiculizar los libros de caballerias. Ultimamente el célebre Abate D. Xavier Lampillas pretende disculpar à Cervantes por un nuevo y singular camino. Dice que estas ocho comedias no son suyas; sino que la malicia de los impresores publicó con su nombre y prologo aquellas extravagantes comedias, correspondientes al pervertido gusto del vulgo, suprimiendo las que verdaderamente eran de él, ò transformandolas en un todo. Pero como los defectos de la del Trato de Argel, que Cervantes reconoce por suya, y de la qual dice se recitó con general aplauso, certifican de las irregularidades de las que despues él mismo dió à la estampa, se infiere que Cervantes no compuso sus comedias con el fin que le supone el mencionado Anonimo, que quiere hallar en ellas mas ingenio y artificio que el que tienen; y que por consiguiente no es admisible el arbitrio que escogitó el Abate Lampillas, aunque nacido de buen zelo por conservar la fama del autor de D. Quixote. Lo primero, porque él mismo se declara autor de ellas en la dedicatoria al Conde de Lemos, y en el prologo: y el estilo y discurso de ambas composiciones no permite sospechar que sean de otra pluma: lo segundo, porque no es creible que ninguno tubiese el atrevimiento de prohijar al verdadero autor à vista suya, unas obras agenas en lugar de las suyas propias; y quando asi hubiese sucedido, parece imposible que no se hubiese vindicado de semejante supercheria, habiendo sobrevivido à la publicacion mas de un año. Antes se infiere y se comprueba con estas comedias la doctrina del Doctor Juan Huarte alegada por el ingenioso P. Vicente de los Rios en la Vida de Miguel de Cervantes Saavedra: que para la aplicacion de los